El Heraldo
En el puente de la Cordialidad esperan varios compradores por los camiones de yuca provenientes del Sur del Atlántico para luego venderla. Josefina Villareal
Barranquilla

La odisea de los pequeños campesinos para vender sus productos

Estos productores del sur del Atlántico se las ingenian para comercializar su producto en el departamento, tarea que no ha sido fácil para ellos.

Dedicar su vida al campo desde joven no ha sido una tarea fácil para Luis Eduardo Ávila; sin embargo, ha sido la labor que aprendió y quiso seguir realizando pese a las múltiples dificultades que tiene para poder llevar sus productos a diferentes mercados y tener su sustento diario.

Luis, un hombre de 55 años de edad que habita en el corregimiento de Santa Cruz, en el municipio de Luruaco aprendió desde muy niño sobre el cultivo de la yuca gracias a su padre, quien sembraba para luego comercializar en el resto del departamento el producto.

Cultivar no ha sido un problema para él. El no contar con compradores fijos ha sido la piedra en el camino que le ha generado inconvenientes, pues a veces no logra vender toda su cosecha y, por supuesto, no consigue ingresos para su familia pese al esfuerzo que a diario hace para buscar nuevos mercados.

Sin embargo, este problema no lo ha detenido y siguiendo los pasos de su padre, Luis todos los días madruga para organizar los bultos de yuca que llevará en su travesía por diferentes municipios del Atlántico para encontrar clientes que le compren.

“Todos los días viajo en un camión para ir vendiendo los bultos de yuca en distintos lugares. También llevo los de otros campesinos que no tienen el medio para sacar el cultivo, les compro los bultos a ellos y yo me traslado a la ciudad y los municipios a venderlos”, manifestó.

Esa ha sido la solución que encontraron pequeños campesinos y comerciantes del Atlántico para vender los cultivos y tener una ganancia.

Desde Santa Cruz, todos los días salen cuatro camiones llenos de productos que pasan por Molinero, Sabanalarga, Baranoa, Galapa y finalmente llegan Barranquilla comercializando la carga que llevan.

Cultivo de yuca en el sur del departamento.

“Tengo 35 años de estar llevando producto a Barranquilla. Mi papá siempre me llevaba con él y yo aprendí, pero él la llevaba hasta Barranquillita en ese tiempo. Ahora salieron otros pequeños puntos; por ejemplo, los restaurantes de los municipios, que me compran y yo les vendo. Voy por todo el camino hasta llegar a Barranquilla”, comentó.

Luis indicó que esta ha sido la única forma que han tenido los pequeños campesinos para sacar del corregimiento los cultivos y obtener ganancias, saliendo a encontrar compradores en las vías, exponiéndose a que nadie compre nada y se queden con las cosechas o se pierdan como ha pasado muchas veces.

Para transportar la yuca los comerciantes y campesinos deben pagarle a alguno de los cuatro camiones $4.000 por cada bulto, en el caso de Luis Eduardo a diario comercializa entre 40 y 50 bultos; es decir, paga aproximadamente entre 160 y 200 mil pesos por la distribución.

Casa uno de los bultos lleva entre 120 y 135 libras de yuca y son vendidos entre 30 y 35 mil pesos. “Todos los días llevamos yuca, es algo de todo el año. Por eso nos gustaría tener proveedores fijos a los cuales venderlos nuestros productos y que puedan llegar hasta los supermercados. Esa es la ayuda que necesitamos, que el Gobierno nos apoye más en ese sentido y que no sé pierdan los productos”, agregó.

Compradores bajando los bultos de yuca.
Compra y venta

En Barranquilla, el puente de la Cordialidad se ha convertido en el punto clave para negociar los productos agrícolas. Allí convergen decenas de personas que esperan ansiosas, desde tempranas horas, los camiones provenientes de Santa Cruz para comprar a buen precio, de tal manera que luego puedan vender en los barrios. Es un gana-gana, según explican.

Carlos Cabeza, un hombre de avanzada edad, todos los días se levanta desde muy temprano para trasladarse hasta su lugar de trabajo y organizar la mesa en donde muestra sus productos. La yuca es el producto que más comercializa, pero dependiendo la temporada también ofrece otro tipo de hortalizas, verduras y frutas.

El hombre aseguró que lleva más de 20 años dedicado a la venta de frutas y verduras en Barranquilla. A raíz de la pandemia, gracias a esos camiones que llegan todos los días a mediodía desde el sur del Atlántico, es que obtiene los bultos de yuca que les vende a las demás personas.

“Para esta época siempre es así. Uno espera los camiones para comprarles y abastecernos de la mercancía que vendemos en nuestras mesas. Aquí viene gente de otras partes a comprarle a ellos, vienen motos y se llevan los bultos también para venderlos”, dijo Cabeza.

En cuanto a las ventas, comentó que por la pandemia hay días buenos en los que vende lo necesario para el sustento y un poco más, pero que también hay días malos en donde le quedan los bultos sin vender.

Las personas esperan por los camiones.

José Jair Mora, es uno de los vendedores que se ubica a un costado del puente de la Cordialidad. A él le tocó comenzar esta labor hace poco tiempo para “rebuscarse”, pues trabajaba en una empresa que se vio obligada a reestructurar su nómina por la crisis generada por la pandemia. Varios trabajadores fueron despedidos y él fue uno de los desempleados.

“Yo me rebusco la comida y el sustento de mi familia aquí. Mi mujer está embarazada y aquí me gano para la comida, y también me quedan algunas para comer. La gente compra porque es comida y todos necesitamos comer y eso se vende”, explicó Mora.

El vendedor contó que antes los bultos estaban más costosos, los compraban entre 40 y 45 mil pesos, pero la pandemia hizo bajar los precios y para él ha sido mejor. La yuca la vende a $2.000 tres libras, y así obtiene las ganancias y su sustento diario.

La tarea de los vendedores en camiones no parará. Los campesinos aseguran que es la única forma que tienen para no dejarse vencer por la crisis causada por la pandemia. Ellos afirman que, ahora más que nunca, están dispuestos a seguir luchando para comercializar de manera sostenible sus productos y poder seguir cosechando.

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