El Heraldo
Los 14 vendedores que se ubican todas las tardes en el barrio El Bosque con su triciclo listo para salir a vender peto en la ciudad. Jesús Rico
Barranquilla

La calle de El Bosque donde nace el peto

EL HERALDO conoció que en la calle 61 con carrera 9K existen dos casas donde preparan la bebida caliente y 14 personas de la zona que la venden. 

El sonido de la corneta avisa su llegada. El humo que sale de la olla te atrapa con su aroma. Tanto, que se te hace agua la boca. El primer sorbo te calienta por completo la garganta y aunque a veces, la lengua se puede quemar un poco, el sabor a maíz endulzado con leche y azúcar te hace saborear hasta la última gota.

El peto, bebida tradicional de la Región Caribe, nombrada y llevada en ollas metálicas de sancocho o cilíndricas por los vendedores ambulantes que recorren las calles de la Costa en triciclos y en varios casos a pie, tiene su propia calle en Barranquilla. 

La zona de la bebida espesa a base de maíz blanco y cocido, está ubicada en la calle 60 con carrera 9K, en el barrio El Bosque. 

Dos casas de este popular barrio de Barranquilla se encargan de preparar el líquido caliente que también se le puede agregar leche condensada, queso y esencia de coco. 

Experiencia incansable

Manuel Vidal, es uno de los pioneros en la llegada del peto a Barranquilla. Su casa de color amarillo en su frente y rosado en su interior, alberga una de las dos sedes donde se hace la bebida caliente de lunes a sábado desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde.

Vidal le mostró a EL HERALDO como se cocina el peto en su casa durante 8 horas con cinco etapas de  preparación, para obtener 144 litros de la bebida. (Ver fotos) 

El hombre relató que empezó en este negocio hace 18 años, los mismos que tiene viviendo en Barranquilla. Vidal llegó procedente desde el municipio de Lorica, en Córdoba. Cuenta que se vino con un primo que fue quien le enseñó a preparar el peto y con él lo vendía en las calles de la capital del Atlántico. 

“Él se fue para Venezuela después de un tiempo cuando llegamos a Barranquilla. A partir de eso me encargué del negocio”, recordó el hombre de piel trigueña, mientras varios pollitos en una jaula en la sala de su casa gritaban. 

Afirmó que desde esa época arrancó con tres trabajadores a su cargo y su microempresa fue evolucionando aceleradamente. Actualmente, tiene a su cargo 9 vendedores entre jóvenes y adultos, que salen a pedalear por los barrios de Barranquilla en la búsqueda de clientes que le compren un vaso de $600 o $1.000. 

Su experiencia es innegable. Y así lo demuestra mientras coloca a cocinar el maíz blanco por 6 horas en una olla de sancocho. Señaló que a sus trabajadores les cobra una tarifa dependiendo los cucharones que se les eché a su recipiente metálico. 

Este cucharón es hecho con un palo de escoba que va incrustado en una oreja de un caldero de acero inoxidable, que puede llenarse con 3 litros de peto. Cada cucharada a tope es cobrada a $7.000, es decir, que la cantidad pedida por el vendedor para su recorrido es la cuota que debe cancelar. “El resto que vendan es ganancia”, indicó el hombre de 52 años.

Vidal les entrega a sus vendedores los triciclos, que tienen incorporados una caja rectangular de madera, un anafe circular, el carbón, los vasos y la corneta tradicional. 

Él, al igual que sus empleados, sale a recorrer los barrios La Victoria, La Alboraya, La Magdalena y El Tayrona. “Diariamente me estoy ganando $70.000 con los cinco cucharones diarios que equivalen a 15 litros peto”, expresó que sale a pedalear desde las 4 de la tarde hasta las 9 de la noche dependiendo la hora la que termine de vender todo el peto.

De acuerdo con los cálculos del vendedor de peto, diariamente está preparando 48 cucharones de peto, ósea que al hacer la multiplicación por la cantidad de peto que trae uno de estos calderos (3 litros), lo que da como resultado 144 litros. 

Jhonys Escobar despachando el primer vaso de $1.000 peto de la tarde a un cliente que le compró antes de salir.

Competencia familiar

El dueño de la otra casa que prepara peto en el barrio El Bosque, es Argenido Berrocal, quien comenzó hace 19 años en este negocio como vendedor y en la actualidad administra su propio negocio, en el cual tiene tres empleados. 

Argenido es cuñado de Manuel Vidal. De hecho, Berrocal fue uno de los vendedores de su cuñado hasta que se decidió por independizarse hace 10 años. 

Actualmente, también sale a vender peto desde las 3 de la tarde para estar regresando a su casa a las 8 de la noche. Al igual que su familiar, le cobra el cucharón de peto a sus vendedores por $7.000, lo que representa en cantidad de pedido en su tarifa diaria. 

Berrocal comentó que diariamente se está llevando para vender entre 6 cucharones de peto (18 litros), de los cuales según él, son vendidos por completo, debido a la fuerte demanda de clientes que tiene. 

“Diariamente me estoy ganando entre $50.000 y $70.000, todo depende del día. Ahora está un poco pesada la venta por el calor, la venta de ciruela y el mango”, indicó. 

Con respecto a su opinión del mito que existe que solo se vende peto en lugares con climas fríos, Berrocal fue en contundente en decir que Barranquilla es una ciudad “amante de esta bebida”. “Yo recorró los barrios La Paz, Sourdis y Los Olivos. Hay días buenos que uno no llega ni al tercer barrio”, puntualizó el hombre de piel morena. 

Agregó que los meses buenos en cuanto a la venta de peto en la ciudad se dan en diciembre y cuando llega el invierno. “En los días de lluvia, uno trabaja hasta tres horas por lo rápido que se vende el producto”, expresó el hombre que prepara 120 litros diarios de la bebida.

Pedaleo por la familia

Jhonys Escobar, es uno de los 14 vendedores que parquean los triciclos de sus jefes en la calle 61 con carrera 9K, en el Bosque. 

Afirmó que lleva 3 años vendiendo peto, situación que para él es más rentable que cualquier otro trabajo. “Estaba sin empleo y aquí se me presentó una oportunidad. Gracias a Dios me ha ido bien”, manifestó el hombre que confesó ganarse $40.000 diarios libres de la tarifa que debe cancelar. 

Escobar contó que todos los días se lleva 5 cucharones para vender, lo que equivalen a 15 litros de petos. “Todo eso me lo compran. El peto es una bebida que se compra mucho y más si está sabrosa”, señaló entre risas. 

Agregó que pedalea su triciclo por los barrios Las Malvinas y El Bosque desde las 4 de la tarde hasta las 8 de la noche, para darle el sustento a su esposa y sus cinco hijos.  “Con este trabajo le doy el sustento a mi familia y quiero seguir vendiendo porque me da muchas ganancias”, expresó el hombre que al igual que sus 13 compañeros salen por las calles de Barranquilla a pregonar el sonido único de sus cornetas que preparan el paladar de sus clientes para disfrutar del peto caliente. 

A cocinar el maíz. Desde las 8 de la mañana, Manuel Vidal pone a hervir las 80 libras de maíz blanco trillado por seis horas hasta que este completamente cocido y listo para recibir los demás ingredientes.
El toque de la canela. Después de que el maíz este cocido, se saca la mitad del agua de la olla y se prosigue a echar la canela y una libra de sal para equilibrar el sabor.
A preparar harina. Mientras el maíz y la canela hierven, se disuelve con agua las 18 libras de harina de trigo diarias que le echa el señor Vides a su olla de peto.
Inyección de dulce. Luego de que hierva el maíz con la canela y la sal, se echa la harina de trigo disuelta y a la vez se revuelve para ir dejando caer en la olla las 36 libras de azúcar.
El paso final. Después de que hierva el peto con la canela, la harina y la azúcar, se le echan los 20 litros de leche como el paso final para que quedé cremosa la bebida y lista para servir.
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