
Electricaribe: una historia entre apagones y sombras
EL HERALDO empieza una serie de trabajos sobre lo que ha sido una década de operación del servicio de energía en la Costa Caribe.
El servicio de energía eléctrica en la Costa Caribe no ha sido bueno, pero el deterioro en la calidad tocó fondo 16 años después de que Electricaribe quedara en manos de los inversionistas españoles, primero como Unión Fenosa y luego como Gas Natural Fenosa (GNF), tras una fusión empresarial. El motivo de esta debacle, de acuerdo con algunos expertos, es la falta de inversión en las redes y subestaciones, como consecuencia de la crisis financiera de la compañía comercializadora del servicio de energía en la Costa Caribe.
El deterioro de la empresa no solo se evidenciaba en la calidad del servicio, sino en los problemas financieros que la llevaron al borde de la quiebra y dejaron a la región a punto de comenzar racionamientos de energía, con las peligrosas implicaciones que estos tendrían.
La empresa, que en otrora había sido pública (Corelca) cuando pasó a ser controlada por capital privado, siguió con los problemas que arrastraba en especial de los carácter operativo, pues necesitaba importantes inversiones para actualizar y modernizar sus redes, subestaciones y equipos, las cuales no se hicieron en los montos requeridos por la crisis financiera de la compañía, que tuvo una caída en los ingresos de diez puntos porcentuales al pasar de 92% a 82%.
El momento financiero más difícil para la empresa fue en el año 2015, según recuerda el exgobernador Eduardo Verano de la Rosa. El exmandatario aseguró que la compañía “llegó al máximo de no inversión”, pero también a no hacer los mantenimientos de redes, como la poda de árboles y el lavado de los aisladores, que terminan en las fallas constantes en el suministro de energía y en el deterioro del servicio.
“Gas Natural dejó de invertir, como dejó de invertir dejó de entrar plata y como no entraba plata no invertían, como no invertían se le aumentaron las pérdidas. Todo esto los llevó a la crisis”, explicó Verano.
En concepto del exmandatario, que fue uno de los gobernantes de la Costa que insistió ante el Gobierno Nacional sobre la necesidad de darle una solución a los usuarios, el hecho de que Gas Natural Fenosa no tuviera la electricidad como principal negocio, sino el gas, habría incidido en la decisión de frenar las inversiones, pues no eran su prioridad.

En cuidados intensivos
Amylkar Acosta, exministro de Minas y Energía, hizo un recordado comentario que reflejaba la situación de la empresa en 2013: “Electricaribe está en cuidados intensivos y aún no da signos de recuperación”. Acosta se refería a la crisis por la que atravesaba la empresa que, además, era fuertemente cuestionada y rechazada por sus usuarios ante la mala calidad del servicio que prestaba.
Acosta señaló en ese momento que uno de los problemas de la empresa estaba relacionado el tipo de mercado al que servía, con un 80% de sus usuarios en los estratos 1 y 2, barrios subnormales y zonas de difícil gestión, en general usuarios que por su bajo poder adquisitivo tenían poca capacidad de pago de su factura, lo que finalmente tendría efectos en la calidad de la cartera.
Sin embargo, Acosta aclaró que no se trataba de que estos usuarios hicieran gala de una “cultura del no pago”, sino que debían decidir “comer o pagar las facturas”. La deuda para 2014 en los estratos bajos superaba los $400 mil millones y a esta se sumaba una cartera oficial de unos $144 mil millones.
Unos meses antes de la intervención realizada por parte de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (Superservicios), el 15 de noviembre de 2016, ya la compañía que atiende la distribución y comercialización de energía en los 7 departamentos de la Costa Caribe, iba a ser sometida a limitaciones de suministro por parte de XM administrador del mercado mayorista de energía, porque no tenía los recursos para cumplir con el pago de estas obligaciones. Esto no era otra cosa que la suspensión por un determinado tiempo del suministro de energía para la región; es decir, el temido apagón.
“Los indicadores de calidad de la empresa no solo eran los peores del país, sino de la región, el número y duración de las interrupciones aumentaba de manera sostenida”, recuerda un experto.
En el año de la intervención (2016) usuarios de Electricaribe tenían que soportar un promedio de 96 horas de interrupciones en el servicio de energía eléctrica, cifra calificada como “verdaderamente alarmante” si se le compara con el promedio nacional que era de 38 horas, o con las cifras equivalentes de las principales capitales latinoamericanas, de alrededor de 25 horas al año, según el Banco Mundial.
Justamente el desmedro en la calidad del servicio que comenzó a hacerse más evidente entre los años 2010 y 2011 encendió el fuego de las protestas ciudadanas en los departamentos costeños con jornadas durante las que se quemaban facturas, se bloqueaban vías y hasta se atentaba contra las sedes de la empresa, a esto se sumaban los enfrentamientos con la Policía.
En 2014 se habían registrado varios apagones en la región y uno de ellos se produjo justamente en Barranquilla durante una visita del presidente Juan Manuel Santos, el dejo a más de 600 mil barranquilleros sin luz por al menos dos días tras un daño en una subestación a causa de un aguacero. Durante las protestas por este caso murió una persona.
En los primeros 8 meses de 2016 solo en el área metropolitana de Barranquilla que comprende a Soledad, Puerto Colombia, Galapa y Malambo, se habían presentado 142 protestas (140 bloqueos y 2 concentraciones) contra el mal servicio de la empresa.
Los mandatario locales y departamentales de la Costa Caribe en unión con los parlamentarios asumieron la defensa de los usuarios de la región no solo del mercado regulado y el regulado que padecían el impacto de la deficiencias en la calidad del sevicio. Estas gestiones llevaron a que el Gobierno Nacional presionarla a la empresa a realizar los compromisos de inversión que se requerían, los cuales terminaron no cumpliendo.
El rápido deterioro de la situación financiera de Electricaribe avanzó y para analizar su situación se convocaron múltiples reuniones interinstitucionales durante varios años, hasta que el 2016 se encontró que la empresa enfrentaba a la posibilidad real de la quiebra, lo que llevó a tomar la decisión de intervenirla.

Mediante los múltiples debates de control político y las reuniones con gobernadores, alcaldes, empresarios, congresistas de la región y el Gobierno nacional (realizados entre 2013 y 2016) se conocieron los detalles de la situación de la empresa. Se pudo establecer que durante más de 10 años no hizo las inversiones necesarias para la sostenibilidad de la red, pues su promedio anual de inversiones estaba entre $100 mil y $120 mil millones cuando se requería al menos destinar unos $700 mil millones anuales para la modernización y mantenimiento.
En 2016, los saldos de caja de Electricaribe pasaron de $191 mil millones en enero a $108 mil millones en junio, tendencia que se mantuvo y se acentuó en la segunda mitad de año, hasta que al cierre de septiembre, solo era de $74 mil millones; es decir, menos del 50% del saldo que tenía en enero. Antes de que se realizara la intervención, la compañía había dejado de pagar a sus proveedores y a los generadores de energía, esto como resultado de un déficit financiero que superaba los $500 mil millones, al que se sumaba un pasivo externo de $2,4 billones y un pasivo pensional sin fondear que se estimaba en alrededor de $1,2 billones.
La grave crisis financiera de la compañía fue reconocida por su propio presidente, José García Sanleandro, en una carta enviada al Gobierno nacional en 2016. En la comunicación expresó la imposibilidad de honrar sus compromisos con el mercado de energía mayorista de energía.
El resultado inmediato de la cesación del pago de los compromisos de energía se presentaría en noviembre de 2016 con una anunciada limitación en el suministro de electricidad; es decir, un racionamiento generalizado, en Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre.
A septiembre de 2016, las pérdidas de energía acumuladas estaban en el orden de 21,40%, porcentaje que sobrepasaba la meta fijada en el Programa de Gestión que había pautado la Superservicios a cierre de diciembre de 2016, que era de 20,73%.

El deterioro de los indicadores de Electricaribe fue progresivo en la medida que se dejaban de realizar las inversiones necesarias para tener una buena calidad del servicio.
Los indicadores que son más evidentes para los usuarios son los de calidad: El SAIDI mide la duración promedio de las interrupciones del servicio en minutos o en horas y el SAIFI mide la cantidad de veces promedio que se presenta una interrupción.
Una muestra de ello es que mientras en 2015, en promedio la duración acumulada de las interrupciones (SAIDI) en las capitales costeñas fue de 67,2 horas, muy por encima del promedio nacional que fue de 45,6 horas, este llegó en 2016 a 96 horas.
En cuanto a la frecuencia (SAIFI) de las interrupciones, mientras en 2015 eran de 59.9 veces en promedio, la cifra contrastaba con 41.4 veces del promedio para el nivel nacional, en el segundo trimestre de 2016 ya habían llegado a 72,51 veces.
La Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios indicó en un informe de seguimiento elaborado en septiembre de 2016, que en aquellos departamentos donde hubo un menor ritmo de inversiones, se presentaron una mayor frecuencia y duración de las interrupciones, como era el caso de Córdoba y Sucre. En ese entonces Atlántico y Bolívar concentraba la mayores inversiones.

Los inversionistas dividieron el negocio en tres para el manejo del mercado de la Costa Caribe. Fue así como nació Energía Empresarial, Energía Social y Electricaribe. La primera se encargaba el mercado industrial; la segunda, de los barrios subnormales y la tercera se encargaba del mercado residencial.
Hamilton Barreto, presidente del sindicato de trabajadores de Electricaribe, explicó las tres empresas antes mencionadas eran las más importantes, pero se constituyeron otras alrededor de la compañía para atender algunas necesidades de la compañía, como el área de sistemas y de redes, entre otros.
Energía Social recibía subsidios y recursos para la normalización eléctrica de los barrios subnormales de la ciudad.
El dirigente sindical cuestionó que en su momento esa empresa hiciera muy pocas inversiones y que los recursos que recibía por cuenta de los subsidios no se vieron reflejados en la prestación del servicio de energía eléctrica.
En cuanto a Energía Empresarial, Barreto dijo que el mal servicio prestado llevó a varias compañías a migrar hacia otras empresas comercializadoras de energía, que finalmente no les resolvieron el problema porque ellas también utilizaban las redes de Electricaribe que estaban deterioradas.
Las quejas contra Electricaribe por el servicio de energía han sido la constante en los últimos años. En el 2002, los reiterados cortes masivos en el suministro llevaron a que el orden público se alterara en diferentes zonas de la Costa Caribe, por lo que se le exigió a la empresa adoptar medidas.
En 2015, la crisis se agudizó por la falta de mantenimiento en las redes de conducción y las subestaciones. En este año los cortes masivos por más de seis horas al día fueron el detonante de las protestas con quemas de llantas y bloqueos de vías. Otro gran afectado por esta situación fue Transmetro, que se veía obligado a suspender las rutas alimentadoras y cerrar las troncales para evitar el vandalismo contra los vehículos del sistema.
En el Atlántico, la situación más grave se registraba en los barrios del suroriente y suroccidente de Barranquilla, lo mismo que en la zona comercial y residencial del centro. En Soledad y los municipios de la zona costera también registraban protestas y el malestar de la gente iba en aumento.
Sergio Montes, residente en el barrio Pasadena, calificó como “muy malo” el servicio de energía que presta Electricaribe. Según Montes, el servicio es suspendido tres veces por semana, en un promedio de dos horas.
Katherine López, barrio El Ferry, se mostró muy optimista frente a la llegada de los nuevos operadores, tras cuestionar duramente el servicio prestado por la empresa Electricaribe.
Según López, los ciudadanos se acostumbraron a quemar llantas y a protestar cada vez que el servicio era suspendido, porque la empresa no respondía a las necesidades de la comunidad con las fallas en el servicio.
“Nosotros salíamos a protestar, a bloquear las calles y a quemar llantas porque era la única manera de que Electricaribe enviara a sus funcionarios a reparar los daños en las redes”, manifestó esta residente del barrio El Ferry.
Julieta de la Ossa, residente en el barrio La Cumbre, en el norte de Barranquilla, afirmó que el servicio que reciben es “malísimo” porque se va durante varias horas del día, pese a los altos costos de la facturación.









