Al romanticismo todavía le queda un espacio en la ciudad, y la recuperación del antiguo Museo Romántico es prueba de ello. Después de estar varios años en abandono, la casona enclavada en la carrera 54 con calle 69, se encuentra en un proceso de restauración que busca volver a generar esa apropiación y querer de los barranquilleros por su historia.
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La emblemática edificación del barrio El Prado busca ostentar nuevamente ese reconocimiento que tenía en sus inicios. Sus actuales propietarios, junto con un grupo de voluntarios, realizan labores de mantenimiento y limpieza diariamente con el objetivo de adecuar las áreas y así poder recibir a propios y visitantes.
Durante la visita que hizo El HERALDO, en la antigua mansión se pudo observar que la entrada principal muestra signos de deterioro y abandono, las rejas y lámparas están oxidadas, la pintura está desgastada y los muros y balcones reflejan el paso del tiempo. Sin embargo, en su interior algunas paredes y columnas conservan todavía la firmeza de sus años de gloria.
Madeley Castaño, coordinadora del museo, aseguró que la intención en este momento es diversificar el museo y tener más de un espacio funcional de los ya existentes y disponibles.
'Hemos habilitado varios espacios que se encuentran en buen estado para hacer recorridos y exposiciones, la idea es adecuarlos de tal manera que no sean sitios permanentes, sino que de acuerdo con los temas que se traten, preparar el lugar y realizar mantenimiento a su estructura', dijo.
Asimismo, la graduada de arquitectura en la Universidad del Atlántico afirmó que el museo ha sufrido el deterioro en varias partes de su estructura, pero que se está trabajando en conservar su esencia.
'Los barrotes de los balcones los retiramos porque fueron los que sufrieron más daño con el tiempo. De igual manera, algunas rejas las tuvimos que quitar porque durante la pandemia algunas personas se robaron parte de su material. No obstante, todo lo que sí está en buen estado y se puede restaurar, se guarda para su posterior reparación, y lo demás se trata de cambiar, pero eso lo hacemos en última instancia', comentó.
No dejar morir el legado
Con tal de no dejar morir el amor por la cultura y la historia de la ciudad, un grupo de ‘dolientes’ quieren mantener vivo el legado de Alfredo De la Espriella. A través de una convocatoria hecha por el museo en redes sociales, este grupo de personas se han unido voluntariamente a las labores de limpieza de las instalaciones del vetusto edificio.
ciudad de Cundinamarca, llegó a Barranquilla hace 4 años, interesado en la historia de la ciudad y se encontró con un lugar plagado de recuerdos y significaciones históricas que luchaba por levantarse. Desde ese momento, emprendió la tarea de unirse al grupo de vigías que participaban en la restauración del lugar.
'Mi trabajo consta de hacer cualquier cosa que se tenga que hacer; si hay que limpiar, lavar, reparar o botar basura, lo hago con todas las ganas. Lo más importante es tener de vuelta ese espacio donde la gente se apropie de la cultura que tienen aquí en sus ciudad, como lo hice, y que yo también pueda ayudar a construir todo eso en conjunto con los demás chicos que están acá', comentó Méndez.
La labor de recuperar el edificio, declarado patrimonio cultural de la ciudad y del departamento, no es fácil. Por lo que el proyecto está dividido en dos fases, una de mantenimiento general donde se hará una fumigación total del museo, eliminación de los brotes de humedad, saneamiento y cubrimiento de las áreas afectadas e impermeabilización de la azotea.
La segunda fase consta de todo lo relacionado a las reparaciones estructurales y atención a las patologías específicas como el cambio de rejas y cerramientos del jardín, renovación de todo el sistema eléctrico y sanitario de la edificación y la recuperación total de las puertas, ventanas y lámparas.
Según Jaime Donado, presidente de la Junta Directiva de la Fundación Museo cultural de Barranquilla, entidad propietaria del Museo Romántico, el valor total de la recuperación del museo es de unos $1.850 millones divididos en un período de 18 meses.
A su vez, el directivo declaró que durante dichas etapas de recuperación se aspira a que el Museo logre saldar y organizar sus deudas.
'En la primera fase se empezarán a hacer los estudios de factibilidad financiera y organización de los diferentes proyectos que tenemos pensado desarrollar para que el Museo tenga los ingresos necesarios para cubrir un buen porcentaje de los futuros gastos y funcionamiento diario. Todas estas labores que se están llevando a cabo deberán ser aprobadas por el Ministerio de Cultura. Estamos pendientes de su aprobación', comentó.
Por su parte, el Ministerio de Cultura y el Distrito se encuentran evaluando las diferentes preguntas envueltas alrededor del inmueble, ya que son del interés general del público.
El primer amor
Desde un inicio el inmueble fue donado en vida por las hermanas Carmen y Esther Freud, hijas de Julio Freud, un judío alemán norteamericano llegado a Barranquilla que ocupaba un cargo diplomático. A las hermanas Freud les gustaba mucho el arte, la cultura y la música. Por eso, algunos elementos que todavía conserva la casa son el viejo piano de una de las hermanas y varios tocadiscos.
El museo fue creado en 1978, con respaldo jurídico y económico de una entidad sin ánimo de lucro y de carácter privado. Junto con la entidad se radicaron juntos desde un principio e iniciaron actividades bajo la dirección artística de Alfredo De la Espriella Zabarain durante más de 35 años. A finales de 2018, luego de una incansable labor, se retira oficialmente don Alfredo como director del museo, bajo la razón de una larga enfermedad que venía sufriendo desde hacía más de una década.
En toda su trayectoria se puede decir que el museo logró escalar a niveles privilegiados en las escalas culturales, históricas, investigativas y pedagógicas de la ciudad de Barranquilla. La formación de las nuevas generaciones estuvo a cargo del museo, así que muchos visitantes de su época lo recuerdan y describen como una mansión republicana que hacía gala de su señorío y grandeza.
Deyana Acosta, una mujer que soñaba desde pequeña con vivir en el viejo Prado de Barranquilla, compró un apartamento hace 28 años en la cercanía del museo, y ha sido espectadora de la transformación que ha tenido el lugar a través del tiempo.
'La casa es completamente hermosa a pesar de todas las intervenciones que ha tenido incluso hasta el día de hoy. Ya es un poco diferente a lo que era originalmente, pero de todas maneras conserva todo ese señorío barranquillero que era lo que quería expresar el Museo Romántico; toda esa época de oro de Barranquilla y de señorío y de decencia', expresa.
Al entrar al museo en esas épocas se puede decir que cualquier cosa podría maravillar a sus espectadores, pero para Deyana, aquellas letras de Alfredo De la Espriella escritas en relieve y que denotaban su sentir por la ciudad, son lo que más la impacta. Esa Barranquilla pujante, naciente, libre y llena de señorío.
Reapertura: exposición abierta al público
Los propietarios y directivos del museo han emprendido la tarea de reiniciar las actividades en la edificación, lo que será posible desde el transcurso del mes de mayo cuando se llevarán a cabo exposiciones sobre la historia de Barranquilla en general.
El lugar tendrá sus puertas abiertas para propios y visitantes que deseen envolverse de la cultura de la ciudad y sus relatos.




















