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Cuando las emisoras y ediciones extraordinarias de los periódicos de Barranquilla anunciaron –el 12 de febrero de 1933– que la guerra entre Colombia y Perú se encontraba en su culmen, en vez de producir desánimo en los barranquilleros, promovió una movilización masiva que llenó la Plaza de San Nicolás.

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El patriotismo y deseos de pelear contra Perú tomó fuerza en los manifestantes que, por un momento, dejaron en un segundo plano la que sería una de sus fiestas más esperadas e importantes: el Carnaval.

La concurrencia de avisos de los clubes sociales y salones populares en los diarios informando sobre la realización de eventos para las carnestolendas eran muy comunes. Sin embargo, ese año solo se publicaron tres que indicaban la cancelación de las fiestas por mandato de Julio Montes –quien fuera el alcalde– como respuesta a las presiones políticas nacionales.

Uno de esos fue el Salón Camelia, que poco antes de Carnaval, había organizado un baile de máscaras que no pudo consumarse pese a la gestión que realizaron los empresarios que los promovían ante los concejales del momento.

De acuerdo con el gestor cultural e historiador Moisés Pineda, la situación de orden público internacional fue la razón principal por la cual la administración local tuvo que suspender cualquier tipo de festejo.

'El único evento que hubo fue el 25 de febrero, sábado de Carnaval, con una verbena patriótica en la que la Cruz Roja y otras organizaciones instalaron puestos para que llegaran las personas a entregar una contribución en pro de los soldados en guerra y a cambio recibían una flor, cerveza o un trozo de la bandera nacional', indicó en diálogo con este medio.

La música se reemplazó por rosarios y los bailes por misas en las que los feligreses pedían la protección del 'altísimo' para los hombres que se encontraban en el campo de batalla.

'Lo que hubo fue una conmemoración patriótica alrededor de la recolección de recursos para mandar a comprar aviones y financiar hospitales de guerra y las actividades religiosas coordinadas por la iglesia Católica en el país', contó Pineda.

Es de anotar que las primeras páginas de este diario vieron la luz en octubre de 1933, varios meses después de haberse finalizado el conflicto bélico.

Primer Carnaval de EH

En la edición del 8 de febrero de 1934, el diario EL HERALDO se indicaba el regreso del Carnaval a las calles. 'El Dios Momo reina actualmente y se pasea feliz y alegre por Barranquilla (...) vendrán noches de jolgorio y momentos inolvidables de fantasía', se lee en un anuncio publicado en la primera página.

Lo que haya ocurrido antes de eso ya no era la prioridad de los carnavaleros, quienes solo se preocuparon por disfrutar de los diferentes espacios culturales que se habilitaron en la ciudad desde el 10 hasta el 12 de febrero .

'El pueblo se entregó a toda clase de diversiones. Como es costumbre en Barranquilla, los vehículos repletos de disfraces, se dirigieron hasta la plaza de Siete de Abril donde se verificó solemnemente el entierro popular de Joselito Carnaval', narra un artículo publicado en este medio el 13 de febrero de dicho año.

Sin embargo, la celebración no terminó con el fallecimiento de este icónico personaje. En la noche continuaron los eventos en los salones Arlequín, Rumba Alegre, Camelia, Las Quintas, entre otros, donde bailaron al compás de las orquestas populares.

'El miércoles de Ceniza, el mismo pueblo que intervino en la farsa del Carnaval, dará pasos hacia la casa de Dios (...) la última serpentina del último disfrazado volará hoy recordando la alegría que vivió ', se lee en las líneas finales del artículo.