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A su antigua yo, Valentina le diría que lo inimaginable se puede convertir en realidad. Que la confusión quedará en los recovecos de su memoria, porque pronto descubrirá, dentro suyo, una pasión desbocada por una disciplina pujante, arriesgada y guerreada como ella. Que actualmente está logrando realizar su judicatura en la Corte Suprema de Justicia y está ad portas de graduarse como abogada en la Universidad del Norte.

Meritocracia. La joven, de 22 años, tiene “el palito” para las becas. Entró a estudiar Derecho con la beca Generación E. Luego, en el 2024, se postuló para la Beca Explora, un estímulo académico de la Uninorte que brinda apoyo económico a estudiantes que realizan prácticas en entidades públicas del orden nacional.

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“Hice la aplicación a la beca; envié la información y los documentos correspondientes y ya a comienzos de este año me informaron que fui la ganadora. Es una beca bastante nueva, así que, por ahora, solo existe la mía. La idea es seguir invitando a los egresados de la Universidad del Norte, a todos aquellos que quieran donar y ser parte de esta oportunidad, para que se puedan otorgar muchas más becas en el futuro”, expresó la joven a EL HERALDO.

Maury se ganó el estímulo porque se caracterizaba por ser activa en diferentes frentes universitarios: hacía parte de grupos y actividades extracurriculares y realizó distintas investigaciones durante su carrera. Y, por supuesto, tenía un promedio destacado.

“Además, tuve varios acercamientos al constitucionalismo, que es el enfoque de la Corte, y siento que mi perfil se alineaba muy bien con lo que se esperaba”, confesó la joven, quien se define como comprometida, soñadora y arriesgada.

“Desde que salí del colegio soñaba con llegar a Bogotá, pero tenía muchas dificultades: dónde iba a vivir, qué iba a hacer. Ese sueño tuvo que esperar, pero al final fui disciplinada, comprometida y me arriesgué. Y aquí estoy”, recordó.

Los frutos del aprendizaje

Su esfuerzo le está concediendo enseñanzas por montones, y, como resultado, crecimiento. Su función en la Corte se basa en revisar tutelas, en donde inspecciona caso por caso, da su opinión de lo que debe decidirse y redacta el documento respectivo. Una labor que requiere de precisión.

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“Cuando empecé, mis funciones eran un poco más sencillas, intuitivas. Al principio cometía errores tontos, como equivocarme en una fecha, un nombre, poner mal una negrilla. Antes de Semana Santa me cambiaron a otras funciones, que ya implicaban redactar mucho más. Me dio miedo, porque pensé: “¿será que sí sé redactar?”, confesó, entre risas, Maury.

Ante la duda, la clave fue el tiempo y la dedicación. De a poco fue aprendiendo: revisó los manuales para familiarizarse con estilo de redacción, pero seguía cometiendo errores en los detalles, por lo que optó hacer memos con recordatorios de las verificaciones que tenía que hacer de cada documento.

“Pero en general, esta experiencia ha sido muy buena. He aprendido muchísimo y he contado con mucho apoyo. Siempre hay alguien dispuesto a responder preguntas, a guiarnos, a enseñarnos”, declaró.

Persistir y confiar

La desorientación y la confusión de lo que haría con su vida se disipó en el colegio cuando incursionó en debates y en modelos de Naciones Unidas. La pasión se fue alimentando cuando participaba en simulacros de Congreso en los que proponía leyes y reformas. Valentina solo necesitaba tiempo para descubrir su propósito.

“El Derecho es una carrera que transforma, que tiene muchísimas ramas. Es difícil desinteresarse porque hay opciones para todo: si te gusta lo deportivo, hay una especialización; si te interesa el medio ambiente, también. Es una carrera muy polifacética. Además, te permite internacionalizarte. Esa capacidad de transformar, crear, aportar a la sociedad y explorar toda esa diversidad es lo que más me atrae del Derecho”, explicó Maury con entusiasmo.

Y tras las vicisitudes, y con toda seguridad, le diría a su Valentina del pasado, aquella quizás desorientada, que está bien dudar. Que está bien no tener todo claro, porque eso significa que tiene muchas ideas en su cabeza —lo que considera valioso—. Que en algún momento todo cobrará sentido y que va a encontrar aquello que realmente le apasiona. Que solo necesitará proponérselo, ser constante, y no dejarse derrotar. Que si tiene que esperar un año, dos o cinco para estar donde quiere estar, lo importante es no rendirse nunca.

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Valentina entendió que todo radica y parte de la confianza. Y hoy vive sus sueños.

El respaldo de una magistrada

Cortesía UninorteLa magistrada Marjorie Zúñiga durante el acto de reconocimiento, junto a Alberto Madero, Karen Cabrera y Stephanie Pineda de Oro.

De acuerdo con la Uninorte, esta beca busca promover el liderazgo Caribe en las entidades públicas del orden nacional, al otorgarles a los estudiantes de nuestros pregrados un auxilio económico durante sus prácticas profesionales y judicatura ad honorem. Este auxilio económico permite a los estudiantes sufragar algunos costos de manutención: traslado, vivienda, alimentación, transporte y ropa.

Durante su apertura se realizó un homenaje a la magistrada Marjorie Zúñiga, egresada de Uninorte y presidenta de la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, quien hizo una donación para cubrir la beca de este año. Según la institución, la magistrada Zúñiga fue crucial para el fortalecimiento de la formación de profesionales comprometidos con el servicio público.