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En medio del conflicto que desangra a Ucrania hace más de dos años, desde que Rusia invadió su territorio, medios de comunicación del mundo entero han seguido de cerca cada día de esta guerra. Los periodistas españoles Jacobo García y Mónica Ceberio, del periódico El País, son algunos de los reporteros que han sido enviados a ciudades como Kiev para contar de viva voz todo lo que se vive en el frente de batalla.

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Todas las experiencias vividas mientras evidenciaban los estragos causados por los misiles, los cuales confiesan los llenaban del miedo más grande que hayan afrontado en sus vidas, dieron pie para crear un performance, titulado ‘Historias de una guerra’, una narración íntima y cruda de la vida en una zona de guerra, acompañada por las emotivas notas de la violinista María Teresa Acuña.

Esta es la original propuesta que presentarán este domingo a las 6:40 p. m., en el Auditorio del colegio Gimnasio Moderno de Bogotá, en la clausura de la edición 12 del Festival Gabo.

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En diálogo con EL HERALDO los valientes reporteros confesaron que esta labor requiere de una inmersión total en el caos y el peligro. Jacobo y Mónica han tenido que aprender a vivir con la muerte respirando en la nuca. Este constante recordatorio de su propia vulnerabilidad les ha enseñado a valorar cada momento.

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Recuerdos Imborrables

En sus relatos, ambos reporteros detallan los momentos que quedan grabados en sus mentes. Desde el sonido ensordecedor de los bombardeos hasta los silencios inquietantes que preceden a un ataque, cada experiencia deja una marca imborrable.

“Los primeros momentos de un periodista que llega al terreno de guerra son de desconcierto por estar en un lugar poco habitual y más hostil de lo normal. Luego entras en la necesidad de hacer tu trabajo y de saber que hasta cierto punto tus emociones y sentimientos tienen que estar bien guardaditos porque lo importante es transmitir con la mayor fidelidad y profesionalismo tu trabajo”, explicó Jacobo García.

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A su turno Ceberio explica que ella fue enviada en abril del año pasado, cuando la guerra ya estaba avanzada y que por más inverosímil que suene, se encontró con un país que se había acostumbrado a la guerra. “Esto es algo terrible, pero necesario para sobrevivir. A mí me sorprendieron muchísimas cosas cuando llegué y empezaban a sonar las sirenas o empezaban a caer bombas que se escuchaban muy cerca, pues la gente de las ciudades que estaban más cerca del frente había normalizado tanto la guerra que prácticamente no le hacían caso y yo les preguntaba a todos que si habían perdido el miedo y me decían que efectivamente 15 meses después, la guerra se había convertido en parte de su rutina”.

‘Los soldados del tanque 27’

Mónica Ceberio dirigió el documental ‘Los soldados del tanque 27’ que relata la historia de tres hombres (Tarás, Alexander y Volodímir) que se convierten en el reflejo de más de 700.000 civiles que han sido llamados a defender a su patria.

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“Uno de nuestros protagonistas pasó de trabajar en una empresa de exportación de bebidas alcohólicas, a estar en un tanque disparando y haciendo la guerra cada día. En ese documental contamos cómo es la vida de un militar no profesional y nos metimos en su tanque”.

La creación del performance

De la recopilación de estos testimonios surgió ‘Historias de una guerra’, que es una experiencia sensorial que busca transportar al público al corazón del conflicto. El violín de María Teresa Acuña actúa como un puente emocional, complementando las palabras del equipo de reporteros que lo complementan: Luis Doncel, Cristian Segura y Carlos Martínez.

Aquí cada nota de violín parece resonar con la tristeza, la esperanza y la resiliencia de los relatos, creando una atmósfera que envuelve al espectador.

“Esta idea surgió de esa típica frase que nos han dicho en la redacción y es contar de forma divertida, como si se lo contaras a tus amigos en un bar, dejando al descubierto las mejores anécdotas y todas las emociones que ha causado esta experiencia. Este experimento surge de contar todo ese montón de asuntos que no caben en una crónica”, explica García.

Son cinco monólogos que tienen de fondo las cuerdas de un violín del que brotan las melodías de verdaderos clásicos de la música ucraniana. “Abordamos el tema homosexual, lo infantil, los pequeños detalles, la dignidad en mitad de la destrucción y la primera vez que oyes una alarma cerca. Todos estos temas notamos que era necesario suavizarlo, es por eso que aparece María Teresa con su violín para interpretar canciones tradicionales ucranianas”, adelantó Mónica Ceberio.

De esta manera, los testigos de esta propuesta sentirán el frío, las bombas, el miedo propio y ajeno, pero también la esperanza y fortaleza de los ucranios en un evento que combinará palabra y música.