A medida que el año se acaba, muchas personas se permiten mirar hacia adentro, y no es casualidad. Diciembre funciona como una pausa que invita a revisar lo vivido, agradecer lo que permaneció y soltar lo que ya no tiene lugar. Así nace el ritual de la “limpieza mental”, una práctica cada vez más común que busca ordenar emociones antes de que el calendario marque un nuevo comienzo.
Hay quienes escriben cartas que nunca enviarán, otros hacen listas de agradecimientos y aprendizajes, algunos deciden soltar relaciones que ya no les suman y muchos revisan pendientes emocionales que quedaron abiertos.
Y para ello hay una explicación. La psicóloga Tatiana Martínez, afirma que diciembre actúa como un detonante emocional.
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“Este mes suele sentirse como una transición natural. El cierre de un ciclo nos invita a hacer un balance y a pensar en lo que queremos para el año que viene. El cerebro interpreta esta época como un momento especial, casi simbólico, y por eso aparece esa necesidad de renovarnos, de soltar lo que pesa y hacer ajustes internos”.
Es así como esta época se convierte en el momento en que muchas personas se permiten sentir, revisar errores, reconocer duelos no resueltos y agradecer lo que sobrevivió al desgaste del tiempo.
Sin embargo, Martínez explica que esta sensación de renovación también puede ser engañosa. “Esa sensación de cambio es real, pero también puede hacernos creer que solo en esta época podemos comenzar de nuevo. Y no es así. El cambio no viene del calendario, sino de nuestras decisiones diarias”.
Acciones que toman auge
En redes sociales, el ritual de escribir cartas para cerrar el año y atraer lo que viene se volvió tendencia. Martiza Olivo decidió sumarse, afirmando que era la mejor manera de descargar todo lo que tenía en su mente.
“A veces uno se repite muchas cosas en la cabeza, pero me he dado cuenta que las energías sí existen y para mí, cuando se escribe una carta se entrega una energía. Nos olvidamos de agradecer y solo pedimos, por ello, a través de ese papel siempre me ha gustado agradecer y soltar”.
Suele guardar las cartas en un sobre que marcó con la fecha y las deja en el fondo de un cajón.
“Siempre hago otra para manifestar lo que quiero en el 2026, pero creo que es la mejor manera de dejar ir lo que ya no nos sirve porque es cierto, en diciembre todos queremos una casa limpia y decorada, pero la mente debería estar igual”.
La psicóloga resalta que escribir lo que se siente o anotar motivos de gratitud es una forma directa de “vaciar” lo que se lleva por dentro. “Es como decirle a tu mente: esto ya no está ocupando espacio en mi cabeza, lo dejé aquí”.
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Ese ejercicio, aparentemente simple, obliga a un proceso muy íntimo. “Cuando escribes lo que sientes, te ves obligado a aclarar tus emociones, a ponerles nombres y a describir lo que te afectó”. Frases como “me molestó que no se cumpliera lo que yo esperaba” ayudan a desenredar aquello que permanecía atascado, sin palabras ni comprensión.
La gratitud, que suele acompañar estos rituales de escritura, también cumple un papel clave.
“Practicar la gratitud tiene un impacto real en el cerebro. Enfocarse en lo positivo, aunque sea solo escribiéndolo, activa zonas relacionadas con la calma y la sensación de bienestar”
Purificación e identidad
El sociólogo Jair Vega explica que estas prácticas de “limpieza” o “purificación” deben entenderse como rituales sociales, aunque se realicen en la esfera privada.
“Si bien se asumen de manera individual, hacen parte de significaciones colectivas que pueden estar asociadas a un ejercicio personal, a un proyecto reflexivo continuo para construir una identidad coherente en un mundo incierto y cambiante”, señala, retomando la mirada del sociólogo británico Anthony Giddens.
A Maritza OIivo aún le faltan rituales por realizar, algunos de ellos están más cerca de Fin de Año y extiende la invitación para que más personas se unan. “Yo suelo prender muchas velas para que se vayan las malas energías. Espero todos limpien su mente”.





















