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Barranquilla suena diferente cuando llega la Fiesta de Velitas. La ciudad se enciende y canta al compás de un repertorio que creó el fallecido maestro Adolfo Ernesto Echeverría Comas, quien con su pluma festiva realzó la celebración del 7 de diciembre.

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Y es que, para los amantes de la fiesta decembrina, son canciones como Las cuatro fiestas y La Inmaculada las que despiertan todo ese espíritu que desde ya encienden la Navidad.

Su hijo, Fito Echeverría, hoy vocalista del Grupo Niche, desempolva en diálogo con EL HERALDO la vida, milagros y nostalgias que rodean la creación de estos éxitos que por estos días dominan las emisoras y las reuniones familiares.

Uno de los temas más emblemáticos es Las cuatro fiestas, incluida en el cancionero tropical del Caribe desde 1967. “La canción está compuesta en una estructura que evoca cuatro fechas sagradas de la rumba barranquillera: la fiesta de Velitas, Navidad, Año Nuevo y Carnaval”, afirma Fito con precisión de heredero.

La versión que abrió el camino la inmortalizó la bolerista Nury Borrás, una intérprete ajena a la música tropical, pero que, según Fito, llegó en el momento perfecto. “Mi papá le dio la oportunidad y ella le puso esa voz dulce, femenina, que la canción necesitaba”, dijo sobre la vocalista que falleció hace 30 años.

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Décadas más tarde, el vallenato la arropó para siempre en la voz del Cacique de La Junta, Diomedes Díaz, dándole un nuevo aire popular. “Yo vivo agradecido con sus hijos y con toda la generación vallenata que la siguen cantando, como Elder Dayán Díaz y Rafael Santos Díaz, gracias a ellos la canción sigue vigente”.

Milagro hecho canción

La otra protagonista de Las Velitas es La Inmaculada, himno de devoción a la Virgen, pero también fruto de una promesa hecha por el maestro.

Fito narra la anécdota como quien la ha escuchado mil veces: en el aeropuerto de Nueva York, a principios de los 70, su padre se quedó sin documentos ni identificaciones tras extraviar un bolso con arreglos musicales y papeles personales, pasando así un mes de muchas necesidades en Estados Unidos.

Cortesía

“Sentado en el aeropuerto, le pidió a la Virgen que le hiciera el milagro. Si le aparecía el bolso, él le hacía una canción”, recuerda.

Contra todo pronóstico, el maletín apareció antes del 7 de diciembre. La promesa se cumplió y en 1974 nació esta joya que hoy sigue sonando en las diales de la costa.

Sabor agridulce

La nostalgia de Fito tiene dos rostros. Por un lado, el vacío de no haber vivido Las Velitas en casa con su padre, atrapado en agendas apretadas que lo tenían siempre entre escenarios. “Los 7 de diciembre en mi casa siempre se trabajaban. Era difícil verlo en casa, quienes sí lo pudieron disfrutar fueron mis hijos”.

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Pero la otra cara es la alegría de la trascendencia: más de 100 artistas han grabado sus obras, algunas acumulan entre 60 y 70 versiones, en géneros tan diversos como cumbia, salsa y merengue.

Entre quienes internacionalizaron su música figuran leyendas como Celia Cruz, Víctor Manuel, Rafael Orozco y el recordado Joe Arroyo. Desde República Dominicana también llegó una versión merengue de Amaneciendo, popularizada por Fernandito Villalona. “Ese es como si fuese el Diomedes Díaz de ellos”, dice entre risas y orgullo.

Defendiendo su legado

El legado del maestro Adolfo es defendido por Anastacia Arrieta, madre de Fito y también por sus hermanos: Rufino, Ana Sofía, Luz Marina, Gil, Adolfo Ernesto y María José. A todos ellos les agradece su lucha, sin embargo el cantante de Niche tiene en mente una serie de proyectos que desarrollará desde su faceta artística.

Junto a su esposa quiere crear una pequeña compañía con la que sueña levantar en Barranquilla un gran homenaje turístico. Una estatua con faroles que reproduzcan cada una de las canciones de su padre, un libro que eduque sobre el origen de su repertorio, un álbum con versiones sinfónicas de sus clásicos y un museo que cuente quién fue Adolfo Echeverría y por qué la ciudad sigue cantando sus hits.

“Mi viejo siempre me dijo: ‘Hijo, no me dejes morir lo mío’. Y yo tengo esa deuda con él, debo mantener su legado”, concluye.

Al final, Fito abre un paréntesis inevitable: Sayco, entidad encargada de gestionar derechos de autor y regalías en Colombia.

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Explica que su familia no está completamente conforme con el dinero que recibe, debido a que creen que la música de su padre genera demasiado y las liquidaciones son bajas.

“Yo no sé si liquidan por la versión original o por todas las versiones. Porque, por ejemplo, yo puedo sacarte 100 versiones de Amaneciendo y decir: ¿por qué llegan tan pocas regalías si suena en cualquier rincón del mundo?”.

Y mientras la ciudad prende velitas y canta a todo pulmón “Qué linda la fiesta es en un 8 de diciembre/ Qué linda la fiesta es en un 8 de diciembre/ Al sonar del traquitraqui que el sabroso amanecer/ Con ese ambiente prendido me dan ganas de beber”, diciembre y el inicio del año quedan unidos como hace 58 años por cuatro fiestas que Adolfo Echeverría supo conjugar con su original propuesta musical.