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En 2005, Rodolfo González subió por primera vez a un escenario para contar una historia. No sabía que ese paso se convertiría en el inicio de un oficio que lo llevaría a recorrer pueblos, plazas, teatros y hasta ferias internacionales. Hoy, con 20 años de trayectoria, este periodista e historiador por la Universidad de Costa Rica se define, ante todo, como un cuentero que disfruta tender un puente entre la memoria y la risa.

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“Yo empecé a narrar cuentos en el 2005, quiere decir que ya tenemos 20 años de estar narrando por la vida”, recuerda, con ese tono que combina la picardía tica con la pausa de quien quiere que cada palabra se entienda.

González no cuenta cualquier historia. Su terreno es el de los relatos históricos que han circulado de boca en boca, momentos importantes de su país o las leyendas y las vidas de santos. En sus funciones, lo mismo puede hablar de una aparición mariana en un caserío olvidado que de un episodio bélico, siempre con un toque de humor y sin burlarse de la fe o la memoria de la gente.

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“Mi formación es de periodista e historiador, y eso me hace ser cuidadoso con la información. Pero la cuentería me da la licencia de ponerle gracia, de hacerlo ameno. Lo importante es que la gente se vaya con algo aprendido y con una sonrisa”.

Para él, la narración oral no es solo entretenimiento: es un acto de preservación cultural.

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“En Costa Rica tenemos un montón de historias que, si no se cuentan, se mueren. La oralidad ha sido siempre la forma más democrática de transmitir conocimiento. No hace falta saber leer para escuchar un cuento”. Por eso, desde hace años, investiga, pregunta a la gente mayor y rebusca en archivos para luego darles nueva vida en el escenario.

Trabajo de investigación

Ese trabajo de campo no es improvisado. González pasa semanas investigando antes de incluir una historia en su repertorio.

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“Yo no me paro a contar algo que no haya contrastado. Si es una leyenda, trato de buscar sus variantes, cómo se ha contado en distintos pueblos, y luego decido qué versión voy a usar. Y si es historia, pues me voy a las fuentes, porque me parece una falta de respeto inventar sobre hechos reales”.

El Caribe Cuenta/Cortesía

Su estilo tiene una marca personal: el humor. Pero no cualquiera. “El humor no es burlarse. Es encontrar el detalle humano, la cosita que hace que el público se sienta parte de la historia. A veces la gente cree que el humor es un chiste de por medio, y no. El humor puede ser un gesto, una pausa, una manera de decir algo para que todos se vean reflejados”.

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A lo largo de estas dos décadas, González ha llevado sus cuentos a escenarios en Costa Rica y fuera del país. Ha participado en festivales de narración oral, encuentros literarios y actividades comunitarias. Sin embargo, no olvida que su oficio nació en plazas pequeñas, con públicos que a veces no pasaban de diez personas. “Uno empieza narrando en cualquier lado: en la esquina de una feria, en una escuela con niños que no se quedan quietos, en un café donde la gente está más pendiente del celular que de uno. Ahí uno aprende a ganarse la atención”.

También ha visto cómo la narración oral se ha transformado. “Antes, el cuentero se plantaba y contaba. Ahora competimos con pantallas, redes sociales, videos cortos. Eso te obliga a repensar cómo cuentas, a buscar maneras de enganchar rápido, sin perder la esencia”.

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Sus temas favoritos, dice, son las historias de santos y milagros, no por devoción personal, sino por lo que revelan sobre las comunidades. “Un milagro contado en un pueblo no habla solo del santo, habla de la gente, de lo que necesitan, de lo que esperan. Son espejos culturales. A mí me encanta ver cómo esas narraciones dicen tanto de nosotros”.

Primera vez en Barranquilla

Por ello, este año es uno de los invitados especiales a la edición 28 de El Caribe Cuenta, escenario que pisará por primera vez tras un intento fallido en 2020.

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“Para El Caribe Cuenta en Barranquilla, pensé en llevar un cuento basado en un libro de historia de Costa Rica sobre un santo falso creado por un pueblo para participar en una procesión tradicional, junto con otras historias graciosas sobre procesiones y santos”, comentó.

El Caribe Cuenta/Cortesía