Todos aquellos que han leído Cien años de soledad se han imaginado a los personajes a su manera y también los han vestido acorde a su creatividad. Pero, cuando se trata ya de llevarlo a una mega producción que ha sido esperada por años, el trabajo ya no pasa por la inventiva sino por la investigación.
Y justamente eso es lo que ha estado haciendo el equipo de diseño de vestuario de la serie homónima que prepara Netflix sobre la obra del Nobel Gabriel García Márquez en los últimos tres años.
¿Cómo se vestirían Jose Arcadio y Úrsula, o Remedios la bella, o el Coronel Aureliano o Cataure? Esas preguntas que quizá todos nos hemos hecho también fueron cuestionamientos que tuvo Catherine Rodríguez, la diseñadora de vestuario de la serie.
“Hay que entender y calcular cómo ubicar los espacios temporalmente porque Macondo no existe en realidad. La investigación nos arroja que no existían fotografías para clases populares y lo que sí está claro, es que justamente esas son las personas que habitan Macondo”.
Por eso, teniendo en cuenta esa limitación empezó la exhaustiva investigación que los llevó por los caminos de los viajeros del siglo XIX, que, según Rodríguez, fue la forma más sensata de llegar a imágenes y a cuadros de costumbres específicas.
Allí encontraron libros de la Comisión Corográfica, especialmente un libro de José María Gutiérrez de Alba, un viajero español que quería entablar relaciones entre la corona española y Colombia, al igual que con unos franceses que tenían una separata dominical en un periódico que se llamaba Le Tour du monde 2.
Es así como luego de haber hecho esa revisión bibliográfica pudieron obtener entre 100 y 200 imágenes de catalogación que usaron como referente aunque “hay mucho que no funciona para una adaptación cinematográfica, ahí entra un poco de ficción para lograr acomodarse a lo verdadero”, dijo a EL HERALDO.
Trabajando con comunidades
Y, más allá de ese insumo de imágenes, también trabajaron de la mano con comunidades locales de diferentes partes del país, incluido el Caribe, para hacer todo lo necesario,
“Fuimos a buscar personas de la comunidad Wayúu para hacer los objetos y vestimenta de Visitación y Cataure, porque era el derecho de las cosas; que las personas que saben hacer sus trajes tradicionales nos hicieran el vestuario tan típico de estos dos personajes”, explicó.
Es así como en ese equipo son unas 60 personas las que trabajan en un taller de confección y un taller de ambientación de vestuario. Allí, toda la ropa que se verá en la serie es hecha desde cero con un 97 % de tela comprada en Colombia. Y, para el momento de esta publicación más de 35 mil prendas han sido fabricadas.
“Todo ha partido de una aproximación desde el respeto, porque claro, cuando se investiga a veces uno se siente “más papista que el Papa”, pero recibir acompañamientos en los que, por ejemplo, una persona de un grupo al que estamos indagando se acerca y nos dice ‘Yo creo que debería ser así porque tengo una foto de mi abuelo exactamente de esa forma’ es muy valioso”.

Los personajes
Tras haber conocido a detalle el trabajo minucioso para vestirlos como García Márquez lo pensó o como la época dictaba que se hiciera, se fue conociendo cómo fue la construcción de vestuario de cada personaje.
Por ejemplo, Melquiades, según contó la diseñadora, quisieron hacerlo ver intrigante, misterioso y mágico, pues estaban aprovechando todas las posibilidades de hacer el vestuario, de maquinar y de soñarlo un poco.
“Usamos una técnica que se llama devoré, con la que se intervino un terciopelo de seda. Se hace con un químico y tiene imperfecciones. Si hubiéramos comprado un terciopelo devorado industrialmente, vendría perfectamente milimetrado, pero esto está hecho a mano”, detalló.
Melquiades también tiene detalles en sánscrito, ya que es un alquimista. “Para nosotros tiene una importancia que se vea como un hombre de ciencia; lo que el libro dice es que él introdujo muchas cosas a Macondo que eran “artilugios”, pero realmente era ciencia, entonces esto es parte de lo que queremos contar con su vestuario”.

De igual forma, Jose Arcadio Buendía, en el momento del éxodo, en busca de Macondo viste un capisayo, que funcionaba como el impermeable de la época.
“El libro nos cuenta que es una larga travesía y ellos, por supuesto, estaban preparados para lo adverso que era el espacio y tiempo. Parte de eso es este capisayo, que funcionaba como el impermeable de la época, y con base en la referencia del libro de José María Gutiérrez de Alba, nos dice que era muy usual que la gente cogiera hojas y los fabricara con estas”, añadió.
Por otro lado, uno de los más elaborados es el vestido de matrimonio de Úrsula. Para adornarlo utilizaron las alas de un cucarrón, “lo curioso aquí es que esta es una figura muy usada en el siglo XIX, porque las mujeres no tenían cómo pagar joyas o gemas, entonces embellecían las prendas con elementos naturales o con bordado. Úrsula se esmeró y bordó esto, que básicamente le da origen a la novela”.
Finalmente, otro de los personajes que marcan el rumbo de la historia es el Coronel Aureliano Buendía, que para el momento de la serie está situada aproximadamente en 1890 y toman como referencia la Guerra de los Mil Días que es sobre el principio del siglo XX.

Por ello Aureliano tiene sus elementos rojos, que hacen alusión al Partido liberal, debido a que esto tiene un significado en el hilo conductor de la historia y no es algo menor.
Finalmente, para el vestido de matrimonio de Remedios se utilizaron telas como organza y shantung de seda, porque dentro de la investigación y la visión que querían darle la familia de ella tenía los medios para costearlo.
“En un momento de la historia colombiana la ropa era heredada y el hecho de que se estrenaran piezas nuevas de vestuario en una familia nos decía que había mucho dinero para invertir”.





















