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La moda se crea con dedicación y reconciliación. Cada vez más alejado de la reafirmación de los estereotipos sociales de belleza, la industria de la indumentaria busca fijar su atención en la creación de prendas y accesorios conscientes.

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Aunque reciente, este último concepto representa uno de los grandes movimientos dentro del sector de la moda, ya que no solo va dirigido al uso de materiales que sean amigables con el medioambiente, sino con las intenciones detrás de cada producto.

Si bien las expresiones artísticas refieren un trabajo creativo, estas también cargan un potencial humano valioso, en el cual adquirir nuevas habilidades para la vida que terminan impactando positivamente desde el desarrollo personal hasta el profesional.

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A propósito de ello, en Barranquilla, el Centro de Rehabilitación Femenino El Buen Pastor, cuenta con dos programas de formación-creación, en el cual las internas tienen la posibilidad de aprender técnicas de costura, bisutería y marroquinería, con las cuales crean piezas llenas de esperanza.

Manos libres y Fundación Esperanza son los proyectos y, consecuentemente, las marcas con las que se trabaja en los talleres, ambas están enfocadas a compartir la moda como una excusa para potencializar los talentos que tienen estas mujeres privadas de la libertad.

Segundas oportunidades

Convencida de que las segundas oportunidades sí existen, Margarita Cantillo, quien lleva un año y cinco meses en este centro de rehabilitación femenino, actualmente es la líder del taller de confección.

Aunque ingresó a este lugar sin ningún tipo de conocimiento sobre confección y costura, ahora asegura ser un experta en este nuevo oficio que considera todo un arte. 'Para mi aprender ha sido gratificante, esto me ha cambiado la vida porque yo llegué sin saber nada y ahora ya soy capaz de trabajar en esto. Cada vez que veo un trabajo terminado es para mí lo más significativo'.

Dentro de la multiplicidad de técnicas de confección y costura que se han transformado en proyectos personales y empresariales, Margarita dice que se han fortalecido en técnicas como: Croché, tejido, macramé, doble punto, bordado y manufactura sobre medida.

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Entre los productos que han entregado desde el taller se destacan la participación en la colección ‘La descendencia’ de Judy Hazbún y la confección de dos vestidos de las reinas del Carnaval, Valeria Charris y Natalia De Castro.

'Esto ha sido una experiencia maravillosa que comprueba que realmente las segundas oportunidades sí existen, trabajar con expertas como Judy Hazbún y aportar al Carnaval desde los vestuarios ha sido un reto, pero al mismo tiempo un gran logro'.

Al terminar su tiempo de reclusión, Margarita sueña con tener su propio taller para así generar empleo en la ciudad.

Bisutería con identidad

Crear piezas de joyería y estar vinculadas a todos los procesos de ciudad es uno de los sueños cumplidos de Daniela Perez.

Esta mujer, aunque está privada de la libertad, sueña con crear su propia fundación al salir del centro de reclusión para continuar con esta labor.

Dentro de las experiencias que narra, una de ellas se convierte en protagonista, el sentido social que esto le ha dado a su vida.

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'Aquí hemos aprendido mucho, y de hecho era algo que no me esperaba; sin embargo, llegar y encontrar esta oportunidad me ha hecho pensar también en cómo beneficiar a otras mujeres, en mostrarle que esto también las puede ayudar a salir de la delincuencia y los vicios'.

A propósito de estas nuevas habilidades, así como Daniela, otras 15 mujeres más han aprendido a crear aretes, collares, manillas, anillos e intervenir mochilas con pedrería.

'Con este arte hemos creado muchas cosas, los accesorios que usó la primera dama, Verónica Alcocer, en la Batalla de Flores de la 44 y las manillas de los 210 años de la ciudad, entre otros, y eso es motivo de orgullo para nosotras'.

Las manos sobre el cuero

El último de los tres talleres con los que cuenta el Centro de Rehabilitación está enfocado a la marroquinería, en este los bolsos, sandalias, correas y bolsos de mano.

Erika Echavarría, quien ha sido una de las abanderadas del proceso contó cómo estos espacios de formación han representado un beneficio.

'Todo lo que hemos aprendido hace parte de un convenio con el Sena, y lo hemos sabido aprovechar, hoy somos expertas y desde aquí podemos generar ingresos y ayudar a nuestras familias'.

Enseñando con amor

Detrás de todo este proceso de creación existe un recurso humano invaluable, un grupo de voluntarias del programa que donan su tiempo y conocimientos para capacitar a estas mujeres.

Mónica Arenas es una barranquillera que hace parte de los instructores del segmento de bisutería. En su espacio semanal, ella asegura que prioriza dos cosas: a Dios y las ganas de aprender.

'Siempre he creído que para aprender solo se necesita tener ganas, y aquí las hay de sobra. Mujeres que jamás pensaron que podían ser capaces hoy son las mejores y crean cosas maravillosas'.

Por otra parte, la instructora también dijo que lo más gratificante de todo el proceso es cuando cada una de estas mujeres logra ver su producto terminado.

Una colección para no olvidar

Convencida de la necesidad de entender que hay que conquistar su propio poder, en 2019 Judy Hazbún decide darle una nueva orientación a su marca. Recordando que su amiga Claudia Quintero piloteaba un programa dentro del Centro de Rehabilitación se ponen de acuerdo para trabajar en conjunto.

A partir de allí, Judy Hazbún ha hecho de su proyecto un universo de posibilidades, en el que se destaca la oportunidad de creer en las segundas oportunidades.

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'Lo más significativo de todo esto ha sido poder enseñar, en Judy Hazbún ya no vendemos ropa, eso solo es el ejercicio final; ahora, lo que realmente hacemos es crear sentido a través de manos talentosas que desean cambiar su historia'.

Actualmente, el nuevo proyecto en el que trabaja Hazbún con las mujeres de El Buen Pastor es en la camisa que habla, una prenda superior hecha en materiales sostenibles y con mensajes motivacionales.

Cargadas de ‘Esperanza’

Claudia Quintero, líder de este proyecto ‘Esperanza’, trabaja directamente con mujeres privadas de la libertad y pospenadas, en este se prioriza el sentido social, pero sobre todo lo que más cuentan es la vida.

Entre la multiplicidad de historias que se encuentran dentro de este Centro de Rehabilitación lo más importante, según Quintero, es el presente. 'En la fundación intentamos priorizar las ganas que se tienen para cambiar y como estas se pueden materializar en procesos creativos'.

Más allá de los números, para la fundación los resultados más significativos comprenden la renovación de perspectiva que reciben las mujeres y cómo al salir de su reclusión comienzan a impactar positivamente a su comunidad.