El Heraldo
Vista del sector norte de Cartagena e incluye los sectores del centro histórico y Pie del Cerro. Shutterstock
Política

La Ley del Montes | ¡Ganó la corrupción...!

Cartagena y Bolívar están en manos de una clase política indolente y cínica que tiene, por desgracia, respaldo electoral. ¿Cómo enfrentarla?

Se volvió lugar común hablar del mal momento que atraviesa Cartagena, la ciudad más querida por los colombianos. No pasa un día sin que la capital de Bolívar sea mencionada en un escándalo de corrupción, que involucra a su clase dirigente y también a un buen número de contratistas, que encontraron en la administración de los recursos públicos la mejor fuente de enriquecimiento ilícito. La ciudad –y ahora también el departamento– no resiste un escándalo más.

El más reciente –que no será el últim–- fue develado por la Fiscalía General de la Nación, entidad que dejó en evidencia la forma cínica y desvergonzada que utilizan algunos de sus políticos para saquear las arcas distritales y departamentales.

De acuerdo con el organismo investigador, las entidades que habrían sido objeto del robo multimillonario serían Aguas de Bolívar y las oficinas de Infraestructura y Jurídicas de la Gobernación de Bolívar. Los principales protagonistas de este nuevo capítulo de corrupción son el exsenador Vicente Blel Saad y su sobrino Miguel Torres Scaff, ex gerente de Aguas de Bolívar, quienes en varias conversaciones interceptadas hablan de absoluto descaro de la forma cómo opera el saqueo de los recursos públicos, con la participación directa de funcionarios, políticos y contratistas. El nombre del senador liberal y actual presidente del Senado, Lidio García, también aparece mencionado en las conversaciones interceptadas. El escándalo le costó el puesto a Torres Scaff, quien debió renunciar en medio de la tormenta desatada.

El nombre de Vicente Blel –el otro actor principal–es muy conocido por los colombianos porque hace parte de la larga lista de políticos de la Región Caribe que fueron condenados por la Corte Suprema de Justicia por sus vínculos con organizaciones criminales de extrema derecha, en el tristemente célebre capítulo de la “parapolítica”. Blel Saad es, pues, un excongresista con pasado delictivo y voluminoso prontuario.

De acuerdo con la Fiscalía, el saqueo comprometería las arcas de los acueductos del Carmen de Bolívar, El Peñón, San Juan Nepomuceno y San Jacinto. Es decir, se trata de recursos públicos de municipios pertenecientes a los Montes de María, la zona de la Región Caribe más afectada por el conflicto armado en las últimas décadas, razón por la cual es también una de las más atrasadas del país.

La Fiscalía General investiga la posible participación del gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, en los hechos que son objeto de valoración y seguimiento. Las pruebas recabadas en este caso serán remitidas a la Corte Suprema de Justicia para que este alto tribunal asuma la totalidad de la investigación.

Fuentes cercanas al organismo investigador sostienen que buena parte de los multimillonarios recursos que han sido malversados o saqueados estarían siendo utilizados para financiar tanto campañas a alcaldías de Bolívar como a la Gobernación del Departamento. El propio fiscal general encargado, Fabio Espitia, habló de “veinte mil millones de pesos”, como cifra que se estaría invirtiendo de manera ilegal en la actual campaña electoral. Dicho monto es cinco veces superior al autorizado por las autoridades electorales.

Pero no solo la Fiscalía General tiene la lupa puesta en el manejo irregular de los recursos de Bolívar. Tanto la Procuraduría General como la Contraloría también llevan a cabo sus propias pesquisas. Esta última entidad, por ejemplo, halló que las obras del acueducto del Carmen de Bolívar no solo no cuentan con un operador, sino que han sufrido múltiples modificaciones, lo que ha ocasionado enormes atrasos en la obra.

La campaña a la Alcaldía de Cartagena también es objeto de investigaciones para tratar de establecer el origen de la “danza multimillonaria de recursos”. La violación de los topes legalmente establecidos, así como la presunta participación en política de funcionarios públicos, son objeto de revisión por parte de las autoridades.

Pese a la crisis administrativa, política y financiera, la Alcaldía de Cartagena es una de las más apetecidas del país, no solo por tratarse de la ciudad más querida por los colombianos, sino porque el cargo permite una enorme exposición mediática, así como una gran disposición de recursos frescos por cuenta del respaldo que brinda el Gobierno Nacional, o la empresa privada, a múltiples eventos que se celebran casi a diario en la ciudad. En la actualidad, más de una docena de candidatos -entre hombres y mujeres- aspiran a ser elegidos en próximo 27 de octubre. ¿Qué está pasando en Cartagena y Bolívar que tiene alarmadas a las autoridades?

No puede haber buenos gobernantes con malos electores

Hace algún tiempo, Juan Gossaín -el hijo adoptivo más ilustre de Cartagena- se refirió a la crisis de la ciudad. Lo hizo de forma cruda y certera. 

En Cartagena -dijo Gossaín- no podemos hablar de buenas elecciones, cuando un domingo típico de elecciones, las clases más pudientes de la ciudad, las clases dirigentes, se levantan bien temprano pero no para ir a votar, sino para irse a las Islas del Rosario. Y los más pobres, se levantan a esa misma hora, pero tampoco para ir a votar, sino para vender su voto. Al día siguiente, unos y otros se encuentran en el Parque Bolívar para criticar la elección del día anterior”. “No puede haber buenos gobernantes -sentenció el periodista y escritor- con malos electores, ni puede haber buenos electores con malos gobernantes”. Y Gossaín tiene toda la razón: Cartagena y ahora Bolívar tienen los gobernantes que sus votantes eligen. Unos por desidia y pereza y otros porque desconocen el “crimen” que hay detrás de la venta de su voto. Unos y otros desprecian el valor supremo de toda democracia: poder elegir libremente a quienes queremos que nos gobiernen. Mientras no exista plena conciencia de lo perverso que resultan ambas prácticas, Cartagena y Bolívar seguirán al garete y nadando en corrupción.

Títeres incinerados, pero titiriteros impunes

En los últimos 7 años Cartagena ha tenido 15 alcaldes. Ya todos perdimos la cuenta de cuántos de ellos han sido destituidos por corruptos. Pero ocurre algo muy curioso: caen los alcaldes por deshonestos, pero no sus padrinos políticos, como Vicente Blel, Juan José García, William Montes y un largo etcétera. Son estos últimos quienes mueven los hilos para que sus fichas roben a manos llenas. Caen los títeres, pero no los titiriteros. La galería festeja la muerte política de las marionetas y contribuyen a incinerarlas, pero se olvida de quienes las pusieron en escena. La forma en que se expresa Blel de los votantes cartageneros, no difiere en nada de la manera cómo lo hacen sus colegas. El cinismo y la indolencia son iguales. En esta oportunidad figura “Vicentico” Blel, hijo de Blel Saad, como aspirante a la Gobernación de Bolívar, quien salió presuroso a marcar distancia con su progenitor. “Vicentico” sostiene que no será títere de su padre. Dado los antecedentes del personaje y de la forma cómo se expresa, resulta muy difícil creer en ese compromiso. ¿Si Blel convierte en títere a los extraños, por qué no habría de hacerlo con su propio hijo?

¿Qué hacer ante la crisis?

En términos democráticos -y mientras avanzan las investigaciones- quienes tienen la última palabra son los electores. Nadie más. La responsabilidad de lo que sucede la tienen quienes eligen a los gobernantes. Pero también son los electores quienes tienen la solución. ¿Cómo? Eligiendo a los más preparados, los más honestos, los mejores. En una democracia el poder radica en el voto. Punto. Los gobernantes de Cartagena y Bolívar fueron puestos allí por los electores. No fueron impuestos por obligación, fueron elegidos en las urnas. Pero así como el votante elige corruptos, puede dejar de elegirlos. El que elige corruptos no es víctima de la corrupción, sino su cómplice. ¿Es muy difícil lograr en Cartagena un gran acuerdo electoral -en el que participen academia y gremios, entre otros- que permita castigar a quienes por décadas han saqueado la ciudad? ¿Es imposible hacerle frente y derrotar a los corruptos?

¿Y el voto en blanco?

Es una lástima que una herramienta poderosa del sistema democrático, como es el voto en blanco, carezca de efectos prácticos en Colombia en general y en Cartagena en particular. El voto en blanco permite la participación activa en la jornada electoral, sirve como “voto de castigo” y contribuye a derrotar el abstencionismo. Votar en blanco es una manera de decirles basta ya a quienes manipulan y se burlan de los votantes. Pero para ello se requiere no sólo de una intensa pedagogía electoral, sino de una profunda madurez política, algo que -por desgracia- estamos a años luz de alcanzar. La carencia absoluta de conciencia política y de madurez electoral permiten, por ejemplo, que prácticas perversas y antidemocráticas, como el clientelismo y la compra de votos, tengan tanto arraigo en nuestra sociedad. De esta manera, el voto en blanco -que es una herramienta válida y legítima - es visto como un recurso exótico y sin ningún peso específico en materia electoral.

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