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Hace una semana, mientras cientos de miles de colombianos disfrutaban las vacaciones de Semana Santa, se generó un hecho político anhelado por muchos analistas y votantes de centro. Sergio Fajardo y Humberto De la Calle se sentaron alrededor de un café para discutir una eventual alianza para la carrera presidencial. El resultado principal del encuentro fue el anuncio del candidato oficial de Liberalismo de que elevaría una consulta a las autoridades electorales para bendecir jurídicamente lo ya acordado en lo político.

Ambos aspirantes materializaron así la ilusión de un bloque del electorado que presenció con horror la más reciente ola de encuestas. Hoy la foto de la contienda presidencial, reflejada en cuatro encuestas de distintos medios y firmas, muestra una segunda vuelta entre el uribista Iván Duque y el ex alcalde de izquierda Gustavo Petro. Producto del impulso de las dos consultas interpartidistas, la derecha y la izquierda consolidaron sus respectivas apuestas en detrimento de los otros tres aspirantes con mayor registro: Fajardo, De la Calle y el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras.

El Arquitecto no construyó

Para todos efectos esa taza de tinto simboliza el fin de la campaña presidencial de Humberto De la Calle. En el papel y hasta hace medio año la aspiración delacallista contaba con muchos factores a su favor. Además de ser el arquitecto del Acuerdo de Paz con las Farc, el candidato proyecta tanto experiencia como una imagen de estadista. A lo anterior se sumaría el respaldo de un bloque parlamentario como el Liberal, eje de la coalición de gobierno.

Pero De la Calle nunca despegó. Las dificultades de la implementación de los acuerdos con la guerra- reales y percibidos- hundieron su principal bandera. La unión con la exministra Clara López no le trajo los votos de la izquierda, que se desplazaron donde Petro. Las estructuras políticas liberales no lo acompañaron en su totalidad ni con entusiasmo. Y por último quedó como el más santista y continuista de los candidatos en medio de una campaña en la cual la imagen negativa del presidente Santos supera el 60 por ciento.

En una campaña donde la paz pesa poco, las Farc no registran ni tienen candidato oficial y nadie defiende la implementación, De la Calle languidece. El mejor camino para que el exjefe negociador y el Liberalismo no terminen en una debacle electoral parecida a la de Rafael Pardo en 2010 es unirse a Sergio Fajardo.

#NiPetroNiUribe

La mejor carta para la unión del café es constituirse en una tercería frente al pulso Duque versus Petro. El propio candidato de la Coalición Colombia escribió en un trino que los dos aspirantes representan 'lo que necesita Colombia en el marco de la polarización'. La apuesta de esta alianza para pisar la segunda vuelta depende, en buena medida, de que un número grande de votantes no sólo rechace las opciones del uribismo y de la izquierda sino que se sienta impulsado a escoger a Fajardo. De hecho, con un cupo en segunda vuelta, el exgobernador antioqueño derrota a todos menos a Duque.

El problema está en que, más allá del compromiso anti-corrupción y del rechazo a la politiquería, la plataforma de la Coalición Colombia no ha logrado emocionar a los electores. Por ejemplo, según datos de la más reciente encuesta Invamer, la corrupción es la principal problema que debe ser resuelto por el próximo presidente de Colombia. En esa misma medición el exgobernador Fajardo, cuya campaña gira en torno a la ética, cayó diez puntos porcentuales en intención de voto. No basta con promover una plataforma anti-corrupción, hay que conseguir que un bloque importante de colombianos crea que el candidato detrás de esas ideas será capaz de ejecutarlas.

Para los seguidores de Fajardo y de De la Calle el escenario post-11 de marzo es una pesadilla hecha realidad: elegir en una segunda vuelta entre el candidato del uribismo y el representante de la izquierda populista. La narrativa anti-polarización de la Coalición Colombia pasa por revivir el centro en detrimento de las propuestas más radicales a ambos lados del espectro político. La pregunta que queda es: ante el craso error estratégico de Fajardo de haberse negado a una consulta para el pasado 11 de marzo, ¿es demasiado tarde para reanimar al centro?

Echando números

En los pasados comicios parlamentarios más de ocho millones de votantes no participaron en las consultas interpartidistas ganadas por Duque y Petro. La meta de la unión Fajardo-De la Calle es atraer a ese atractivo bloque de electores que muchos analistas caracterizaron como 'centro'. Sin duda esta alianza llena ese vacío en el espectro ideológico para quienes rechazan a Uribe y no les convence Petro por radical. Lo clave es cuántos quedan ya que una parte ya está con Duque mientras que otro bloque ha migrado a Petro. Jorge Galindo, analista de El País de Madrid, con números de Javier Moreno, ha calculado en poco más de 1,3 millones de votantes los que la Coalición Colombia reforzada con De la Calle tendría que capturar para desbancar a Petro de la segunda vuelta.

Esta no es una meta fácil de obtener. En especial cuando la nueva alianza se da después de conocida la ola de encuestas post-11 de marzo. Solo hasta cuándo los sondeos mostraron la disparada de Duque, la estabilización de Petro en el segundo lugar y la desinflada de Fajardo, este aceptó los acercamientos que por meses hizo Humberto De la Calle. Hoy sumados los dos nuevos socios quedan muy por debajo de los niveles de Petro. En otras palabras, el anuncio de una alianza centrista tuvo hasta poco antes del 11 de marzo la potencia de convertirse en un hecho político disruptivo. Como dirían en la política norteamericana, un 'game-changer'.

Las elecciones del 11 de marzo crearon el escenario político actual donde derecha e izquierda no solo son dinámicas y atractivas sino que, en especial la derecha, está atrayendo apoyos del llamado 'centro'. Hoy anunciar una unión de centro no basta para cambiar el juego. De superarse los inconvenientes jurídicos y si mantienen el apoyo de los liberales, a la campaña fajardista le toca llenar de contenido esta alianza centrista más allá de solo decirle no al uribismo y al populismo.

Trinos de papel

  • A raíz de encuestas recientes llama la atención los dirigentes reclamándole a los votantes la polarización sin asumir sus propios errores estratégicos durante la campaña.
  • De poco servirá la bancada 'Atlántico': estructuras personales sin agendas comunes ni grandes proyectos regionales de desarrollo.