El ingeniero forestal Carlos Llanos Rojas se quitó los guantes, caminó lento al encuentro de los amigos del ‘paciente’ y diagnosticó: 'Tiene estrés hídrico, perdió parte de sus bombas de succión, sus raíces se rompieron y al taladrar su tronco, botó látex, señal de que está vivo'.
Ese fue el 'parte médico' del árbol de caucho del Centro Histórico de Santa Marta que este especialista en arboricultura dio el 8 de enero del 2015, después que por efectos de una fuerte brisa, el gigante de 15 metros de altura se inclinó desde su base.
Para especialistas como Llanos, este el comienzo de la agonía del emblemático árbol que siete meses después moriría en el Polideportivo, el sitio donde fue trasplantado el 2 de abril de ese mismo año durante un proceso que se prolongó 14 horas.
La opinión del ingeniero forestal era que dejarlo en su hábitat (calle 22 con carrera 4) donde será construido el centro de compras Gran Bazar Santa Marta - no era muy buena alternativa dadas sus características morfológicas.
Someterlo a convivir con el peso de un edificio sería incrementar sus problemas estructurales y llevarlo a una inminente muerte, por eso, una forma de salvarlo era trasplantarlo, aseguró en esa época.
Su recomendación fue considerada por los ambientalistas como un triunfo en la defensa que libraron desde finales del año 2013 para impedir que el monumental caucho de un diámetro de copa de 12 metros y más de medio siglo de existencia, terminara en los dientes de una motosierra.

LA HISTORIA. El 1o. de febrero del 2014 empezó en Santa Marta la lucha ambiental más intensa protagonizada por sus habitantes. La noticia de que el frondoso árbol plantado en la avenida Santa Rita iba a ser talado para dar paso a la construcción de un centro de compras produjo enojo y rechazo.
Grupos ecologistas, organizaciones cívicas y culturales, gentes del común e incluso algunos turistas que para la época aún permanecían en la ciudad, se concentraron a su alrededor para protegerlo. Había que impedir a toda costa que lo mataran', era la consigna de defensores como la artista samaria Amaranta Chipiaje, quien pintó en el entorno cientos de rostros de niños con mensajes ambientales.
Protestas. En el mismo lugar los saltimbanquis de Taganga recrearon teatralmente la problemática y el grupo Ramón y Su Son, interpretaba la canción No me cortes, escrita para la ocasión.
José Alberto Barros, un conocido ambientalista samario, se trepó y abrigado por sus ramas durmió durante más de un mes. Solo se bajó cuando se tomó la decisión de no talarlo, sino de trasplantarlo. Esa noticia echó al cesto de la basura una acción popular que en ese momento llevaba más 6.000 firmas.
El 2 de abril del 2015 el árbol llegó a su nuevo ‘hogar’ en una operación que se inició a las 7 de la noche del día anterior y terminó a las 9 de la mañana cuando fue hincado. De su mantenimiento en los próximos dos años se ocuparía el grupo Fernández Inmuebles, encargada de la comercialización del Gran Bazar de Santa Marta.
LA MUERTE. En julio del año 2015, tres meses después de trasplantado, al árbol le nacieron nuevas ramas y hojas pero al cabo rato se fueron secando. Allí empezó la muerte lenta del ‘gigante de caucho’ que esta semana quedó al descubierto ante la opinión pública.
'Es muestra de la insensatez de los constructores que no comprenden el valor agregado que tiene un árbol a sus proyectos, pese escasear en esta jungla de cemento', reclamó el abogado y ecologista Eduardo Correa.
La autoridad ambiental del Distrito del Dadma, a través de su directora Clara Iguarán, responsabilizó del desastre ambiental a la firma Fernández Inmuebles al considerar que no cumplió cabalmente con el compromiso de mantenerlo.
Y aunque los empresarios dicen que cumplieron, aseguraron que acatan la sanción que impuso el Dadma: comprar y sembrar 1.000 árboles nativos en parques, avenidas y en la margen de los ríos Manzanares y Gaira' así como realizar una campaña de conciencia ambiental para 4.000 alumnos.
CONCEPTO CIENTIFICO. Sobre el terreno el ingeniero agrónomo Adalberto Ezpeleta Redondo opinó que el árbol de caucho pudo morir por factores que surgieron desde el mismo momento de su extracción del terreno donde nació.
Dijo que al erradicarlo de su hábitat habría presentado rompimiento de raíces, principales, al igual que secundarias y terciarias, además del estrés hídrico al trasplantarlo'.
A lo anterior – agregó – 'se suma la falta de un adecuado mantenimiento, es decir, riego contínuo y aplicación de vitaminas o nutrientes'.
El árbol completamente seco presenta hoy galerías de hormigas, señal inequívoca de que está muerto.




















