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Por: Donald Santis Zúñiga

¿Por qué los jóvenes se lanzan piedras y se atacan bajo la lluvia? Esa es la pregunta que se hacen los habitantes de los barrios populares de Barranquilla y su área metropolitana cada vez que se avecinan las precipitaciones y aparecen tanto menores como adultos por doquier para protagonizar contiendas absurdas en plena calle. Guerras a pura piedra, navaja, machete y hasta armas de fuego.

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Hay una clara estela de sangre que han dejado estos enfrentamientos, siendo un adolescente de solo 15 años uno de los fallecidos más recientes. Este, aunque sería ideal que estuviese en otro lugar, perdió la vida el sábado 4 de mayo en el barrio El Bosque, localidad Suroccidente de la ciudad, durante una guerra como las mencionadas.

Indefenso y bañado por las gotas de agua paulatinas que emanaban desde el cielo, recibió una fuerte pedrada en la cabeza que lo que dejó inconsciente de manera inmediata. No hubo vergüenza, tampoco duda por parte de su presunto agresor para herirlo. Fue un puro acto de violencia reprimida.

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Compañeros intentaron auxiliarlo a toda costa, lo llevaron a un centro asistencial cercano, pero les tocó escuchar la noticia que claramente no esperaban recibir: el adolescente había muerto.

Desde el año 2016 hasta la fecha, de acuerdo con registros de la prensa local, la ciudad ha sido epicentro de múltiples enfrentamientos bajo la lluvia. Contiendas que por lo menos han dejado una veintena de heridos y al menos 10 personas fallecidas.

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No es un dato menor que, según la misma estadística, la localidad Suroccidente sea el escenario donde más se presentan este tipo de episodios.

Muchos de los casos mencionados tienen lugar, aparentemente, por la cita de pandillas locales que aprovechan dicho contexto para solucionar sus rencillas. Al igual, quieren reinar en su zona y mantener el dominio en la nueva generación.

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Una gran cantidad de afectados señalan que estos ven la oportunidad de una escena libre de la intervención de la Policía, puesto que “son inamovibles durante los aguaceros”.

¿Hay alguna solución?

Esta problemática no es nueva, viene desde años anteriores. De hecho, las autoridades cuentan con puntos identificados y un plan especial de vigilancia. También intentan mitigarla con distintos programas de las administraciones. Algo que parece no ser suficiente.

Dayana Fontalvo, especialista en temas de seguridad ciudadana, asegura que no existen políticas de solución. Hace falta consistencia en las intervenciones pedagógicas, acompañamiento e incluso sanciones.

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“En Barranquilla hace más de 20 años se viene naturalizando que la lluvia y la violencia han estado unidas. Sincronizadas bajo situaciones conflictivas y de desviación social. Este fenómeno precisamente ha hecho que las acciones de violencia sean crecientes y cada vez con una mayor letalidad”, expuso Fontalvo, en una columna referente al tema.

Para ella, los jóvenes transitan por situaciones complejas entre las que se encuentran hogares disfuncionales, falta de orientación psicosocial, poca oferta educativa, carencia de ingesta alimenticia, entre otras. Algo que facilita la vinculación de bandas juveniles a subestructuras del crimen organizado.

El sicólogo Farid Carmona Alvarado hizo énfasis en que lo primordial para mitigar este dolor de cabeza es no dejar de lado a la familia.

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“Las familias han dejado una de las funciones más importantes en los últimos años: el acompañamiento y la orientación afectiva. Eso tiene mucho que ver con los hábitos, la autoestima y, por supuesto, con la convivencia”, precisó.

Carmona Alvarado sostuvo a EL HERALDO que este tipo de fenómenos tendrían solución ligándolos a temas de educación. Hizo un llamado importante al Gobierno nacional para poder lograr avances significativos.

“Lo que pasa es que la educación no solamente son las actividades pedagógicas institucionalizadas, sino que es un proceso permanente que surge desde la familia, continúa en la escuela y termina en la sociedad”, concluyó el especialista.

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El jefe de la Oficina para la Seguridad y Convivencia Ciudadana, Yesid Turbay, detalló recientemente que la mayoría de víctimas de homicidio en Barranquilla oscilaban entre los 18 y 28 años, incluyendo en ese rango las víctimas de las contiendas que se generan bajo la lluvia. Ese contexto en específico muestra que presuntos criminales inician su carrera delictiva desde los 14 años de edad.

Por tal motivo, hubo un tema en específico que manifestó el concejal Estefanel Gutiérrez Pérez sobre la problemática de los jóvenes y su injerencia en el conflicto cada vez que llueve. Señaló que observa una respuesta en los programas de convivencia para así disipar los problemas.

Gutiérrez Pérez propone que se masifique el programa llamado ‘IUB al barrio’, liderado por el Distrito: “Esta iniciativa ofrece 3.500 becas para programas técnicos y tecnólogos, los jóvenes no han aprovechado la oportunidad. Hasta el momento solo se han inscrito casi 800 personas”.

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“Nosotros mismos vamos a salir a buscar a esos jóvenes para que se inscriban. Al Distrito le he pedido que ojalá las sedes en donde se van a dictar estos programas, que son 10, sean en los barrios. Allí están los que más participan en violencia. Sueño con que en Carrizal, en colegios como el Miguel Ángel Willis o la IED Carrizal, tengamos una sede. Es uno de los barrios más grandes de Barranquilla y hay muchachos que no se forman en habilidades para la vida”, indicó.

Además, el concejal aseveró que los megacolegios deberían funcionar en las noches. Contar con casas de cultura para “mantenerlos distraídos y velando por su futuro (a los jóvenes)”.

“Tenemos 151 megacolegios en los barrios más populares y donde están los muchachos que tiran piedras. En estas instituciones educativas hay que evitar que de noche estén cerradas. Llenarlas de arte, de cultura, en especial los fines de semana. Esto con el fin de desarrollar sus habilidades para la vida, construir proyectos, concentrarse en el ser”, finalizó.

Las voces que intentan darle una solución al problema son muchas, aunque también sean varias las que piden justicia por la muerte de personas inocentes alcanzadas por la violencia.

La judicialización de los protagonistas parece ser el primer paso a seguir, toca esperar cuánto demoran las autoridades en eso.