N ikolas Cruz, de apenas 19 años, apuntó un fusil de asalto tipo AR-15 a las afueras de la secundaria Marjory Stoneman Douglas de Florida, Estados Unidos. Antes de ser rodeado y capturado por la Policía, asesinó a 17 personas y dejó decenas de heridos.
La tragedia estremeció al mundo y las autoridades se preguntan cómo evitar masacres de este tipo. De Nikolas se sabe que es un chico 'solitario', 'problemático' y 'un loco por las armas' que había sido expulsado de la institución por su indisciplina.
Por esas características, los expertos advierten la importancia de identificar en los niños conductas agresivas que podrían convertirlos en personas potencialmente violentas. Eso determinaría la necesidad de una intervención temprana.
'Son niños que no aceptan la autoridad, que muestran actitud rebelde, y que para la solución de problemas hacen uso de acciones agresivas', señala María Amarís, doctora en psicología e investigadora en temas de familia y juventud de la Universidad del Norte.
Considera que, generalmente, estos niños o jóvenes son la punta del iceberg de otros problemas.
'Por lo general sufren de déficit de atención, problemas de aprendizaje o falta de apoyo. Necesitaron ayuda en su primera infancia o son producto de la violencia familiar. Luego llegan a la escuela y encuentran un espacio para el maltrato y desarrollan más su agresividad', explica.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de La Rioja (España), una forma de identificarlos durante su infancia es determinando si es capaz de distinguir las conductas agresivas de las que no lo son y qué valor les da a estas en la convivencia.
Se entiende como 'conducta agresiva' aquella que inflige un daño físico o psicológico a un agredido, como los golpes, insultos y ofensas.
'Los niños pequeños tienden a morder, pegar, gritar y tirar las cosas. No manejan las emociones adecuadamente y están a la defensiva. Hemos tenido casos de pequeños que se agreden a ellos mismos. Se agarran los cabellos y se golpean', cuenta Esperanza Ávila, coordinadora de convivencia de la institución Betania norte de Barranquilla.
Es por eso, precisa, que en los centros educativos es 'fundamental' trabajar en proyectos de valores, escuelas de padres, rutas de atención integral y plan de acción ante el matoneo estudiantil.
Lo anterior, teniendo en cuenta que el medio familiar es 'el espacio de génesis y desarrollo de la personalidad de los niños', cuyas conductas agresivas se ven influenciadas si hay familias disfuncionales incompletas, alcoholismo, mala integración social y familiar, rechazo hacia los hijos e irresponsabilidad en su cuidado y atención, según lo detalla un estudio de la facultad de Ciencias Médicas Calix Mejía, de La Habana, Cuba.
Por eso, entre lo que 'no se debe hacer', según lo subrayado por los expertos, es apartar o excluir a este tipo de niños o jóvenes, pues solo se 'agudizaría el problema'.
'No debemos apartarlos ni estigmatizarlos en ningún caso. Desde la psicología lo que hacemos es acercarnos a ellos y mirar su potencial, ayudar a fortalecer su confianza porque señalarlos solo agudiza el problema. Este tipo de niños están llamando la atención y pidiendo ayuda a gritos', sugiere Amarís.
Karen Matallana, docente de filosofía para niños en el Colegio San José, apuesta por esta asignatura como instrumento para reflexionar y valorar al otro.
'Un niño que no es escuchado en ninguno de los espacios que habita, es un niño que carece de afecto y muchas veces esa falta de afecto termina en una consecuencia grave', advierte.





















