Una mezcla de alegría y tristeza fue lo que sintió el futbolista Luis Díaz cuando llegó a la casa de sus abuelos en el barrio El Cerezo de Barrancas. Allí creció y también dio las primeras patadas a un balón, perfilándose desde muy pequeño como lo que es hoy, un talentoso jugador que pronto se unirá al FC Porto de Portugal, después de un paso exitoso por Junior.
Luchito no podía partir a la bella ciudad de Oporto sin antes visitar a los suyos. 'Siento algo de tristeza porque los voy a dejar, me voy a una nueva ciudad y será mucho más difícil verlos, pero ellos saben que es por cumplir mis sueños, por seguir creciendo como futbolista', afirmó sentado en el inmenso patio donde corría junto a sus hermanos y primos.
A su lado estaba su padre, Luis Manuel Díaz, un entrenador de fútbol que ha sido su impulsor y el principal consejero, y a quien poco antes de su llegada, se le veía nervioso y muy ansioso. No quería pronunciar palabra y se concentraba en su celular, esperando la llamada de Luis, en la que le anunciaba que ya estaba cerca del pueblo.
'Luis se merece esto, es por lo que ha luchado desde hace tiempo, además porque es un muchacho muy disciplinado y eso es la base de todo', expresó ya más calmado cuando llegó su hijo.
Y es que las llamadas entre los dos son constantes. 'Luis me llama antes de entrenar, cuando termina un partido, si le pasa algo o simplemente para saber cómo estamos', explica el padre.
Es una relación muy especial, que se evidenció en el prolongado abrazo que se dieron cuando Luis llegó.
El recibimiento de sus tíos, primos, abuelos y amigos cercanos fue sencillo, así como lo es él. Cuando se bajó del carro, en el que venía junto a su novia, Geraldine Guerrero, lo aplaudieron con orgullo, pero sobre todo con una gran felicidad por todo lo que ha logrado desde que salió de Barrancas hace tres años.
'Muy pocos han logrado esto que estoy viviendo en tan poco tiempo, por eso estoy agradecido con Dios y con todos los que me han apoyado para lograrlo', manifestó el extremo de 22 años.