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Y se dio el pase a la final. Con angustia, con sufrimiento, con uno que otro disgusto, con ayuda extra –del América–, y también con un empujoncito celestial, pero se dio, y Barranquilla celebra que su Junior del alma está a dos pasos –dos benditos pasitos– de la anhelada undécima estrella.

Todo con Junior es así, todo. Acá nada se gana con tranquilidad, acá parece ser ley de vida sufrir, incluso cuando el panorama se vislumbra tranquilo.

A los rojiblancos les convenía dos de tres resultados –triunfo o empate– ante un Medellín eliminado y terminó cayendo 2-1 en un estadio Atanasio Girardot prácticamente vacío, jugando el partido más discreto que se le vio en los cuadrangulares semifinales de la Liga II-2025.

Pero como el destino ya está escrito, los dirigidos por Alfredo Arias se vieron beneficiados por el triunfo 3-2 de un inerte América ante Atlético Nacional.

No fue la mejor presentación de Junior, que vio como el rival, con muy poco, le puso el pie encima en los primeros 45 minutos, desatando un nerviosismo innecesario. Y es que todo salió mal. Los rojiblancos salieron a jugar el partido más decisivo de los cuadrangulares confiados, cometiendo todos los errores habidos y por haber, permitiendo que el local se montara en el marcador gracias a los goles de los exjunioristas Brayan León y José Ortiz.

Fue una primera parte para el olvido. Incluso Junior pudo haber empatado, sino es porque Edwin Herrera erró un penal claro, por mano dentro del área. Ese falló antecedió el tanto de Ortiz (2-0), que parecía sentenciar la suerte de los rojiblancos en la capital de la montaña.

Mientras todo le salía mal a Junior en Medellín, en Cali la historia sí le favorecía, ya que América había cerrado esa primera parte con triunfo 2-1 ante Nacional. Los hinchas rojiblancos se aferraban a ese resultado en medio de la angustia vivida por la derrota parcial en el Atanasio.

La atención se dividió en la segunda parte. El ojo puesto en el Atanasio y la mente en el Pascual. Los rojiblancos festejaron a rabiar, y por igual, los goles de Bryan Castrillón, para el descuento de Junior, y el de Dylan Borrero, para el 3-1 del América ante el cuadro verdolaga. Todo parecía mejorar.

Junior mostró una mejor cara en la segunda parte. El gol de Castrillón le devolvió el alma al cuerpo y llenó de confianza a un equipo que se acordó –¡por fin!– que se jugaba el paso a una final.

Todo parecía entrar en su cauce, pero el gol de Dairon Asprilla en Cali volvió a llenar de angustia al hincha rojiblanco, porque Nacional estaba a dos tantos de arrebatarle ese primer puesto a los ‘Tiburones’.

Ya el juego en el Atanasio se volvió de trámite, entre un Junior con miedo excesivo a dar ventajas y un Medellín que quitó el pie del acelerador ya que se veía favorecido con su triunfo y con el del América, porque aseguraba su cupo a la Copa Libertadores 2025, lo único que pudo aruñar este año.

Ya lo que pasara en el Atanasio pasaba a un segundo plano, porque los hinchas rojiblancos estaban más pendientes de lo que ocurriera en Cali. Hubo lamentos por los fallos del América y respiro con los de Nacional.

El juego en Medellín terminó –con triunfo 2-1 del DIM– y la atención, no solo de los hinchas, sino también de los jugadores del Junior, se centró en lo que pasara en el Pascual, donde aún se seguía jugando. La imagen de los jugadores rojiblancos en el banco viendo los últimos segundos del juego en Cali quedará para la posteridad, así como la celebración cuando árbitro decidió acabar con ese partido, certificando el paso del cuadro barranquillero a una nueva final del fútbol colombiano.

Una final en la que tendrá como rival a un muy buen Deportes Tolima. Una final que comenzará el viernes en Barranquilla y que se cerrará en el Manuel Murillo Toro. Una final donde Junior espera alcanzar su undécima estrella y colocarla, una vez más, en el arbolito de Navidad.