La unidad del vestuario del París Saint-Germain sobre la atribución del Balón de Oro a Ousmane Dembélé saltó por los aires cuando el defensor Achraf Hakimi aseguró que él también lo pretende y que su condición de defensa le otorga una legitimidad suplementaria.
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“He completado una temporada histórica. No hay muchos jugadores que hayan marcado en cuartos de final, en semifinales y en la final. Y como defensor es más difícil (...) Creo que un defensa lo merece más que un delantero”, aseguró el exjugador del Real Madrid en una entrevista difundida este fin de semana por Canal +.
Al poner sobre la mesa sus argumentos para ganar el Balón de Oro Hakimi tiró por tierra toda la estrategia que hasta ahora había mantenido el club sobre el galardón que entregará el próximo 22 de septiembre la revista France Football.
Consistía en centrar toda la atención de Dembélé, para evitar la dispersión de votos entre otros campeones de Europa, lo que puede conducir a que ninguno de ellos se alce con el premio, algo que en el pasado ya ha sucedido.
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Uno de los casos más paradigmáticos fue el Balón de Oro de 2010, cuando los españoles campeones del mundo pagaron la diseminación de votos y vieron como Andrés Iniesta y Xavi Hernández eran superados por el argentino Lionel Messi.
Para evitar que eso se repitiera, el club había diseñado una comunicación centrada en Dembélé, que considera el candidato con más opciones de hacerse con un galardón.
En una temporada excepcional, en la que ganaron su primera Liga de Campeones, quieren amortizar el éxito y sumar el segundo Balón de Oro de su historia, después del que consiguió Messi en 2021, aunque entonces el argentino lo hizo por sus méritos en la selección y en el Barcelona, ya que acababa de recalar en París.
Todas las declaraciones, tanto del presidente, Nasser Al Khelaifi, como de otros jugadores, apuntaban a Dembélé.
“Si Ousmane Dembélé no gana el Balón de Oro es que hay un problema”, afirmó el presidente catarí a principios de julio y, más recientemente, el centrocampista portugués Vitinha insistió: “El que más lo merece es Dembélé. Esta temporada es el jugador que nos ha llevado hasta el título”.
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El club puso en evidencia el liderazgo del ex delantero del Barcelona en los días posteriores a la final de Múnich, donde golearon al Inter de Milán. Fue Dembélé quien paseó el trofeo por diferentes platós de televisión y lo llevó a la tierra batida de Roland Garros para presumir ante los aficionados del tenis.
También fue su nombre el que corearon en el Parque de los Príncipes el día de celebración del título de campeones de Europa, azuzados por los ‘speakers’ del club.
Las declaraciones de Hakimi tiran por tierra todos esos esfuerzos y colocan al defensa marroquí en primera línea. “La gente se cree que soy un centrocampista o un delantero. Pero no, formo parte de la línea de 4 y tengo que pensar en defender. Sin embargo, mis estadísticas de este año (11 goles, 16 asistencias) no son las de un defensor normal. Cuando un defensor hace eso, creo que merece el premio más que un delantero”, agregó el jugador.
Argumentos que pueden calar en la mente del jurado y que pueden darle votos, que pueden debilitar la posición de Dembélé.
Así lo teme el club, que vivió una gran tensión tras la grabación de la entrevista, unos días antes de su difusión el sábado. Según L’Équipe, el PSG trató de que no se difundieran las declaraciones relativas al Balón de Oro, pero el jugador se negó. El club niega esta intervención.
Aunque oficialmente el club resta importancia a este asunto, el nerviosismo es evidente en el Parque de los Príncipes, tanto por la posibilidad de dejar escapar la recompensa individual como por las rencillas que puedan surgir en el vestuario.
Según Le Parisien, Al Khelaifi visitó el centro de entrenamiento del equipo en Poissy, a las afueras de París, poco después de grabarse la entrevista y lanzó un mensaje de unidad: “El colectivo está por encima de todo, os pido que sigáis siendo solidarios”.
“Todos merecéis el Balón de Oro”, agregó el presidente, para desactivar el posible enfado de Hakimi por la falta de apoyo del club en su búsqueda del galardón.
Los próximos días serán claves para ver las consecuencias de esta división y cómo puede afectar a un vestuario que el año pasado Luis Enrique convirtió en una auténtica familia, uno de los secretos de su éxito.
Nada favorable a las recompensas individuales, el entrenador español deberá evitar que la concesión de la más prestigiosa de ellas afecte a la paz que reina en su plantilla.