Insisto en lo difícil que es entender la muerte. Digo que, de pronto, no es la muerte sino el morir que es, ni más, ni menos, que el olvido. Que olviden que estuviste, que sembraste, que recogiste. El ser humano muere dos veces. El día de su muerte y el día de su olvido. Siempre he creído, también, que cuando alguien muere y fue cercano, se lleva algo de tí.
La muerte de Óscar Borrás, ‘el Tiburón’ Borrás me duele, me acongoja. Su vida fue una novela con la que pudiera hacerse un guion para la mejor película que encarne lo que es ser un gladiador de la vida.
Lo conocí en el viejo querido Romelio Martínez, lo ayudé muchas veces a ingresar al estadio con el Tiburón, hecho de papeles de viejos periódicos y pegante, hasta que el club le dio licencia para entrar y hacíamos aquel show del Tiburón entrando y saliendo del arco, en que comenzaría el equipo visitante, y el estadio completo gritando gol.
Un afortunado día, visitando a Jairo Cepeda Sarabia, a la sazón gerente de la Telefónica de Barranquilla, para hablar de publicidad con cita conseguida por su secretaria, la Srta. Juliao, me encontré a Óscar Borrás en el primer piso.
Me dijo que buscaba trabajo. Me regresé con él, le comenté a la Srta. Juliao lo que pasaba, me dijo que sabía quién era él, nada menos que el Tiburón, pues ella era Juniorista de camiseta y estadio, nos hizo pasar otra vez, le expliqué a Jairo de qué se trataba y, al día siguiente, el Tiburón Borrás comenzó a trabajar en la Telefónica.
Fue uno de esos momentos mágicos que le llamo. Después fue, muy feliz con sus compañeros de cuadrilla a Caracol, a mostrarse con su uniforme. Y la vida continuó, Óscar y el Tiburón se fueron fundiendo en uno, Jairo se fue de esta vida muy temprano, la Srta. Juliao siguió con su amor al Junior, hasta un bien día que Óscar volvió a visitarnos a decirnos que se había jubilado.
La verdad es que Óscar buscaba trabajo para poder atender la enfermedad de uno de sus hijos. Gracias al buen Dios y a aquel encuentro sin cita, su vida cambió.
Después la vida nos llevó por los caminos por donde debíamos caminar. Óscar se volvió un símbolo, a Jairo se le hizo un parque para recordarlo, y de la Srta. Juliao quisiera volver a saber.
Descansa querido amigo…