La salida de Farías de la cancha y el rechazo de la gente fue la suma de cuatro eliminaciones. En Liga y Copa el torneo anterior, en Liga y Sudamericana en este. Consecuentemente, con las eliminaciones, la pérdida económica cuantiosa en taquillas y participaciones en torneos de Conmebol.
Del oasis de buen planteamiento y buen desarrollo del juego que se vio para vencer 3-2 a Nacional en Medellín, se volvió al fútbol peleado más que jugado, centralizado más que por las bandas, individualizado más que asociativo.
Sorprendió a Nacional con su alineación y con sus movimientos estratégicos como el cambio de perfil a Jordan Barrera y a Bryan Castrillón y el resultado fue el añorado fútbol, ese sabroso, agradable, rápido, de picardía, de ganar los duelos, de pegar primero y montarse en el partido.
En el fútbol nuestro hay campeones que van pasando raspando el calendario Todos x Todos y la semifinal, pero ganan la final en partidos épicos. Junior nos ha dado unas finales, de comer uñas y herniarnos, que han terminado en estrellas para el glorioso escudo rojiblanco.
He notado la tendencia en Farías de revolver el agua cuando está tranquila. Desde que dijo con cara feliz que “hemos trabajado duro, exigente. Por primera vez hubo hasta puños, puño normal entre hombres”. O cuando retó a José Hugo Illera justo cuando el equipo había ganado cinco partidos consecutivos y navegaba en aguas mansas.
Al dinero hay que ponerlo a producir, de lo contrario se deprecia y, en esencia, no es ahorro sino pérdida.
Al Juniorismo se le olvidó perder y, la derrota ante el Pereira, cayó como una centella de media noche.
Que murió Foreman, que murió Jorgito, que murió Gatti, que murió el Papa Francisco. No hay manera de escapar a la muerte. Eso lo vamos entendiendo a medida que caminamos la vida. No hay forma de escapar a lo único seguro después de nacer.
Junior mereció más que sólo un empate ante el Tolima. El empate 0x0 no es que sea malo, al contrario. Se sumó un punto más y está arriba, donde debe estar siempre.
Ha viajado Jorgito Bolaño a ese sitio insondable que es la santa paz del Señor.