A simple vista, Theo e Ivy Rose parecen tenerlo todo: carreras exitosas, dos hijos adorables y una casa que podría salir en las páginas de una revista de arquitectura. Pero bajo esa fachada perfecta, se esconde un campo minado de resentimientos, competencia y frustraciones que tarde o temprano estallan. Esa es la premisa de ‘Los Roses’, la película que llega a los cines de Colombia este jueves con un reparto de lujo encabezado por Benedict Cumberbatch y Olivia Colman.
La cinta, dirigida por Jay Roach (Bombshell, Meet the Parents), es una reimaginación contemporánea del clásico de 1989 ‘The War of the Roses’, basado en la novela de Warren Adler. No se trata de un remake plano, sino de un acercamiento fresco y brutal a los dilemas de las parejas en la era actual, con un guion firmado por Tony McNamara (‘Poor Things’, ‘The Great’), maestro de la sátira y el humor ácido.
“Este es un guion para reírse en voz alta, lleno de mal comportamiento. Es tan ingenioso, tan inventivo, que no se parece a nada más”, confesó Benedict Cumberbatch. Olivia Colman fue igual de entusiasta: “Tony realmente es increíble. Me encanta todo lo que escribe. Es seco y anárquico. Hace una hilaridad tan buena que te olvidas de que también hay una emoción intensa ahí, y de repente te rompe el corazón”.
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La guerra tras la fachada
La historia arranca en Londres, con Theo (Cumberbatch), un arquitecto en ascenso, e Ivy (Colman), una talentosa chef. Se conocen en un restaurante, se enamoran de forma explosiva y pronto deciden formar una familia en Estados Unidos. Durante un tiempo, todo parece idílico: él al borde del reconocimiento internacional y ella levantando un pequeño local de mariscos llamado, con ironía, We’ve Got Crabs.
Pero el destino se encarga de torcerlo todo. El mismo día en que Theo iba a inaugurar su obra maestra arquitectónica en San Francisco, una tormenta la derrumba y, con ella, su reputación. Mientras tanto, Ivy se convierte en estrella de la gastronomía gracias a una reseña accidental de un crítico atrapado en su restaurante por esa misma tormenta. Él se hunde en la humillación pública, ella asciende como espuma. Y el matrimonio empieza a resquebrajarse de manera feroz.
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“La película muestra cómo un lenguaje de amor, el de la broma y la ironía, puede convertirse en un arma letal”, explicó Jay Roach. “Lo que comienza como un juego, acaba transformándose en un ataque abierto. Y a veces, en las relaciones, es difícil distinguir la diferencia”.
Cumberbatch fue aún más directo: “Es una historia muy reconocible para todos. Como pareja, Theo e Ivy son identificables, y creo que cualquier espectador va a ver algo de sí mismo en ellos. Pero, ojo, es un relato de advertencia”.
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Olivia contra Benedict (y viceversa)
Aunque llevan años siendo amigos, Los Roses marca la primera vez que Colman y Cumberbatch comparten protagonismo en cine. Y la química es evidente. El propio guionista Tony McNamara lo resumió así: “En su primera escena juntos pensamos: ‘Dios mío, parece que llevan casados mucho tiempo’. Tenían conexión y ritmo desde el inicio”.
Ese vínculo les permitió explorar extremos interpretativos pocas veces vistos en sus carreras. Cumberbatch asegura que disfrutó ver a su colega desplegar su faceta más cruel: “Creo que Olivia aceptó hacer esta película porque aquí puede ser la peor versión de Olivia Colman que podría existir. Y ha sido un placer verla hacerlo”.
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Ella, entre risas, coincide: “Sí, ha sido muy divertido odiarnos. Hay algo terapéutico en ser absolutamente horrible con alguien… y después reírse juntos fuera de cámara”.
Lo cierto es que ambos interpretan personajes con luces y sombras. Theo es encantador y directo, pero también egocéntrico y poco consciente de los demás. Ivy, en cambio, es libre, apasionada y madre dedicada, aunque arrastra la frustración de ver su carrera relegada por las demandas familiares. “Los dos se comportan como idiotas en muchos momentos”, admitió Colman, “pero también son profundamente adorables”.
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Una comedia oscura sobre el amor moderno
Más que una sátira sobre el divorcio, Los Roses es una radiografía de las tensiones contemporáneas: la presión por destacar, la obsesión con la perfección, el choque entre ambiciones individuales y la fragilidad de la vida en pareja.
“Hoy en día es más difícil mantener un matrimonio feliz”, reflexionó McNamara. “Antes bastaba con tener un buen trabajo, hijos y estabilidad. Ahora, con un sistema que empuja al éxito y la visibilidad, la vida en pareja se convierte en una especie de competencia permanente. Y eso es veneno para una relación”.
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El resultado es un relato que navega entre la comedia más ácida y la tragedia más devastadora. “Entre toda la diversión y los juegos, lo que pasa es desgarrador”, dijo Cumberbatch. Colman, por su parte, lo resumió de forma cruda: “Es extraño hacer una película con alguien a quien quieres tanto, en la que pasas todo el tiempo siendo horrenda y desagradable con él. Pero de eso se trata: de mostrar la gloria y la mierda del desorden humano”.
El espectáculo en la mesa (y en la casa)
Uno de los momentos más comentados es una cena en la que Theo e Ivy intentan aparentar normalidad frente a sus amigos, interpretados por Andy Samberg, Kate McKinnon, Zoë Chao y Jamie Demetriou, entre otros. Lo que comienza con cortesías acaba en un caos verbal que desnuda la podredumbre de la pareja. “Fue un paraíso para la improvisación”, recordó Cumberbatch. Colman se ríe aún al mencionar las “violaciones basadas en pastel” que improvisaron.
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La casa de los Rose, diseñada como un personaje en sí mismo, es otro elemento clave. Minimalista y majestuosa, refleja tanto las aspiraciones como las fracturas de la pareja. “Cuando la vi por primera vez, me quedé maravillada. Tengo decenas de fotos porque era preciosa”, confesó Colman.

Un espejo incómodo
Al final, Los Roses no se limita a contar una historia de destrucción amorosa: también obliga a mirar de cerca las dinámicas de cualquier relación. Jay Roach lo expresó con claridad: “Benedict me dijo que esperaba que esta película hiciera que cada espectador se volviera hacia su pareja y le dijera: ‘Tenemos que hablar honestamente y dejar de lado la superficie’. Porque si no, corremos el riesgo de malinterpretarnos y dejar de darnos el beneficio de la duda. Y ese es el verdadero resbalón de cualquier relación”.
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Con humor corrosivo, drama profundo y un reparto en estado de gracia, la película combina carcajadas y desgarro. En palabras de Colman: “Es sobre los altibajos de una relación y todo lo que hay en medio. El desorden humano en toda su gloria y en toda su desdicha”.