Parece un cuento de película pero no lo es. Adam Martínez, un joven de 21 años con discapacidad motriz, reveló la impactante historia de su secuestro en Villavicencio, donde permaneció encerrado durante 76 días en un hueco de menos de un metro de altura.
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El caso que pasó el 28 de noviembre del 2020 le ocurrió a Martínez, quien reveló que no tenía suficiente alimento, no tenía acceso a luz solar y estaba condiciones insalubres.
Todo comenzó cuando hombres armados irrumpieron en su vivienda mientras se encontraba solo. Fue forzado a ingerir un líquido que lo dejó inconsciente.
Al despertar, ya se encontraba secuestrado. “Me tenían en un hueco, cubierto con lonas y piedras. Me daban agua de lavadero”, contó en el podcast Conducta Delictiva.

“Por lo regular, a una persona cuando la secuestran la ingresan a un cuarto, pero el lugar donde yo estaba era un hueco: o sea, mis necesidades las tenía que hacer ahí, en ese lugar tan estrecho, tan incómodo, sobre un balde. Todo el tiempo que pasé en ese lugar fue sentado y con las piernas recogidas”, contó.
El joven, lesionado desde la infancia por un accidente que afectó su médula espinal, relató cómo pasó esos días sentado, sin poder estirarse, rodeado de insectos y heces. A lo largo del cautiverio escuchó conversaciones que revelaban que sus captores exigían 200 millones de pesos por su liberación.
Su familia logró reunir 80 millones, pero nunca fue liberado. Durante una disputa entre secuestradores, Adán escuchó el nombre de su medio hermano Santiago, lo que le hizo sospechar de su implicación.

Días después, el mismo Santiago lo visitó, fingiendo desconocer lo ocurrido. Un primer intento de fuga falló y fue castigado. Pero el 12 de febrero de 2021, aprovechando un descuido de su secuestradora, logró escapar arrastrándose hasta la calle, donde fue auxiliado por un transeúnte.
“Se acercó a mí y yo estaba en la cama acostado y me dijo ‘¿Cómo me lo tenían?’. Eso me dijo (...) Yo en ese momento, como ya había enterado de que él estaba relacionado con el secuestro y que la Policía lo estaba investigando, con muchos nervios al hablarle, fui muy precavido. Actué normal, como si no supiese nada, y le agradecí por su visita”, relató.
Lo más impresionante es que Adán memorizó nombres, apodos y hasta el número de cédula de uno de sus captores, información clave para la Fiscalía.
Gracias a toda esa información las autoridades investigan la presunta participación de su hermano Santiago en el secuestro, con pruebas que lo vinculan directamente al crimen.