Bolívar

Francisco en Cartagena: “No hay nadie que no merezca el perdón”

El Sumo Pontífice se despidió ayer en Cartagena de su periplo por Colombia. El Papa habló de derechos humanos y de la necesidad de rechazar todo tipo de violencia para seguir buscando la paz.

Tras cinco días de un periplo que lo llevó por Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, el papa Francisco se despidió de Colombia anoche, a las 6:54, dejando un mensaje sobre el respeto hacia los derechos humanos, la mujer y el medio ambiente, y la necesidad de buscar la justicia, la verdad y la reconciliación.

En los discursos y las homilías, Su Santidad le habló a la familia, a los jóvenes, a los afrodescendientes. Les pidió que no se dejen robar la alegría y la esperanza, que dejen atrás la cizaña y la violencia y que pierdan el miedo al pedir perdón y a perdonar.

También invitó a los clérigos a no permitir que la Iglesia se dirija como una empresa, como una “burocracia que se autobeneficia”, y hubo un llamado de atención en tono jocoso, pero también enérgico, para que el evangelio salga a la calle y contagie de una manera especial a todos.

Francisco siempre utilizó un tono conciliador a la hora de hablar de la paz. “Dios nos ama con amor de padre y nos anima a seguir buscando y deseando la paz. Aquella paz que es auténtica y duradera”.

El recorrido

Francisco llegó a Cartagena, procedente de Bogotá, hacia las 9:45 a.m. Lo esperaban las autoridades de Cartagena y Bolívar y un grupo de jóvenes que lo acogió con sus cánticos, bailes y varios regalos: Le entregaron un sombrero vueltiao, una hamaca y una estola tejida por las mujeres de San Jacinto.

Enseguida abordó el pequeño vehículo que lo llevó por el barrio Crespo, ubicado cerca del aeropuerto, y en el puente que conduce al barrio San Francisco, cambió el carro por el papamóvil. 

Se observó un Sumo Pontífice lleno de entusiasmo y contagiado por el calor. Los derechos humanos, la desigualdad y la pobreza hicieron parte de su discurso en esta capital marcada por los altos índices de pobreza. 

Con la llegada del máximo líder de los católicos al barrio San Francisco o San Pacho, los picós se apagaron y dieron paso a los cánticos en honor al alto jerarca de la iglesia que no paraba de sonreír y saludar en medio de la gente aglomerada a lado y lado de la carretera que, en un momento, decidió romper el protocolo y llegar hasta el papamóvil para saludarlo.

Y fue justo cuando iba a realizar una maniobra para saludar a uno de los niños en este sector, el conductor del papamóvil frenó de imprevisto, lo que hizo que el Papa se golpeara en el rostro. Le quedó una herida que fue atendida por el cuerpo médico que lo acompañaba. (Ver nota anexa)

Seguidamente, el santo padre se trasladó a la vivienda de Lorenza María Pérez, una mujer que se ganó la admiración del Papa porque “con ella, el amor se hace cotidiano”.

La celebración de la fiesta de San Pedro Claver y la lucha para hacer respetar los derechos humanos hicieron parte del recorrido de Francisco por esta zona. 

Allí fueron destacadas las obras sociales que se vienen desarrollando y fueron bendecidas de su mano. Talitha Qum, que atiende a niñas entre 9 y 15 años, y ‘María revive’, que brinda apoyo a personas en condición de calle. De allí salió rumbo al centro histórico.

Una vez concluyó esta visita, el vicario de Cristo recorrió la avenida Pedro de Heredia rumbo a la ciudad amurallada donde era esperado por una multitud para la oración del Angelus.

Fue un instante emotivo donde los asistentes pudieron escuchar un mensaje que había sido cambiado a última hora para dar una sorpresa significativa. Tras la reunión con 70 miembros de la comunidad de los Jesuitas el sumo pontífice salió en el papa móvil rumbo a un almuerzo criollo que lo aguardaba en la iglesia de Santo Domingo.

El orden reinó durante el evento, pese a la incomodidad que reinaba por momentos, debido a la estrechez del camino en el sector amurallado. 

Posteriormente se trasladó a la iglesia de Santo Domingo donde el santo padre y su comitiva degustaron un almuerzo con sazón criolla.

Arleth Guerra, una niña que le cantó al Papa, lo abraza a su llegada. Karen Acero Paternina

Bendición de la virgen

Tras el descanso de la maratónica jornada en una de las habitaciones de la casa arzobispal, Francisco salió al templo de la catedral de Santa Catalina de Alejandría para saludar a un grupo de enfermos que lo esperaban. 

Luego llegó a la Armada Nacional para abordar el helicóptero y, desde el aire, bendecir a la virgen de Los Navegantes y a cientos de pescadores que se apostaron en sus embarcaciones para ver de lejos al sumo pontífice.

En Contecar, el sucesor de Pedro celebró la Santa Eucaristía. Allí, manifestó en su homilía que esta ciudad ha sido llamada la Heroica por su tesón al defender, hace 200 años, la libertad.

También resaltó que desde hace 32 años, Cartagena de Indias es en Colombia la sede de los Derechos Humanos porque aquí como pueblo se valora que “gracias al equipo misionero formado por los sacerdotes jesuitas Pedro Claver y Corbero, Alonso de Sandoval y el Hermano Nicolás González, acompañados de muchos hijos de la ciudad de Cartagena de Indias en el siglo XVII, nació la preocupación por aliviar la situación de los oprimidos de la época, en especial la de los esclavos, por quienes clamaron por el buen trato y la libertad.

En su mensaje aseguró e que en el cuarto sermón del Evangelio de Mateo, “Jesús nos habla a nosotros, a los que hemos decidido apostar por la comunidad, a quienes valoramos la vida en común y sonamos con un proyecto que incluya a todos”.

Y agregó que la descripción anterior corresponde al pastor bueno que deja las 99 ovejas para ir tras la perdida. “No hay nadie lo suficientemente perdido que no merezca nuestra solicitud, nuestra cercanía y nuestro perdón. Desde esta perspectiva, se entiende entonces que una falta, un pecado cometido por uno, nos interpele a todos pero involucra, en primer lugar, a la víctima del pecado del hermano; ese está llamado a tomar la iniciativa para que quien lo dañó no se pierda”, manifestó el santo padre.

La despedida

Y cuando la Eucaristía concluyó Francisco partió rumbo al aeropuerto Rafael Núñez donde lo esperó una gran comitiva encabezada por el presidente Juan Manuel Santos. 

La tarde cayó y la noche fue engalanada por una muestra cultural de la Banda de Baranoa, que entonó versos dirigidos al Papa, y el Carnaval de Barranquilla que hizo una muestra de esta fiesta.

El santo padre salió en un avión de Avianca rumbo a Roma tras cinco días de un intenso recorrido y luego de dejarle un último mensaje: Colombia, tu hermano te necesita, ve a su encuentro llevando el abrazo de paz, libre de toda violencia, seamos esclavos de la paz, para siempre”.

En el rostro del Papa se observa la herida y el golpe.

El golpe en el rostro del Papa

Cuando el papa intentaba saludar a un niño en medio de la caravana en San Francisco, el freno intempestivo del papamóvil hizo que el santo padre se golpeara en el rostro. 

Se le abrió una pequeña herida en su arco superciliar izquierdo y una hinchazón en el pómulo.

Pese a esta situación, el vicario de Cristo no perdió el entusiasmo y fue uno de los escoltas de su gendarmería especial que sacó un pañuelo y le limpió el rostro. Su atuendo alcanzó a marcharse de sangre y, al parecer, fue poco lo que le importó este hecho.

Varios periodistas le preguntaron al Papa qué había ocurrido y si se encontraba bien. Ante los cuestionamientos, el Santo Padre aseguró, en tono de broma, que “me dieron una puñada. 

“Estoy bien”, dijo de forma fugaz mientras esbozaba una sonrisa que desactivó cualquier especulación sobre el estado de salud del jefe del Vaticano.

Fue en casa de Lorenza Pérez donde el Papa recibió una atención médica de mayor detalle de parte de los miembros de la gendarmería que lo asisten en su seguridad personal y de los médicos de la ambulancia de la Alcaldía de Barranquilla que acompañaron el recorrido. 

Luego de ingresar a la vivienda de Lorenza, cerraron las puertas y ventanas de la misma, pues necesitaban que el santo padre se cambiara las vestimentas.

Luego de quitarse las ropas y lavarse la cara, Lorenza le prestó su toalla. “Esta toalla que todavía está húmeda, no la voy a lavar nunca y la voy a enmarcar” dijo la mujer. Posteriormente, los asistentes procedieron a curarle la herida que había sufrido Su Santidad, pero no tenían agua oxigenada. “Ellos como que no tenían agua oxigenada y me preguntaron que si aquí había, pero yo tampoco tenía, por eso uno de los asistentes tuvo que salir a comprar una, que fue con la que lo curaron”, explicó Pérez Barrios. Después de desinfectarle la herida, le untaron crema para el golpe y colocaron un pedazo de esparadrapo antialérgico sobre la herida, la cual según la mujer, fue muy leve.

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