Los cuatro carriles de la carrera 38 ayudan a los conductores a navegar la ciudad en ambas direcciones con relativa presteza.
Relativa porque, a partir de la calle Murillo y hasta la 34, esta arteria vial pasa a ser de dos carriles por la cantidad de vehículos mal parqueados, que infringen la norma de tránsito y ocupan ambos lados de la vía. Una fila de señales de ‘prohibido parquear’ parecen servir de adorno.
De seguir la calle 34 por el Paseo Bolívar, un conductor hallaría bicitaxis y vehículos de transporte públicos inmóviles, esperando clientes al pie de aquella señal con una P mayúscula cruzada diagonalmente con una raya roja.
El bulevar con la imagen de Simón Bolívar llega hasta la carrera 45, en donde un cruce a la izquierda te deja en la vía que conduce de occidente a oriente de la ciudad.
Avanzando en esta carrera, sobre la calle 36, hay dos parqueaderos privados, uno en cada lado de la acera. Uno de ellos cuenta con cuatro pisos y 120 puestos, el otro de 40 espacios para carros. En ambos cabrían los 19 carros parqueados que se encuentran enfilados en la acera.
'Si aquí me cuesta unas moneditas y allá me cuesta $2.000 la hora o fracción, pues la cosa es de lógica, ¿no?', afirmó un conductor que prefirió no revelar su identidad mientras se montaba apresurado a su vehículo.
En la siguiente calle, la 37, otro parqueadero de 50 puestos observa 24 carros aparcados en la acera de al frente.
El problema es un poco diferente sobre la calle posterior, la 38. Allí, a la altura del edificio de la antigua alcaldía, 25 carros, de lado y lado, convierten la vía en un angosto pasadizo de menos de un carril donde los automotores circulan a un ritmo lento.