Hace varios meses, en un sector del barrio Los Andes, cualquier moto que bajaba la velocidad era causante de pánico, exacerbado por la paranoia general en la que —debido a la ola de inseguridad— estaban sumidos sus habitantes. Era extraño que debajo de la sombra de varios árboles frondosos y frente a casas pintadas de colores, cada una con una personalidad diferente, los ladrones hicieran de las suyas por tanto tiempo. Tanto, que los mismo residentes tuvieron que tomar cartas en el asunto.
Para cualquiera que circule por esta calle, en la que hay varios carros aparcados a los lados, aprovechando la sombra de los árboles, le parecería mentira la 'cantidad de robos' que ahí se presentaban, según denunciaron los residentes que han vivido durante años en el sector.
Aunque, quizás una pista que sí entrega el mismo paisaje son las rejas que cubren cada una de las viviendas, protegiendo a sus residentes de esa ola de inseguridad que ellos mismos reportaron.
Y no lo hicieron a lo violento, encarando a los ladrones ellos mismos con palos; o golpeándolos si la Policía lograba capturarlos. La justicia y el orden llegaron a esta cuadra, la calle 66b con carrera 31, gracias a un nuevo equipo de ojos biónicos que, desde lo más alto de los postes, se han encargado de vigilar desde hace un año todo lo que sucede en la zona. Cámaras, tan frías y despiadadas, de esas a las que no se le escapa el más mínimo detalle, se posan sobre cada uno de los transeúntes, conductores y vehículos que circulan frente a una veintena de viviendas.
Al menos cinco de estos dispositivos vigilan 24/7 lo que sucede en esta cuadra de Los Andes. A los vecinos, mecenas del proyecto y orquestadores de un plan de seguridad, 'les tocó', según cuentan, pues la situación se estaba saliendo de control. Como todo costeño, dicen, les gustaba sentarse en la terraza de su casa a pasar el tiempo. Algo que se tornó 'imposible' luego de que los motorizados sembraran el terror en el sector.
Asustados y enormemente preocupados, las familias de esta cuadra decidieron refugiarse detrás de las rejas, barrotes de hierro que ahora cubren el frente de sus viviendas. Una solución temporal —reconocieron— pues si salían a caminar, o a hacer alguna vuelta, podían ser víctimas de raponeo y de todo tipo de atracos. Los ladrones 'estaban haciendo fiesta' en Los Andes y ni la Alcaldía ni la Policía, 'tomaban cartas en el asunto', según denunciaron.
'Teníamos que hacer algo, estábamos muy preocupados porque habíamos perdido la sensación de seguridad, que es de lo más importante a la hora de uno vivir en un barrio. Si uno se sentaba en la puerta de la casa podía llegar alguien en una moto a robar, por lo que los mismos vecinos tuvimos que ponernos de acuerdo', contó Gregorio Cabrera, residente de Los Andes.
El proyecto de instalar las cámaras, con una sirena que pudiera activarse a distancia a través de teléfono celular, fue la propuesta que más fuerza tomó entre los vecinos, que encontraron en el presupuesto el primer problema para su anhelada solución. Ahí empezaron las donaciones, los aportes y las colectas. Cada quien daba lo que tenía y lo que podía, sumado a los diferentes eventos que ayudaron a recoger el dinero. Hubo bazares, rifas y celebraciones. Incluso en los cumpleaños, cuentan los vecinos, se organizaban fiestas para conseguir el dinero, una suma superior a los diez millones de pesos, según estiman.
Y las cámaras fueron santo remedio. Hace un año, desde que fueron instaladas, los vecinos de este sector de Los Andes reportan que los robos y los actos vandálicos se han reducido hasta en un 90%. El único robo ocurrió hace dos meses, cuando una de las cámaras presentó fallas y un ladrón en una moto atracó a un joven estudiante. Lo más importante para ellos: la percepción de seguridad, 'está en un 100%. Esta gente no se cambia por nadie'.
'Las cámaras fueron la mejor decisión que tomamos entre todos. La percepción de seguridad ha mejorado en un 100%, digo yo, porque es que ya uno puede estar tranquilo de que, a cualquier hora, el resto de vecinos están pendientes de cualquier cosa que pase. Y en caso tal de que suceda, que hasta ahora no ha pasado, tenemos la opción de prender la alarma y de notificar inmediatamente a la Policía', contó Elizabeth Vergara, residente de la cuadra.
Tal es la coordinación de este sistema antirrobos que los mismos vecinos se comparten por Whatsapp, y si hay alguna emergencia pueden activar la sirena marcando desde sus teléfonos celulares. En medio de la calle 66b, entre carreras 31 y 32, hay incluso un domo con visión periférica de varias de las cuadras circundantes.
Gracias a esta estrategia, cuentan los vecinos, no solo ha incrementado la seguridad y disminuido los robos, sino que también ha mejorado su relación y se han estrechado los lazos entre las familias. Cooperar, aseguran, ha sido la receta para tener una sana convivencia. Algo que consideran esencial para la vida en su cuadra.
'Como nos hemos visto tanto, en los diferentes eventos que hemos hecho, los lazos se han estrechado entre los vecinos. Nos invitamos a los cumpleaños y a los eventos sociales porque somos como una familia grande', dijo Gloria Cáceres, vecina.
Familia unida se cuida las espaldas, tal y como lo han hecho esta veintena de hogares gracias al sistema de cámaras. Una solución, dicen, 'que les ha cambiado la vida'. Su sistema de seguridad les ha resultado tan efectivo que, según cuentan, las motos con pilotos 'sospechosos' se devuelven apenas ven las cámaras, o han ido a robar a otras cuadras.
'Los que antes robaban acá ahora se devuelven porque saben que están las cámaras. Ya saben que no pueden dar papaya por acá porque nos los pillamos y le avisamos a la Policía. Es un sistema que ha resultado muy útil y lo más importante es que ha dado resultados', agregó Gregorio Cabrera.
Pero en esta cuadra de Los Andes no todo es robos, cámaras y vigilancia. Cada 7 de abril, fecha del aniversario de Barranquilla, cuelgan las banderas desde los puntos altos de su casa. Con colores, música y celebración le rinden homenaje a la ciudad en la que habitan, también con el objetivo de cambiar la imagen de inseguridad de ese sector.
'Por acá esto lo ponemos muy bonito, con banderas de Barranquilla y música para celebrar el aniversario de la ciudad, que la gente sepa que puede acercarse a Los Andes a esta fiesta sana que vivimos todos los años', fue la invitación de Gloria Cáceres.
Sonrientes, más tranquilos y felices con la vida que hoy en día llevan, estas familias barranquilleras esperan que lo que han hecho en su cuadra se convierta en un ejemplo para las otras, y no descartan que esa misma estrategia —que ellos utilizaron en un momento de necesidad— se replique en el resto de barrios de Barranquilla, como un plan ciudadano para combatir la inseguridad que, dicen, 'azota a varios sectores de la capital del Atlántico'.
Con otra reunión social en el horizonte, el cumpleaños de uno de los vecinos, los residentes de la calle 66b esperan que la inseguridad siga lejos de sus casas.




















