El Heraldo
Más del 46% de los habitantes de la calle censados se dedica a comercializar material reciclable. Luis Rodríguez
Atlántico

Los talentos ocultos de los habitantes de calle

Un profesor  de inglés, tres deportistas y varios músicos hacen parte de iniciativa que busca cambiar sus vidas a través de oficios que ejercieron.

El escritor japonés Haruki Murakami dijo: “Cuando salgas de esa tormenta no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta”, y de eso se trata esta historia, del cambio y la superación. ¿Se puede llegar a juzgar sin conocer los demonios de alguien, sin conocer las tormentas, las mismas que en un sinfín de casos se convierten en huracanes que terminan con todo?

A cada rato vemos u oímos de naufragios a los que una tormenta les destruyó el barco y que buscan sobrevivir sumergidos en las secuelas de un pasado sin discernimiento y un presente atestado de miedo.

Lo anterior es una analogía perfecta que se asemeja a la vida de los habitantes de la calle, un calificativo  que alude, según el Ministerio de Salud, a aquellas personas que “hacen de la calle el escenario propio para su supervivencia”. 

Barranquilla —en cifras aproximadas— cuenta con unos 2.600 de ellos en la actualidad, población que se estima aumentó a causa de la pandemia por la Covid-19. La emergencia sanitaria  hizo que aquellos que trabajaban y vivían del día a día vendiendo agua, limpiando vidrios y desempeñando otras labores se quedaran sin sustento para comer o alquilar una pieza y pasar la noche.

En la Arenosa la calle es un infortunado hotel. No hay habitaciones, ni lobby, ni piscina. Las camas son el suelo ‘acolchonado’ con cartones; las sábanas, en su mayoría, periódicos rotos; el bufet es de 24 horas si se sabe buscar en los vertederos de basura o mendigar en los lugares adecuados.

Unos piden, la mayoría reciclan, muchos otros prefieren la vía rápida de la delincuencia, pero todos están expuestos y aparentemente solos, lidiando con una vida difícil y, en ocasiones, en un estado que los aleja cada vez más de una sociedad que termina olvidándolos.

En la búsqueda de mitigar la habitancia de calle, la Alcaldía de Barranquilla destinó un programa dedicado exclusivamente a la atención y cuidado de esta población. Luisa Mora es la directora de la iniciativa ‘Habitantes de la calle’, que lidera desde hace ocho años. 

Mora comenta que trabajar con estas personas no es fácil y que las campañas que suelen colocar en marcha tienen como propósito sacar a hombres y mujeres de la calle para resocializarlos y de esta forma vuelvan a tener una vida digna.

El Distrito dispuso un hogar de paso, ubicado en la carrera 38 # 35 – 58, y un centro de día en la carrera 38 con 17 esquina. Ambos son sitios pensados para el cuidado de aquellas personas en condición de calle que sean identificadas por las autoridades.

Este lugar cuenta historias entre corazones nobles y vidas que buscan borrar sus manchas. Es uno de los pocos sitios de Barranquilla donde, como niños en un salón de clases, un grupo de adultos detalla y demuestra el verdadero valor que se le puede dar a la vida.

Por allí han pasado cientos de personas que intentan dejar atrás la calle, la mayoría con secuelas por las drogas, algunos sin familia, otros en búsqueda de no volver a ser eso que fueron, de no volver a ser nadie.

“El Hogar de Paso es uno de los proyectos que tenemos dentro del programa Habitantes De la Calle de la Alcaldía de Barranquilla, a través de la Secretaría de Gestión Social. Aquí se lleva el proyecto de recuperación e inclusión social de los ciudadanos habitantes de la calle del Distrito, en donde reciben toda la atención integral que ellos necesitan para una segunda oportunidad. El de Paso tiene espacio para 120 personas y el Hogar de Día suele atender aproximadamente de 250 a 300”, explicó Mora.

El tránsito por el Hogar conlleva un proceso que le permite al individuo recuperar su vida, conseguir un empleo y volver a hacer parte de la sociedad. “Aquí brindamos un acompañamiento psicosocial, hacemos actividades recreativas, albergue, alimentación, actividades lúdicas, validación de cualquier ciclo educativo, primaria o bachillerato, aquí vienen los profesores y se maneja una educación especial para adultos mayores y personas que no pudieron culminar sus estudios.  Ellos tienen sus tres comidas aquí, se bañan y duermen en camas, cosas que valoran mucho”, sostuvo la directora del programa.

 

La calle es el hotel de muchos que, sin rumbo, sobreviven sus días llenos de miedo. Luis Rodríguez
Sin conocer una salida

De acuerdo con el informe del DANE, el 66.8% de la población en condición de calle (con más de cinco años en ella) no conoce los programas que tiene la Alcaldía para su atención. Es por eso que estas actividades parecieran no ser tan visibles.

“Ellos (los habitantes de calle) piensan que decir que hacen parte o conocen de los programas les genera peligro, ya que algunos están inmersos en el mundo delincuencial. A veces creen que mencionar que ya los hemos ayudado no les permitirá obtener beneficios de otras entidades o personas en particular”, dijo la coordinadora del programa distrital, quien concluyó que “si para una familia no es fácil reincorporar a un miembro de ella, imagínate para nosotros. Estamos hablando de más de 2.600 habitantes de calle, es un trabajo muy grande, de paciencia, pero también de fe y mucho amor”.

La vida les ha demostrado que pueden cambiar. Rescatar lo bueno de cada habitante de la calle, sus conocimientos y talentos luego de resocializarlos es una de las grandes labores de la Casa Hogar, como también es llamado el Hogar de Paso.

Estas personas son un reflejo de errores cometidos y grandes aprendizajes. Aquel que sale de la calle no quiere regresar, así lo afirman ellos mismos.

Jorge León Guerrero
De las calles al tablero

Su inglés es fluido, tanto así que no tiene peros en enseñar a hablarlo, menos cuando quienes están frente a él también son personas que quieren salir de las calles, situación que él también ha experimentado. Jorge León Guerrero fue resocializado y ahora pasa sus días enseñándoles otro idioma a aquellos que quieren tener otra vida.

 “Me hace sentir muy satisfecho porque realizar esa labor didáctica de tipo académico me permite inculcarles a ellos que la herramienta más poderosa para luchar contra la exclusión social es la educación”, dijo el hombre, quien asegura que aprendió a hablar inglés gracias a un libro de Augusto Ghio.

 “Remenber, never forget,  you can change your life if you like”, o en español “recuerda, nunca lo olvides, tu puedes cambiar tu vida si lo quieres”, es el mensaje que Jorge les da a los habitantes de calle que llegan a sus clases.

León hace parte del 79,64% de los habitantes de calle que saben leer y escribir, según los resultados que arrojó el último censo realizado por el DANE con relación a esta población durante el primer trimestre de 2020. El estudio señala que el 19,52% de las personas en condición de calle son analfabetas y del 0,84 restante no se obtuvo información.

Según la entidad, el 85,5% de las personas en condición de calle son hombres y el 14,5% son mujeres. De acuerdo con Luisa Mora, “es más fácil la rehabilitación de un hombre que el de una mujer”, pues señala que la vida que ellas llevan en las calles es más difícil, además muchas caen en la prostitución.

Luis Rodríguez Lezama
El talento callejero

Harold Henríquez Astudillo y Leonardo Collazo tienen dos cosas en común: ambos están en proceso de resocialización y llegaron a la final de ‘Cambia la Calle’, un desafío físico, al estilo reality show, en el que demuestran sus habilidades y concursan por una oportunidad laboral. Esta actividad hace parte del programa de la Alcaldía.

Los espacios de resocialización buscan mantener la alegría de los beneficiados y explotar sus talentos para que cuando salgan de las calles puedan ser útiles a la sociedad y, sobre todo, ser felices.

‘Son de Primera’ y el ‘Salón Burrero’ son dos de las estrategias en las que los habitantes de calle demuestran sus habilidades en la música y el baile. A ritmo de flauta de millo y tambores se sienten empoderados y descubren que la cumbia y el chandé son un alivio para las penas que les trajo la intemperie.

 “Es súper especial compartir mis conocimientos con mis alumnos, transmitirles alegría y hacerles ver que ellos tienen segundas oportunidades para hacer algo tan bonito como lo es la música”, aseguró Richard Acosta, director de la agrupación.

Corriendo hacia una mejor vida

Jorge Luis Rodríguez Vera es uno de los tantos exhabitantes de la calle con un talento increíble que vive en el Hogar de Paso. Es un atleta veterano y lleva gran parte de su vida corriendo, pero por circunstancias adversas terminó deambulando por los andenes de la ciudad. Ha participado en un sinfín de maratones y ahora, a sus 62 años, su mayor récord es de 42 kilómetros y dice estar listo para representar al Hogar y a sus compañeros en las próximas competencias a las que hubiese lugar.  

Creer salva muchas vidas

Cada que tienen oportunidad, unidos y agarrados de sus manos, casi a coro, repiten una oración liderada por cualquiera que desee alzar la voz. Con sus ojos cerrados y el alma desplegada, estas personas piden, pero ahora no una limosna en la calle, sino más bien fuerzas a un ser supremo para seguir por ese buen camino que ahora emprenden y que, sin duda alguna, no dejarán de transitar. Pareciese que entendieron que orar los ayuda a seguir sanando su alma y que solo Dios puede borrar las secuelas del pasado que a muchos aún persigue.

La fe de estas personas es uno de los factores claves de su rehabilitación. La confianza en ellos mismos, en el cambio y en las posibilidades de una vida mejor demostraron ser el impulso perfecto para reintegrarse a la sociedad.

Ahora que la vida les regala una oportunidad sonríen confiados de que todo estará bien. A ellos se les nota el amor y el respeto por su Dios, es ley persignarse si para la calle toca salir, esta vez, siendo otra persona.

Luis Rodríguez Lezama
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