La estrategia de Comedores Comunitarios en Barranquilla sigue creciendo. Lo que comenzó como una apuesta por garantizar la alimentación gratuita y saludable de la niñez vulnerable de la ciudad, ahora también se transforma en un escenario de cultura, aprendizaje y expresión.
A partir de este fin de semana, 120 jóvenes de la Escuela Distrital de Artes (EDA) se unen a esta iniciativa liderada por el alcalde Alejandro Char, para llevar jornadas culturales a los 42 puntos de comedores distribuidos en las distintas localidades de la ciudad.
Con talleres de danza, pintura y actividades lúdicas, los comedores no solo seguirán nutriendo el cuerpo sino también la creatividad, el bienestar emocional y la sensibilidad artística de los más pequeños.
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“Que Alegría me da ver a nuestros niños y niñas comer sabroso y disfrutar de los Comedores Culturales”, expresó el alcalde durante una visita a la IED Libertador Simón Bolívar Fe y Alegría, donde compartió el almuerzo con los beneficiados. La jornada estuvo acompañada de arte, música y sonrisas.
“Ahora ellos regresan a casa con el corazón contento y con una sonrisa que lo dice todo. ¡Verlos sonreír es la mejor recompensa a nuestro trabajo!” Publicó el mandatario en su cuenta oficial de X.
El programa, que inició en septiembre de 2024, ha logrado beneficiar a cerca de 9.000 menores, gracias a una estrategia articulada entre distintas dependencias del distrito, juntas administradoras locales, madres comunitarias y líderes barriales.
La Alcaldía entrega todos los insumos y gestiona el funcionamiento de los espacios, mientras las madres de los sectores se encargan de preparar los alimentos con dedicación y calidez, replicando el sabor de una comida recién hecha en casa.
Además de proporcionar una alimentación balanceada y diaria, estos espacios se ha posicionado como entornos seguros en los que también se promueven actividades de acompañamiento psicosocial, educación emocional y juegos didácticos, todo orientado a fortalecer el tejido social de la niñez.
La inclusión de la EDA representa un paso más en la consolidación de una política pública que pone en el centro a la infancia, no solo como beneficiaria, sino como protagonista del desarrollo integral.
Con esta nueva etapa los comedores se convierten en laboratorios de vida donde el arte, la alimentación y la comunidad se encuentran para construir futuro.