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Rosario Pupo Arias y su esposo José Manuel Ospino, quien sufre Alzhéimer. Cesar Bolívar
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“Lo más duro fue cuando se olvidó de mi nombre” | Día Mundial del Alzheimer

Rosario Pupo narra su experiencia junto a su esposo, José Manuel Ospino, con quien lleva 51 años casada y que padece Alzheimer desde hace tres lustros.

“Él me hablaba, me decía quiero esto o lo otro. Pero hubo un día en que me preguntó quién eres tú. Para mí fue muy duro. El médico me lo había dicho: va a llegar un momento en que él no te va a reconocer. Y así fue”. Así cuenta Rosario Pupo Arias el triste momento en que su esposo, afectado por el Alzheimer, dejó de reconocerla. Esta enfermedad es conmemorada hoy mundialmente.

La relación de Rosario, de 68 años, y José Manuel Ospino, de 76, comenzó a distancia. “Duramos dos años que fuimos novios, él estaba en Barrancabermeja trabajando y yo, en Mompox. Todo era por cartas. Me visitaba cuando tenía vacaciones o descansos con puentes”, cuenta Rosario.

Después de ese tiempo, en que las visitas eran de 7 a 9 de la noche, la pareja se casó y formó un hogar con cuatro hijos; Daniel Enrique, José Manuel, Gustavo José y Aida Sofía. Hoy, Rosario y José acumulan 51 años de casados.

Rosario besa a su esposo José Manuel, con quien lleva casada 51 años.

La tempestad llegó hace 15 años, cuando José Manuel, ya siendo pensionado de Ecopetrol, comenzó a presentar síntomas que para su familia no resultaban normales: olvidaba las cosas, se confundía de casa, se le perdía la billetera, las llaves y demás. “Nuestro hijo Gustavo, que es psicólogo, me dijo que lo lleváramos al médico. Lo llevamos y por medio de un test confirmamos que era el Alzheimer que le estaba empezando”.

Después de que Rosario y su familia descubrieron que José Manuel hace parte de las más de 31 millones de personas que padecen Alzheimer en el mundo, el médico especialista les sugirió que el paciente dejara de manejar y de realizar otras actividades en las que necesitaba coordinación.

Sin embargo, después de notar que José todavía manejaba bien y hacía muchas otras cosas de manera independiente, le permitieron seguir haciendo sus actividades.

Pero hace ocho años las cosas cambiaron. Los efectos y síntomas de la enfermedad comenzaron a presentarse de manera más frecuente y fuerte. José Manuel entró en una etapa de desorientación, por lo que su esposa decidió que era hora de hacer que no manejara más y vendió el carro.

La pareja cuando cumplió 50 años de matrimonio.

Aun así, la enfermedad estaba controlada. No obstante, hace tres años ocurrió lo que Rosario más temía, que su esposo olvidara quién era ella. Inicialmente, José Manuel olvidaba muchas cosas, incluso el hecho de ser padre. Pero siempre recordaba que tenía una esposa y que se llamaba Rosario.

Luego, llegó el momento en que la tenía en frente y no sabía que ella era su amada ‘Chayo’. “Me dijo ¿quién eres tú?, para mí fue muy duro, yo me puse a llorar sin que él se diera cuenta. Ahí fue cuando yo dije: ¡Ay, Dios mío!, ahora sí es verdad que ya no me conoce”.

Rosario cuenta que después de eso siguieron los episodios de inquietud y desespero, en que decía que se quería ir para su casa y que donde estaba no era la suya. “Él quería irse, pero yo tenía orden en portería de que no lo dejaran salir, entonces cogía rabia y se quería volar la reja. Era un desespero, entonces tocaba salir un rato, dar una vueltecita y se calmaba”.

La mujer cuenta que los médicos le comentaron que los pacientes con Alzheimer van quemando etapas como los niños. Después de la desorientación, la inquietud y el desespero, continuó con las alucinaciones. “Veía cosas que lo perseguían, que lo querían matar. Me mostraba que alguien estaba ahí y le quería hacer daño. A veces hacía como si estuviera en el trabajo, quería subirse a la mesita de noche y pedía herramientas”.

“Para mí fue muy duro. Tenía que estar detrás de él como si fuera un bebé y así se fueron quemando esas etapas, que fue cuando los médicos me dijeron que necesitaba unos auxiliares, porque ya yo no podía sola”, cuenta Rosario.

La mujer afirma que una vez ella no durmió por 15 días, ya que en las noches era cuando más se presentaban las alucinaciones. También porque su esposo solo dormía por ratos, pasaba la mayor parte del día y de la noche despierto. “No fue fácil pero la EPS y Ecopetrol me dieron los auxiliares hace dos años. Ahora, él pasa dormido. Le pusimos una sonda gástrica para poderlo alimentar porque él ya no mastica”.

“Ha sido un proceso muy largo. Hay pacientes que no demoran, pero él ha sido uno de los que más ha demorado. Los médicos dicen que es porque le fue detectado temprano el Alzheimer. Entre tanto, le ha tocado la peor parte, porque hay unos que con medicamentos los duermen, pero José Manuel ni con medicamentos se dormía”, relata la mujer.

La salud de Rosario también se estaba viendo afectada por la situación de su esposo. “Yo me estaba acabando también”, afirma. La mujer visitó al neurólogo y al psiquiatra. Después le recetaron unas pastillas para poder conciliar el sueño.

“Cuando vino el auxiliar pasé a José Manuel para el otro cuarto para poder dormir. Fue algo muy difícil para mí porque en ese entonces él todavía hablaba y desde la otra habitación me llamaba y me decía ‘Chayo ayúdame’. Solo podía llorar y tomarme las pastillas para poder dormir, mientras que el auxiliar se quedaba con él”.

La mujer cuenta que así como está su esposo en estos momentos, que ya no habla ni camina, ella le sigue hablando y cuando lo hace, él la mira y le sonríe. “Le pregunto que si sabe quién soy yo, y con los ojos me dice que sí. Tiene sus ratos, así como hay momentos en que le hablo y no mueve los ojos ni nada”.

“Nuestros hijos cuando vienen y lo visitan, él se los queda mirando. Le dicen papi yo soy tu hijo, yo soy Manuel.  Él sí oye porque uno el habla, pero que reaccione o reconozca alguien, no”, señala la mujer.

Rosario comenta que los médicos y sus hijos le dicen que salga a distraerse y que viaje por 15 días o un mes; sin embargo, ella afirma que no le gusta estar separada de su esposo. “Puedo ir a un paseo un día pero de todas maneras estoy escribiéndole al auxiliar que cómo está todo, que me mande foto y eso que es solo un día”. Agrega que “me da miedo que algo pase y yo no esté ahí. Me dicen que debo pensar en mí, que debo desprenderme de él y eso es lo que todavía yo no acepto”.

Rosario, así como lo prometió el día de su boda, hace 51 años, seguirá cuidando, acompañando y amando a su esposo José Manuel por el resto de sus días.

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