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“Vivir para servir”. Esa frase corta y poderosa define lo que es el día a día de Liliana Morales, una mujer que a sus 43 años dedica sus segundos, minutos y horas a darles una vida digna a más de 200 perros que ha ido rescatando y que cuida en su refugio.

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Ubicado en una finca en el municipio de Sabanagrande, este refugio, que es más una suerte de hogar en el que se ha formado una familia, funciona gracias al amor incondicional que tiene Liliana hacia los animales. Solo eso puede explicar su labor, amor y don de servicio.

Y esa llama inició hace unos 13 años cuando por cosas de la vida le regalaron un perrito, un french poodle que la dueña no lo quería, pues de la camada que nació era el más “feo” cual famoso cuento infantil. Sin embargo, ese pequeño animal hizo crecer en Liliana un amor increíble. “Él despertó algo que tenía dormido”, dice.

De ahí pasaron unos 8 años hasta que ese amor la llevó, de su trabajo vendiendo camisetas y demás productos sublimados y estampados, a cuidar a 15 perritos callejeros. Entrada la pandemia, una persona le donó varias bolsas de concentrado, pero, curiosamente, a los animales que ella alimentaba no les gustó.

Evitando que esta comida se dañara, salió a las calles vecinas de su casa a repartirlas y encontró más de 100 perros y ahí hizo clic. Necesitaba un espacio adecuado para los animales y tenía claro que sería una finca.

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“Como animalistas tenemos un conflicto. Y es que cuando tú estás en el área metropolitana de Barranquilla siempre vas a tener problemas con los vecinos. Por los ladridos o a veces por los olores”, añade Liliana.

La aguerrida mujer detalló que en mayo de 2020 llegaron a una primera finca en Polonuevo, pero por lo lejos no completaron los dos meses. Pero los perros seguían creciendo. “Iniciamos con 15 y en junio ya habían 65”, sostiene.

Debido al crecimiento que tenían llegaron hasta Sabanagrande. Allí en ese espacioso lugar que cuando arribaron solo había una casa sin terminar, decidieron que ahí estaría ubicado su refugio. “Lo hemos ido haciendo con donaciones. Láminas, materiales, aquí lo recibimos todo”.

Orlando Amador

Una labor retadora

Aunque la labor de Liliana es una que se hace por amor, está llena de retos que a diario ponen a prueba todo lo que ha ido construyendo a pulso y ayudada con donaciones. Y es precisamente el principal obstáculo que se tiene en un refugio como este, el dinero para cubrir todas las necesidades de los animales.

“A diario tú me verás en las historias de Instagram (@dandoamor_sanador) pidiendo, mendigando, porque uno aquí mendiga. ¿Por qué? Porque el gasto de comida para ellos ronda los 500 mil pesos diarios. Y hay ocasiones en que yo no recojo sino 11 mil pesos o no se recoge nada. Es por eso que hay días en los que solo les podemos dar una comida en el día cuando normalmente son dos”, explica Liliana.

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De igual forma, otra problemática que se tiene es el tema de la adopción, pues si bien Liliana y la fundación son un refugio para estos animales, lo ideal sería que después de haber pasado por allí, recuperado sus heridas y demás, puedan encontrar un hogar, pero no es algo que suceda.

“Al año pueden venir dos o tres veces”, dice un poco nostálgica, para luego añadir que esto se debe a que las personas prefieren perros de raza y no criollos para adoptar, por lo que se debe educar a la gente para que pueda ser más receptiva.

“Lastimosamente no es fácil conseguir los adoptantes. La gente siempre busca perritos de raza, entonces normalmente los perritos de raza son los que se van. Son los que la gente adopta, pero los que son los criollos y los viejitos no tienen la posibilidad”, comenta.

Y, cuando tienen la posibilidad de encontrarle adoptante han pasado situaciones como la de Princesa, una pequeña perra que había sido acogida por una persona, pero que luego de un par de meses volvió a la calle, pues fue abandonada.

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“A Princesa la dimos en adopción porque vino un primo de un extrabajador de aquí. Y en el transcurso de seis meses me dice que su primo se había ido para Brasil, pero que se llevó a la perra. Sin embargo, después la encontré tirada aquí en Sabanagrande. Y de cosa yo conocí la perra y la pude agarrar. Pero hay perritos que cuando ya están en la calle se acostumbran”.

Para apoyar esta causa se pueden contactar con Liliana en el número 3046646499.

Orlando Amador