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Si la salsa y las músicas afrolatinas llegaron a la cúspide del mundo fue, principalmente, gracias a que Johnny Pacheco y Jerry Masucci se idearon un sello llamado Fania. El solo hecho de leer su nombre hace que un sinfín de melodías, canciones e historias, vengan a la mente.

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Esta disquera que es la gran culpable que músicos y cantantes de la talla de Willie Colón, Rubén Blades, Cheo Feliciano, Roberto Roena, Bobby Valentín, Larry Harlow, Ray Barretto, Celia Cruz y muchos otros más que no alcanzarían las páginas para nombrarlos a todos, conquistaran el mundo.

Y es menester reconocer tal trabajo aún más cuando este 2024 se cumplen 60 años desde que Pacheco y Masucci fundaran este sello.

El origen: de Fanía a Fania

Pero, antes de hablar de un legado hay que ir al inicio. El momento en que la revolución musical se gestó. Corrían los movedizos años 50 en Nueva York. La migración latina tomaba su curso y un joven Johnny Pacheco ya estaba en la movida musical.

De asociaciones con los hermanos Palmieri (Charlie y Eddie) hasta su propia charanga, inspirado por Antonio Arcaño, la flauta, aunque no su primer instrumento, lo seducía y ahí permanecería. Por eso, para el año 1964, cuando tuvo un problema de dinero con Al Santiago de Sello Alegre, donde grababa el dominicano, decidió que lo mejor era tomar caminos separados.

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Luego, junto con el empresario Jerry Masucci, prestarían 2,500 dólares para grabar un disco de Pacheco y su Charanga que se llamó Cañonazo, donde había un tema cubano titulado Fanía Funché, de Rolando Bolaños.

De allí salió el nombre del sello y la idea de crearlo se debió a su mala salida de Alegre y tenían el objetivo de pagarle a cada artista lo que merecía.

En una entrevista que concedió Pacheco al virtuoso escritor cubano Leonardo Padura, para su libro Los rostros de la salsa (1995), confesó: “Esa palabra no solo es pegajosa para los latinos sino también para los americanos y nosotros queríamos llegar a todos los mercados. A partir de ahí empezamos a traer gente y con los primeros que empezamos la Fania (y lo que no sé es cuando se cambió Fanía por Fania) fue con Bobby Valentín, que era trompetista, y con el judío Larry Harlow, que no me imaginaba que pudiera tocar así el piano de la música cubana”.

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Cortesía Fania Records

“Fania no ha muerto”

Pero, a pesar que hayan pasado 60 años de ese momento y el sello haya tenido momentos excelsos como su presentación en Zaire (lo que ahora es la República Democrática del Congo) o en el Yankee Stadium o algunos otros no tan buenos, lo que sí está claro es que Fania no ha muerto.

Así lo reconoce y asegura Alonso Jiménez, coleccionista de discos en la ciudad, quien agrega que “para la muestra un botón. Los coleccionistas de hoy en día, siempre buscan los discos de sello Fania de los primeros, los dorados, son invaluables”.

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Y para Jiménez el secreto de este éxito radica en los movimientos que hizo Fania como compañía, comprar otros sellos, absorberlos e ir agrandando su catálogo. “Empezaron a amarrar a los músicos, y por eso crearon ese imperio tan grande que se llamó Fania, el más grande que ha dado la salsa”.

Por eso, para el también coleccionista Didier Ariza, entre las joyas que no pueden faltar sobre Fania son las presentaciones en el Cheetah, lugar donde se fundara lo que hoy se conoce como salsa, Zaire o Siembra, el disco más vendido en la historia de este género.

“Aunque hay coleccionistas que piensan que porque los discos son muy conocidos no lo valen, porque se enfocan en comprar rarezas, pero precisamente por eso son tan importantes porque marcaron la historia”.

JEISSON_GUTIERREZJeisson Gutiérrez