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En la actualidad la arquitectura se enfrenta al reto de construir ciudades más humanas, sostenibles y conscientes. Ese es también el propósito con el que el arquitecto David Delgado y su compañía DDA Arquitectos realiza sus labores en Colombia.

Con más de dos décadas de trayectoria, su trabajo ha demostrado que la arquitectura además de moldear espacios, también educa, conecta y cambia realidades.

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Uno de los proyectos que mejor encarna esa visión es el Colegio de la Fundación Pies Descalzos de Shakira en Tibú, Norte de Santander, concebido como un Parque Pedagógico, Ecológico y Cultural. En una región marcada por el conflicto armado, este edificio ha sido levantado como símbolo de equidad y esperanza.

Este centro educativo fue concebido como un Parque Pedagógico, Ecológico y Cultural que beneficia a más de 1.200 estudiantes y sus familias.

Delgado comenta que el colegio ubicado en una región históricamente afectada por el conflicto armado, “es una declaración de principios: la educación como herramienta de equidad y el diseño como vehículo de dignidad, paz y esperanza”.

Su construcción generó más de 160 empleos directos e indirectos, y su impacto se extendió más allá de las aulas: activó economías locales, fortaleció el tejido social e impulsó la participación comunitaria.

CortesíaArquitecto David Delgado.

“La arquitectura delimita el espacio, pero no se limita a construir edificios. Se trata de abrir conversaciones para ayudar a decantar una forma de cultura que expande la inteligencia colectiva. Cada proyecto es una oportunidad para aprender, transformar y dejar legados sostenibles que trascienden generaciones”, explicó David Delgado en diálogo con EL HERALDO, agregando que el diseño arquitectónico debe entrelazar tres sabidurías esenciales: la de los ecosistemas, la técnica y la de las comunidades.

Arquitectura que aprende del entorno

Esa misma filosofía se ha trasladado a otros territorios del país, como La Guajira, donde DDA desarrolla actualmente una serie de módulos educativos con la colaboración del arquitecto Carlos Vázquez y Juan Lemus, que integra el equipo de la Fundación Pies Descalzos. Allí, las condiciones extremas del desierto y las dificultades de transporte impulsaron a la firma a crear un sistema modular, “como fichas de Lego”, que permite levantar colegios de forma rápida, sostenible y adaptada al territorio.

“En La Guajira los bloques con los que se construyen los colegios son hechos allá mismo, con materiales locales. Los cerramientos, por ejemplo, están tejidos por artesanos de la zona con maderas del territorio. Eso no solo resuelve necesidades prácticas, como evitar que entren las cabras, sino que integra a la comunidad en todo el proceso. Cuando la comunidad se vincula, siente que el colegio es suyo y lo cuida”, explica Delgado.

Uno de esos ejemplos es el colegio Guareguare, un espacio que funciona casi como una granja y que, según Delgado, busca convertirse en un oasis en medio del desierto: un refugio de sombra, aprendizaje y encuentro.

Espacios que educan

Desde su trabajo académico en universidades como Los Andes, el Rosario y la Nacional, Delgado ha desarrollado el concepto de “espacio intermedio”, una tipología que transforma la relación entre los edificios, las personas y la ciudad. Son lugares que no son del todo interiores ni exteriores, públicos ni privados, donde el ocio se convierte en aprendizaje y el entorno actúa como maestro.

CortesíaColegio Pies Descalzos Tibú.

Ejemplos de este enfoque son los campus del Rosario y los Centros de Recursos para el Aprendizaje y la Innovación (CRAI), proyectos que replantean la infraestructura educativa no como un contenedor de conocimiento, sino como un ecosistema vivo que promueve la creatividad, la sostenibilidad y la resiliencia.

Tejiendo ciudad y memoria

Más allá del ámbito educativo, DDA ha liderado iniciativas que materializan entornos urbanos más incluyentes, como el Plan de Renovación Urbana Triángulo de Fenicia, el Plan Maestro de Compensar en Fusagasugá, o la dirección del Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico de Bogotá (PEMP-CH).

Estos proyectos reflejan su compromiso con una visión de ciudad que une memoria, sostenibilidad y participación ciudadana, bajo la premisa de que el territorio es un laboratorio de aprendizaje colectivo.

Expansión y legado

Con un equipo de más de 30 expertos y más de 40 proyectos educativos desarrollados, DDA ha logrado reducir hasta un 30% del consumo energético en sus diseños, consolidándose como pionera en sostenibilidad arquitectónica en Colombia.

Hoy, su mirada trasciende fronteras: la firma trabaja con aliados en Estados Unidos y España en proyectos para Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, y proyecta su expansión hacia México y otras capitales latinoamericanas en los próximos años.

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Más que una firma de arquitectura, DDA se ha convertido en una plataforma de innovación, co-creación y sostenibilidad que entiende el espacio como un medio para educar, reconciliar y transformar.

Su apuesta es clara: construir no solo edificios, sino inteligencia colectiva.