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Hace medio siglo, el mundo de la música presenció el nacimiento de una obra que cambiaría para siempre las reglas del rock. El 31 de octubre de 1975, la banda británica Queen lanzó Bohemian Rhapsody, una canción que rompió todos los esquemas de la época: sin estribillo, con seis minutos de duración y una estructura que desafiaba cualquier clasificación.

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50 años después, el tema sigue sonando con la misma fuerza, consolidado como uno de los mayores logros artísticos del siglo XX. En su momento, el tema que fue apodado como Fred’s Thing (‘La cosa de Fred’) fue visto por muchos como una verdadera locura. Freddie Mercury, su creador, convenció al resto de la banda y a su productor de grabar una canción que combinaba balada, ópera y rock pesado, todo en una misma pieza que tenía como hilo conductor una letra en la que se muestra a un chico incomprendido que hasta llega a confesar un crimen.

“Nadie sabía exactamente qué era, pero todos sentimos que era algo especial”, recordaría el guitarrista Brian May años después.

Grabada durante más de tres semanas en varios estudios de Inglaterra, la canción acumuló cerca de 180 pistas vocales superpuestas. Las sesiones fueron tan intensas que las cintas originales terminaron estiradas por el calor de las luces de los equipos. “Era tan ambiciosa que solo Freddie podía imaginar lo que tenía en mente”, diría Roger Taylor, baterista del grupo.

Hubo resistencia

Para la Noche de Halloween de aquel año, Bohemian Rhapsody irrumpió en los oídos de la juventud. Era una apuesta arriesgada, especialmente para las radios de la época, por sus casi seis minutos de duración.

Camilo Puche, director del programa de Música de la Universidad del Norte, le dijo a EL HERALDO que esta obra innovó en varios sentidos, especialmente en “la inclusión de la idea de la música de concierto o de la ópera, también en los arreglos, en la forma como fue producida, en la extensión, digamos que en su momento no tenía los estándares adecuados para la industria de la radio, porque era mucho más extensa, y de hecho esa fue una obra que fue rechazada inicialmente por la disquera EMI, pero digamos, Freddie Mercury y el grupo entero creían que habían logrado una propuesta excepcional y por fortuna siguieron adelante con el proyecto”.

La banda británica Queen se convirtió en un fenómeno musical a raíz del impacto de esta canción.

La discográfica EMI incluso se negó a lanzar el tema como sencillo, pero la banda insistió, y con la ayuda del DJ Kenny Everett, que la estrenó en su programa sin permiso, se volvió un fenómeno inmediato.

En ese sentido Oswaldo Yepes, conocido artísticamente como Owy DJ, explicó a esta casa editorial que Freddie Mercury fusionó el rock con la ópera con esta canción de Bohemian Rhapsody, considerada una de las mejores de la historia. “Fue el primer sencillo de su cuarto álbum A Night at the Opera y con 6 minutos de duración era una apuesta muy arriesgada para sonar en la radio, pero el éxito los acompañó con nueve semanas en el número uno, fue un éxito en todas las listas británicas. Realmente fueron tres canciones distintas que acabó juntando Freddy, el tema comienza con una introducción a capela, seguida por una balada o algo de ópera y después algo de hard rock con un cierre bien melódico que lleva a quien la escuche por un viaje único”

“Al contrario que otros temas del grupo que nacieron en el estudio, esta fue una excepción porque todo estaba construido de antemano en la cabeza de Freddie”, sostiene Brian May, en el documental de la BBC La historia de Bohemian Rhapsody (2004).

El video promocional del tema (grabado en apenas cuatro horas) se considera el primer videoclip moderno, un formato que luego revolucionaría la industria musical con la llegada de MTV.

Un legado eterno

A lo largo de los años, la canción ha reaparecido una y otra vez: en la icónica escena de Wayne’s World (1992), en conciertos multitudinarios como Live Aid (1985), y en la biopic Bohemian Rhapsody (2018), protagonizada por Rami Malek, que revivió el fenómeno Queen para nuevas generaciones.

La banda británica Queen se convirtió en un fenómeno musical a raíz del impacto de esta canción.

Hoy, a 50 años de su lanzamiento, este tema continúa siendo una de las canciones más reproducidas del siglo XXI. Su estructura sin precedentes y la potencia emocional de su interpretación la mantienen viva en escenarios, plataformas digitales y corazones.

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Aunque inicialmente tuvo un recibimiento mixto por parte de la crítica, la canción acumula un enorme palmarés de reconocimientos. La BBC la eligió en 2002 como el mejor tema de los 50 últimos años y la revista Rolling Stone, que primero llegó a tildarla de “mezcolanza descarada”, le otorgó en 2021 un notable decimoséptimo puesto en la lista de las 500 mejores canciones de la historia.