Especial para El Heraldo
Calixto Antonio Ochoa Campo grabó inicialmente en 1970 la canción Por eso gozo, en la que se marca la realidad de la vida y 24 años después Diomedes Díaz al lado del acordeonero Juancho Rois, decidió llevarla a la pasta sonora, pero le cambió el nombre. Ese súper éxito se quedó para siempre como La plata.
“Si la vida fuera estable todo el tiempo, yo no bebería ni malgastaría la plata, pero me doy cuenta que la vida es un sueño, y antes de morir es mejor aprovecharla”.
A ‘El negro Cali’ cuando le contaron que Diomedes, quien conocía todo su amplio repertorio musical, le había grabado la canción de su autoría llamada La plata, dijo que no se acordaba tener una con ese nombre. Entonces se la dejaron escuchar para caer en la nota y al cabo de los meses supo que tenía un buen dinero por las regalías. Es decir, “plata llamaba plata”.
Esta obra es una verdadera reflexión cantada, en la que se conjugan diversas facetas de la vida que él supo definir en pocos minutos, para decir que la plata que se ganaba, la gastaba de la mejor manera porque después venían los conflictos familiares si dejaba alguna herencia. “To’ el mundo pelea si dejo una herencia, si guardo un tesoro no lo gozo yo, se apodera el diablo de aquella riqueza, entonces no voy a la gloria de Dios”.
Musicalizó su biografía
El hijo de César Salomón Ochoa López y María Jesús ‘Mamachua’ Campo Pertuz, tuvo la gran virtud de cantar todo lo que circulaba a su alrededor, siendo el más prolífero compositor del vallenato raizal.
El juglar nacido el martes 14 de agosto de 1934 en Valencia de Jesús, hoy corregimiento de Valledupar, evocó recuerdos de su niñez para cantar en homenaje a la autora de sus días en el tema Mi biografía, también grabado por El Cacique de La Junta. “Yo recuerdo que mi madre cuando yo estaba pequeño, con sus trajecitos viejos me hacía mis pantaloncitos, cumpliendo con su deber pasando miles tormentos, y así me fue levantando hasta que fui un hombrecito”.

Secretos de Calixto
De otra parte, al Rey Vallenato del año 1970 y quien recibiera el más grande homenaje en el 45° Festival de la Leyenda Vallenata, año 2012, Dulsaide Bermúdez Díaz, su última y adorada compañera, lo definió de la siguiente manera.
“El maestro, era un hombre de lengua activa que ablandaba cualquier corazón, el del ingenio popular, el compositor versátil quien supo darle el toque preciso a su sincero amor al folclor vallenato”.
Dulsaide o “Dulsa”, como la llamaba el maestro Calixto, nunca ha dejado de contar historias las cuales permanecen intactas en su memoria. Esta mujer nacida en Villanueva, La Guajira, le conocía los horarios de su corazón siendo su guía y apoyo constante. Claro, que sus amores comenzaron en 1971, pero los interrumpieron por distintas causas, hasta que el destino los volvió a unir y fueron como dos tortolitos en un mismo nido.
Nunca más se separaron hasta cuando él partió para la otra vida. Ella, lo recuerda todos los días y visita con frecuencia su tumba en Valencia de Jesús. Es así como sin pausa comenzó su emotivo relato.
“Al maestro lo conocí en el Festival de la Leyenda Vallenata del año 1970, cuando se coronó como Rey Vallenato. Lo observé tocando en un kiosco y me llamó la atención porque mucha gente tenía que ver con él por su manera de tocar su acordeón. Esa vez no pasó nada en cuestiones del amor. Todo comenzó un año después y al poco tiempo como por arte de magia, cada uno tomó su camino hasta que nos volvimos a encontrar”.
Para ella Calixto Ochoa fue un genio de la música componiendo y cantando sus vivencias, además que le grabaron más de mil obras sin repetir letra, ni melodía.
“En la casa quedó una caja llena de casetes con canciones iniciadas y casi al terminar. Chiflaba y grababa porque se le podía escapar la melodía”, aseveró su última compañera sentimental.
El recuerdo no muere
Dialogar en cualquier momento con Dulsaide Bermúdez Díaz, es notar el regreso de lágrimas, acontecimientos y recuerdos de Calixto Ochoa, los mismos que se enmarcan en todo su ser. “El maestro supo darle alegrías al mundo a través de sus canciones. Así pase el tiempo lo sigo amando por sus detalles, sus acciones, sus gustos y su manera de ser, que se refleja en una vieja fotografía que tengo en mi baúl”. Con la sinceridad deambulando por su pensamiento confesó. “Siempre estuve agradecida con él por permitirme pasar a su lado más de 25 años. En ese tiempo me enseñó que lo mejor del mundo era la pureza del alma y el amor a tiempo”.





















