Cuando las personas nos vamos haciendo mayores, aunque quien escribe este artículo apenas tenga un cuarto de siglo, reflexionar sobre la vida se convierte en algo casi que necesario. Mirar lo que hemos sido, lo que hemos transcurrido y toda la nostalgia que eso conlleva, son procesos por los que pasa el ser humano.
Y, autopercibiéndose como un ser sumamente nostálgico, el director barranquillero Roberto Flores Prieto, en su nueva miniserie llamada 'Tan lejos como puedas', que estrena este lunes a las 9:30 de la noche por Canal Trece, hace una oda a esa vejez. A esos “viejos”, que no son más que personas con experiencia en la vida, que van siendo apartados de la sociedad.
Con siete episodios, y rodada en Barranquilla en lugares nostálgicos como el Edificio García, la miniserie cuenta con un elenco de lujo compuesto por actores como el cubano Jorge Cao, Obeida Benavides, Myriam De Lourdes, Julio Sánchez Coccaro o Vicky Hernández.
Y es que escrita a seis manos, fue creada por Flores junto a Carlos Franco Esguerra y Diana Lowis. De esta manera, la serie celebra la vida y desafía los prejuicios sobre la vejez.
“Yo soy un ser nostálgico por naturaleza, toda mi obra está un poco marcada por la nostalgia, pero particularmente en este caso, la historia nos condujo hacia ello, la edad de los personajes, y el universo que se construyó alrededor”.
Hablando de la vejez
Los personajes de la tercera edad por lo general han estado reservados para acompañar las historias. Son pocos los relatos que se centran en sus historias y este es uno de ellos, adentrándonos en el variopinto grupo.
“No son tan comunes los relatos en pantalla de personas mayores porque en la vida diaria ¿qué porcentaje de la población tiene esas edades?, y todos estamos ligados a nuestros abuelos, a nuestros tíos y nosotros mismos. Cada día que pasa tenemos un día menos de vida”, explica el director.
Por eso cuando llegó esta historia que nace de un proyecto de largometraje de Carlos Franco, que con el pasar del tiempo se convirtió en Tan lejos como puedas, se pudo poner ahí esas reflexiones que llegan con el pasar de los años.
“Mi obra en general toda, pues no es que sea biográfica, ni que sea un documental, pero está muy permeada por mi familia, mis hermanas, mis padres, mis hijas, amigos propios, amigos de mis padres. Pero en ese potaje si tú le preguntas a Carlos Badiana, también ellos depositaron cosas de ellos ahí, y también cosas que son producto de la imaginación, que es la imaginación más que una elaboración de cosas que uno consciente o inconscientemente tiene ahí”.

“La vejez es casi un pecado”
En ese sentido, el cineasta analiza que vivimos en un mundo en “donde la vejez es casi un pecado mortal” y que de alguna manera se ha creado esa visión de que los viejos no aman, no tienen vida sexual, están ahí como esperando la muerte.
“Hay un culto a la juventud física, ni siquiera a la mental, porque una persona de cierta edad tiene cierta actitud y le van diciendo: ‘¿ahora qué, eres pelao?’, se le critica. Pero es un culto a la juventud física, corporal, más que a la mental. Que está amarrado en todo caso al miedo del ser humano a morir, a la vejez, a caducar. Y de lo que cuando uno empieza a tener cierta edad de viejo a ser obsoleto, a que decidan por ti”.

Regresar a Barranquilla
A finales de los años 90 Ernesto McCausland se embarcaba en la aventura de rodar El último Carnaval, película protagonizada por el cubano Jorge Cao.
Esta cinta fue coescrita por el periodista junto a Miryam Prieto de Flores, madre de Roberto.
Allí, entre rollos de cinta, una Barranquilla que no se parece en nada a lo que es hoy y el interés de aprender de Roberto, nació la relación del cineasta con el cubano que lo hizo regresar para trabajar en un proyecto que lo tocaba a nivel personal.
“Yo tengo como antecedente con este conflicto de la de la tercera edad o el adulto mayor, caminando dentro de mí al terminar Pasión de Gavilanes y comenzar a exhibirse en todas partes. Podría tener unos 50 años. Me di cuenta que sencillamente los abuelos habían desaparecido de la familia, que es la esencia de todo. Y me comenzó a rondar esa preocupación de darme cuenta que yo también iba cumpliendo años y que iba en camino de lo que es la vejez”.
Por eso, cuando llegó la propuesta de Roberto Flores y ya habían pasado unos 20 años desde que empezaron esas preocupaciones, no dudó en aceptar el trabajo, más aún cuando significaba volver al Caribe colombiano.
“Yo no había vuelto a trabajar en Barranquilla, a caminar las calles, por supuesto no es la misma ciudad que yo conocí. Es muy distinta a la Barranquilla que hay ahora, pero la presencia del Caribe existe en su gente, en el trato, en la manera de comunicarse y mi mundo emocional se identifica con nosotros”.





















