Espíritu aventurero, un par de maletas, sed de descubrimiento, amor por el suelo cafetero, un Land Rover y a viajar se dijo... Suena fácil, pero se vuelve complejo cuando mencionamos la impresionante cifra de 1.103 municipios. ¿Se imagina tener la oportunidad de pisar cada uno de los pueblos del país?
Un viajero insaciable y apasionado como Diego Rosselli fue capaz de lograrlo. El pasado sábado 13 de julio finalizó esta admirable travesía en el municipio de Unguía, Chocó.
Este bogotano, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, ha completado una hazaña única, toda una aventura que comenzó hace 20 años con la simple intención de conocer las 100 principales ciudades de Colombia.
Le puede interesar: La serie de abogados ‘Suits’ tendrá un spin-off llamado ‘Suits: LA’
“De principales fui un poco a partir del tamaño de la cabecera municipal y juntando áreas metropolitanas, es decir, por fuera, como por ejemplo, Soledad para centrarme en Barranquilla. Eso lo completé en el 2010 y ese año se publicó un libro que se llamó ‘Historias de 100 ciudades’ y quedé como con el gusto de seguir esta aventura”.
Con su fiel Land Rover, recorrió cada rincón del país, tomando fotos frente a las iglesias de cada pueblo como prueba de su visita. Su primera postal fue La Catedral de su natal Bogotá.
“Al principio eran todos los municipios que tienen acceso por carros, que resultaron ser 1,067, pero cuando terminé con esos, me dediqué a recorrer esos que llamé los 40 inaccesibles, aunque resultaron algunos independientes y en Chocó logré completarlos todos”.
Ahora, con todos los municipios del país en su memoria, Rosselli se enfrenta a una desafiante pregunta: ¿qué sigue?
“Cuando completé mi recorrido el sábado, terminé con una sensación emocionante, y se mezcló con algunas preguntas como: ¿ahora qué sigue?, ¿qué voy a hacer con todo esto? y en esas estoy”.
Su ‘Tinieblo rezandero’
A lo largo de su extraordinaria travesía por todos los municipios de Colombia, Diego Rosselli ha contado con un compañero inseparable: su Land Rover, bautizado con el peculiar nombre de ‘Tinieblo Rezandero’.
“En redes sociales, pedí sugerencias para nombrar al carro. Estando en Chocó, en una noche de desamor, se me ocurrió ‘Tinieblo’. Quería un nombre con un componente colombiano, porque es una palabra que a un extranjero hay que explicarle”, contó.
El apelativo ‘rezandero’ surgió de la costumbre de Diego de fotografiar su Land Rover frente a las iglesias de cada pueblo. “Siempre pregunto primero dónde está la iglesia. La gente piensa que soy creyente, pero no lo soy; simplemente es mi manera de demostrar que estuve allí”.
Además, relata un aspecto crucial de su metodología de viaje: la estratégica ubicación de sus vehículos.

“Cuando voy a la costa, tenía una amiga que me guardaba el carro en su apartamento en Barranquilla. Volaba a Barranquilla y desde allí me desplazaba por los municipios del Magdalena, para luego regresar y volar de vuelta a Bogotá”.
A lo largo de su travesía, Rosselli ha enfrentado diversos desafíos logísticos y situaciones inesperadas. Sin embargo, enfatiza que las experiencias positivas han predominado.
“Siempre encontré a alguien dispuesto a ayudarme. Por ejemplo, cuando tuve un desperfecto mecánico, una persona en moto me llevó a buscar un mecánico con el repuesto que necesitaba”.
Lugares inolvidables
Aunque Rosselli no tiene un municipio favorito, sí ha elaborado una lista de lugares que recomienda conocer. Entre ellos Usiacurí, el denominado ‘Pesebre del Atlántico’, que para él posee un ambiente más autóctono y natural.
“Me gustan esos municipios que tienen un ambiente más pueblerino, más autóctono, porque no estoy hablando de pueblos para ir a discotecas, piscinas, a tomar trago, y a rumbear, sino más bien de ir a caminar por las calles de pueblos, conocer el Parque Municipal y hablar con la gente”.
Rosselli tiene varios tesoros escondidos en Colombia y el Caribe encabeza su lista.
“Puerto Escondido en Córdoba me encantó, así como San Marcos en Sucre, o el mismo Caracolicito, que es corregimiento súper agradable y muy interesante en Cesar. La Jagua Del Pilar en La Guajira es mi pueblito favorito de La Guajira. Queda fuera de la vía y la mayoría de la gente ni siquiera entra a conocerlo”.

Diego también se dejó conquistar de las deliciosas arepas de huevo de Luruaco, el kibbe, bocachico frito con patacón, el mote de queso y otros baluartes de la cocina Caribe.
Ahora piensa en qué hacer con tan admirable hazaña. Lo cierto es que confirmó lo que muchos colombianos saben y quizás no han descubierto: estamos habitando un país con una infinita y mágica diversidad.
“Las distintas topografías, nuestras cadenas montañosas son impresionantes. Los colombianos tenemos que sentirnos orgullosos de nuestra diversidad y no solo la racial y de acentos, sino de nuestras creencias y actitudes”.




















