Cada pieza antigua puede parecer un tesoro desconocido. Dejarse maravillar por aquello que guarda décadas de historia puede ser una aventura fascinante. ¿Qué tal presenciar un Ford Mustang 1969 o un Toyota FJ80 de 1978? Responder esta pregunta es toda una tarea apasionante para aquellos que saben conservar unas auténticas joyas rodantes.
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Desde hace 25 años, cada 20 de Julio no solo simboliza un día patrio, sino que también pacta una cita con los amantes de carros antiguos que se congregan para desfilar y otros para contemplar la majestuosidad de estos vehículos que son conservados a pulso por sus dueños, quienes no se cansan de apreciar la belleza atemporal de un buen diseño.
Antonio De la Cruz mira con asombro el pasado. Desde su casa, recuerda los primeros cimientos de la Asociación de Automóviles Antiguos y Clásicos Antillas-Barranquilla, que hasta el 2022 organizaron este atractivo recorrido.
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Esta asociación, que cumple 34 años de existencia formal, es el fruto de una pasión colectiva por preservar y exhibir vehículos que con el pasar del tiempo, se vuelven más fascinantes para la vista. Todo comenzó en 1988 como un simple club de aficionados, un grupo de amigos unidos por su amor por los autos antiguos.
Dos años después, en 1990, el club se formalizó como una asociación inscrita en la Cámara de Comercio, consolidando así su misión de rescatar y mantener vivos estos tesoros sobre ruedas.
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De la Cruz fue el visionario que, inspirado por un pequeño club de autos antiguos en Curazao, decidió fundar en Barranquilla una organización similar.
“Allá había un club de automóviles antiguos muy pequeñito que se utilizaba para los matrimonios, para las primeras comuniones, eventos, etcétera. Y cuando esos vehículos salían en Curazao, en la ciudad de Willemstad, paralizaban la ciudad. Y enseguida yo dije, pero si Barranquilla es la que tiene más automóviles antiguos del país, ¿cómo va a ser posible que no tengan un club?”.
El desfile fue idea de José Pavia, vicepresidente de la asociación en sus inicios, con el objetivo de ofrecer a los barranquilleros una alternativa cultural para celebrar el Día de la Independencia.
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Este recorrido no solo ha crecido en participación, sino que se ha convertido en un espectáculo esperado, donde automóviles antiguos, motocicletas Harley, clubes de Volkswagen y Mustang, entre otros, recorren la ciudad en una celebración de nostalgia y belleza.
El primer desfile formal de la asociación tuvo lugar en 1992, con la participación de seis amigos y sus vehículos clásicos. Partiendo desde el Estadio Romelio Martínez y recorriendo la carrera 44 hasta el almacén Sears, lo que hoy es el Portal del Prado.
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“A él se le ocurrió sacar los automóviles antiguos con los bomberos, con la Reina del Carnaval, con diferentes hacedores de cultura en Barranquilla. Allí se nos fueron sumando motocicletas de alto cilindraje Harley, los club de Volkswagen, club Mustang, el club de los 4x4 y así sucesivamente”.
Todo un hobbie
En los últimos años, Barranquilla ha visto nacer y florecer este hobbie entre sus habitantes. Para De la Cruz, esta tendencia ha cobrado fuerza en la ciudad, especialmente entre las nuevas generaciones que ven en estos vehículos una conexión tangible con el pasado.
“Nosotros no hemos inventado nada, esto ya se estaba haciendo en Europa y Estados Unidos desde hace muchos años, pero hemos adoptado esta práctica con mucho ímpetu y dedicación”.
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Un automóvil se considera antiguo cuando tiene 35 años o más desde su fabricación. Esto ha permitido que vehículos de las décadas de 1980 y anteriores se sumen al catálogo de autos clásicos en conservación.
“Ha sido creciente el gusto de la gente que viene detrás de nosotros para conservar esos automóviles y más cuando salen esos vehículos de más antigüedad, se convierte en un espectáculo único porque la gente cuando lo ve pasar empieza a rememorar que sus padres o abuelos lo tenían”.
Con 82 años y una memoria lucida, Pedro Antonio Gómez ha sido parte del desfile de automóviles antiguos desde su inicio.
Recuerda que el recorrido original del desfile era un circuito que iba desde la Universidad del Atlántico, subiendo por la calle 72 y la 38, pasando por detrás de la Escuela Normal Superior La Hacienda y llegando hasta el sur, en La Magdalena”.
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“Hacíamos paradas técnicas, como en la 21, para tomar un refresco, una cerveza y dialogar con los compañeros sobre cómo iban nuestros carros”.
Pedro Antonio, propietario de un Ford modelo 46, destaca lo costoso que puede ser mantener estos vehículos.
“El mantenimiento es costosísimo, eso depende del carro que tengas porque por ejemplo, un Mercedes Benz del año 30, un escudito vale 25 mil dólares porque viene en oro”.
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Para infortunio del contador público, su avanzada edad ya no le permite sostener el volante del vehículo. La tarde de este martes tuvo que verlo partir al taller, lo que le produjo un par de lágrimas. Ahora, su legado y pasión continúan vivos a través de su nieto, quien restaurará y cuidará el Ford modelo 46.
El preferido de todos
Gómez, empezó a recordar sus anécdotas más memorables. Entre ellas, los momentos en los que solía acompañar a Esthercita Forero durante los desfiles de La Guacherna.
“Ella me decía a mí que yo era su novio, su amor platónico y que a ella no le gustaba montarse en ningún otro carro que no fuera el mío. Ella me buscaba, me llamaba, y yo tuve el placer de acompañarla en la antepenúltima Guacherna”.
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Pedro recuerda un incidente en la última Guacherna de Esthercita, cuando una confusión en la organización impidió su participación en el recorrido.
“No sé qué pasó con la organización y no me llamaron sino a las 6 de la tarde del día de La Guacherna. Yo dije que era imposible participar en el desfile porque sabía que mi carro no estaba acondicionado. Esthercita pidió el carro, pero no me avisaron”.
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Afirmó que ‘La novia de Barranquilla’, al no encontrar su carro, se vio obligada a subirse en el automóvil de la Marimonda, de Carlos Martínez Aparicio, y viajó algo inconforme.
“Ella se subió, pero atrás. Conmigo siempre se subía adelante. Tanto así que ese día la gente pensó que ella no había participado porque no se veía”.
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Además de sus memorias con Esthercita, Pedro destaca los múltiples personajes que ha transportado en su querido Ford modelo 46 a lo largo de los años.
“En ese carro también se subió Joe Arroyo, Caimán Sánchez, Pedro Ramayá Beltrán, Checo Acosta y Amalín de Hazbún”.
Resaltar la historia
Desde Villa Santos, Víctor Cantillo se denomina un gran apasionado por los vehículos antiguos y clásicos. Para él, este desfile es una ventana a la historia de la industria automotriz y una celebración de la ingeniería y el diseño de épocas pasadas.
“Cada vehículo es reflejo de una época. Es una pieza cargada de historia, que encierra avances tecnológicos y en diseño. Es una pieza de arte y de ingeniería. Por ello, los vehículos clásicos merecen ser conservados”.
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Este año, Víctor exhibirá dos autos emblemáticos: un Ford Mustang 1969 y un Toyota FJ80 1978. “Son vehículos diferentes (lo único en común es que ambos son rojos), concebidos y diseñados con propósitos diferentes, pero son reflejo de la época en que fueron construidos”.
Merecido reconocimiento
Gracias a estas Bodas de Plata, el día de hoy se llevará a cabo un reconocimiento a la Asociación de Automóviles Antiguos y Clásicos (Antillas), y al apoyo y altruismo de algunos pioneros de los carros clásicos y antiguos de la ciudad.
Para Andrea Acevedo Rojas, asesora jurídica y coordinadora de la asociación, es de mucha satisfacción recibir esta distinción.
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“Así como los comandantes, el alcalde o las personas que han estado en estos momentos o anteriormente quieren exaltar la ciudad haciendo parques, haciendo atracciones turísticas, nosotros también hacemos parte de esta historia con estos vehículos, porque todos tienen una historia que contar”.
Ahora se espera que estos tesoros sobre ruedas sigan siendo símbolos de una época dorada y no dejen morir el legado automotriz de Barranquilla.
Hoy vuelven a rodar en Barranquilla
El tradicional desfile inicia a las 9:00 a.m., comenzando el recorrido desde el Parque Centro Internacional del Caribe (ubicado a un costado de la Clínica Portoazul) para, luego, bajar a la calle Murrillo y subir por la carrera 20 de Julio hasta retornar al punto de inicio.
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Se realiza con el propósito de compartir y celebrar una jornada en familia y amigos.
