El de hoy debería ser un día de celebraciones porque el departamento del Atlántico conmemora 119 años, sin embargo la fiesta se ve empañada con la muerte del destacado compositor soledeño Rafael Campo Miranda, célebre por crear clásicos de nuestra música como ‘Lamento náufrago’, ‘Pájaro amarillo’, ‘Entre palmeras’, ‘Nube viajera’, ‘La cometa’, ‘Viento verde’, entre muchos otros más.
Este sábado hasta el cielo lo ha llorado, el tremendo aguacero que cae denota la tristeza que hay entre los admiradores de su obra musical. Su deceso ocurrió alrededor de las tres de la madrugada en la Clínica Misericordia, debido a una neumonía que lo aquejaba, así lo confirmó a EL HERALDO su hija Margarita Campo Vives.
“Desde el pasado viernes lo habíamos llevado a la clínica por la neumonía, allí le desahuciaron sus pulmones y nos dijeron que debía seguir con ayuda de oxígeno. Incluso ayer (viernes) compramos las balas de oxígeno, pero no se las alcanzaron a poner”, explicó en medio de su tristeza la cantante y dueña de una academia musical.
Agregó que su padre tenía 105 años y que le agradece a la vida haberle permitido a ella y a sus dos hermanos Rafael JR. y Marta haber disfrutado de su talento y sus enseñanzas durante tanto tiempo.
“Mi padre fue un ser lleno de amor y mucha música, siempre nos dio los más hermosos consejos, nosotros somos músicos porque él nos transmitió mucho ese arte. Además nos entregó siempre los mejores consejos y pudimos ver cómo con ese amor que palpitaba en su corazón por nosotros y nuestra madre creó temas tan maravillosos”.
La velación del maestro Campo Miranda se cumplirá este sábado en el cementerio Jardines de la Eternidad y el domingo será su funeral.
EL HERALDO celebró su siglo de vida
Esta casa editorial homenajeó la vida y obra de Rafael Campo Miranda cuando cumplió un siglo de vida. Hasta la sala de junta de esta redacción llegó junto a sus hijos Rafael y Margarita Campo Vives, los músicos Juventino Ojito y Viola Camacho.
“Esta cita tiene un valor incalculable para la labor que he hecho por tantos años buscando enaltecer el folclor del Caribe”, expresó con una visible emoción mientras los presentes tarareaban apartes de Pájaro amarillo, uno de sus más grandes éxitos.
El mar, el verdor de los árboles, la alborada, las aves, los atardeceres, la inmensidad del cielo y el amor de una mujer, fueron musas de este compositor que este 7 de agosto cumpliría otro año de existencia.
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“Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, como las leves briznas al viento y al azar”...cita al poeta Porfirio Barba Jacob en Canción de la vida profunda, una obra que fue su espejo a la hora de componer.
“A veces despertaba alegre, otras disgustado, pero siempre mi válvula de escape fue mi guitarra. Cuando estaba triste me la llevaba al mar y admiraba el embrujo que sale del paisaje, me distraía con el vuelo de las garzas, así nacieron muchas de mis canciones”, manifestó.
