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No hay mejor pasatiempo para Isabella Mebarak Maury que tomar un pincel y transformar en un bello lienzo aquellas figuras que le generan una profunda sensibilidad.

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El olor a pintura fresca ha sido su refugio desde pequeña y hoy, a sus 25 años, está segura de que es la profesión que desea seguir ejerciendo hasta el final de sus días.

Barranquillera, sobrina de Shakira Isabel Mebarak, la joven no solo tiene su mismo apellido, sino que también la vena artística de una tía que ha recorrido el mundo con su talento. Siguiendo sus pasos a través de la pintura, desea tocar corazones en cada rincón que pise.

Recordó con EL HERALDO aquellos tiempos en los que con un nulo conocimiento de las técnicas de una buena pintura, empezaba a dejar fluir su imaginación al lado de su madre. Allí, encontró en el arte un refugio, una forma de procesar sus experiencias y emociones.

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“Desde chiquita empecé a pintar y dibujar, y pues toda la vida fue mi forma favorita de pasar tiempo conmigo misma, procesar cosas, alquimizar cosas”.

A los 15 años, Isabella comenzó a tomarse el arte en serio, reconociendo su talento y su potencial para transformar su pasión en una carrera. Este despertar coincidió con su formación en escuelas de arte en Miami, donde balanceaba sus estudios académicos con tres horas diarias de instrucción artística.

“Allá yo tenía mis clases normales en el día y tres horas de arte todos los días y pues eso también me ayudó a ser más, a pulir más”.

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Terminada la secundaria, su deseo de perfeccionar sus habilidades la llevó a Los Ángeles. Sin embargo, su estancia allí fue breve.

“No me gustó mucho porque era mucho como diseño y yo quería aprender más sobre la figura y rostros y con un arte más académico”.

Su formación continuó en Florencia, pero la pandemia interrumpió sus estudios y la obligó a regresar a Miami. Adaptándose a las circunstancias, continuó trabajando durante el confinamiento, y una vez que las restricciones se aliviaron, se trasladó a Nueva York, en busca de nuevas oportunidades.

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Ese parecía el lugar ideal para cimentar su carrera. No obstante, la ciudad también presentó desafíos inesperados. “Las cosas se pusieron muy difíciles y quise dejar la pintura un poco”.

Durante este periodo, exploró el mundo del diseño de moda y el estilismo, aunque rápidamente se dio cuenta de que no era su verdadera vocación.

Emociones tras el lienzo

Para Isabela, el acto de pintar es una experiencia profundamente emocional. Esta variabilidad de sentimientos es reflejo del contenido y el contexto de sus obras.

“Yo cuando pinto siento muchas cosas. A veces siento frustración, siento amor, siento calma”.

Además, se convierte en su medio para abordar temas complejos y sociales, creando obras que pueden ser un espejo de su estado interno como reflejar temas universales.

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“A veces yo pinto como por una causa muy complicada o social. Y son como varios sentimientos encontrados, no es solo una cosa. Pero la verdad es que depende de lo que esté pintando. Mi deseo es que las personas se conecten con mi arte”.

Su pintura surrealista, técnica y pasión temprana por esta forma de arte, la hicieron merecedora del segundo y tercer puesto del concurso Latino Art Beat 2016, en el condado de Miami y en EE. UU., respectivamente.

Una tía ejemplar

Tras heredar su vena artística, Isabella está orgullosa de la tía que tiene. Reflejando su admiración, contó la relación que comparte con Shakira y cómo esta ha moldeado su propia carrera y visión del mundo.

“Ella, aparte de ser mi más grande modelo a seguir, me ha ayudado mucho también en mi carrera”, dice con una sonrisa que refleja admiración y gratitud. Cualquier consejo, cualquier pregunta o duda, ella siempre me ayuda. Aparte, cualquier apoyo que me pueda brindar, siempre está feliz de hacerlo y es una tía bacanísima”.

La relación entre ambas va más allá de la simple admiración profesional. Existe una conexión profunda que se manifiesta en un compromiso compartido hacia causas sociales y culturales.

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“Creo que ambas tenemos un compromiso social para el mejoramiento de Colombia y el mundo a través del arte y la cultura. Es algo que nos conecta”.

Y es que mientras que Shakira encuentra su desahogo en las canciones, su sobrina lo hace en las pinturas.

“Pienso que cuando uno es vulnerable en su arte, la gente conecta muchísimo más con eso, cuando lo está escuchando, cuando lo está viendo. Si tú conectas con tu arte, la gente también va a conectar”.

Además, fue Isabella quien le diseñó a Shakira una sudadera con la frase “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” que mostró la cantante en sus redes.