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Por Aldair Zamora Ferrer

Especial para EL HERALDO

La inquebrantable misión de evangelizar por medio de la palabra de Dios llevó al paisa Sigifredo Agudelo Cifuentes a recorrer en 1969 más de 800 kilómetros de hasta llegar a Galapa, que para entonces era una pequeña población cuyas casas de bahareques y calles polvorientas reflejaban una copia exacta de un Macondo construido en este punto del Caribe.

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A sus 25 años, el religioso oriundo de Sonsón, fue ordenado sacerdote y enviado a la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria (Galapa), iniciándose en el servicio de la fe como párroco municipal y se mantuvo durante 7 años hasta que fue moviéndose por distintas iglesias.

Siendo cura de Manatí, Atlántico, acompañó a los campesinos de la zona en la creación de un sindicato que velara por sus derechos. Esto generó indignación en un grupo de personas quienes llegaron hasta Galapa y quemaron su casa con techo de paja ubicada en donde hoy se encuentra la Casa de la Cultura.

Su traslado a Santa Marta fue el inició de un extenso e interesante recorrido por distintos pueblos del Caribe colombiano en los que además de promulgar la fe católica, poco a poco fue convirtiéndose en un coleccionista de piezas arqueológicas de la cultura Tayrona y Zenú a causa de decenas de feligreses y guaqueros de la región, quienes le entregaban y otras veces comercializaban las valiosas piezas precolombinas.

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Al terminar su periodo en una parroquia, el padre Agudelo se trasladaba a la siguiente y al mismo tiempo llevaba consigo una importante colección que para entonces superaba las dos mil piezas y que cada vez se iba haciendo más grande. Finalmente, ya después de haber cumplido su orden sacerdotal, decidió radicarse en Galapa hasta que partió de este mundo en 1993.

El inicio del MUGA

Para 1988, el presbítero Sigifredo Agudelo, preocupado por la historia y la cultura del municipio, decide reunirse con la licenciada Ana Maldonado y el arqueólogo Lázaro Cotes, e inician a sentar las bases que permiten posteriormente dar con la creación del Museo Arqueológico de Galapa ‘MUGA’.

En ese momento, la colección se encontraba en la Casa Agudelo, ubicada al lado de la alcaldía local y convertida en patrimonio arquitectónico del municipio. Actualmente, en dicha edificación vive Pastorita Agudelo, sobrina del cura, quien afirma que para 1992 “la entonces directora del Museo del Oro, Clemencia Plazas, y otros funcionarios del estado vinieron a Galapa y le ofrecieron a mi tío cerca de mil millones de pesos y él los rechazó porque era un regalo de buena fe que quería darle al municipio”.

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El cura Agudelo donó al municipio el lote en el que le habían quemado su primera casa con el fin de que se construyera en dicho lugar la Casa de Cultura Municipal y en ella el Museo Arqueológico de Galapa. Sin embargo, el cura muere y no ve culminada la importante obra inaugurada en 1997.

Cortesía MUGA

Consolidación del museo

En el 2004, la familia Cotes Cotes y la Fundación Sigifredo Agudelo Cifuentes le entregan bajo escritura pública al municipio las distintas colecciones arqueológicas que tenían bajo custodia con el objetivo de consolidar la creación del Museo Antropológico de Galapa. “El padre Sigifredo tenía piezas de la cultura Tayrona y Zenú, y mi papá que siempre le había gustado coleccionar piezas, tenía una colección de nuestra cultura Mokaná, así que juntamos todas las colecciones, realizamos un proceso de caracterización entre las originales y réplicas y se las donamos al municipio para la consolidación del museo”, sostiene Lázaro Cotes.

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Finalmente, el MUGA abrió sus puertas el 23 de marzo de 2013. Actualmente, el museo cuenta con la colección arqueológica municipal más grande del Atlántico con más de cinco mil piezas de cerámica, lítica, orfebrería y óseas, pertenecientes a las culturas Tayrona, Zenú y Mokaná.

Acceso gratuito

Cada seis años se realiza el cambio de exposición, la última fue inaugurada en diciembre de 2019, la cual permite conocer los comportamientos de los primeros grupos humanos que habitaron en el departamento, un espacio de exhibición arqueológica y etnográfica en el que resalta un mapping del petroglifo de Piedra Pintada, un lugar importante para la cultura Mokaná.

Asimismo, cuenta con una sala denominada ‘Del barro a la cerámica’, un espacio en el que los visitantes, especialmente los niños, tienen la posibilidad de realizar una pieza en arcilla teniendo en cuenta las indicaciones del guía.

“La entrada al museo no tiene costo. Aquí recibimos desde instituciones educativas hasta turistas internacionales que llegan al municipio en busca de conocer nuestra cultura. El MUGA es un lugar lleno de mucha historia que vale la pena conocer”, indica Eider Cera, guía del museo.

Cortesía MUGA