Sin necesidad de articular ni una sola palabra Rafael Fontalvo expresa todo su amor por el Carnaval a través del baile.
Y es que por encima de una condición médica que desde los 8 años de edad le ha impedido escuchar y hablar, el resonar de la memoria, y el poder de los tambores y la flauta de millo, le han dado una virtud única, honrar a través de sus manos y pies a su reina eterna, la danza.
Para este barranquillero con discapacidad auditiva que vive permanentemente atado a las pasiones y expresiones del gran Caribe colombiano, el baile va más allá de ser un simple movimiento del cuerpo, este se convierte en una especie de conexión espiritual que en él, es capaz de otorgarle hálito de vida.
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Sin enfatizar mucho en las limitaciones que enfrenta a diario, Rafael se ha convertido en un maestro de la vida, que a través de un intérprete de señas es capaz de comunicarse muy fácilmente, y si no tiene uno cerca, también hace lo posible por hacerse entender.
Sin sonido
Su historia con el Carnaval está llena de una especie de misticismo, él no todo el tiempo fue sordomudo, pero desde que nació por alguna extraña enfermedad iba perdiendo la capacidad auditiva al mismo tiempo que crecía.
'La primera parte de mi infancia transcurrió con total normalidad, los daños en mi audición y voz eran casi imperceptibles por ser un bebé, sin embargo, cuando ya sobrepasaba los tres o cuatros años era muy extraño que la comunicación fuese difícil, y por eso se consulta al médico', indicó a través de un intérprete en lengua de señas.
La claridad sobre la patología de Fontalvo es incierta, sólo se reconoce como una enfermedad rara, la cual le hizo perder el 95 % de su audición total. Sin embargo, para él solo bastaría ese cinco por ciento restante para construir su propia carrera en el baile.
'Mis primeros acercamientos con el Carnaval no tienen una fecha exacta, de hecho creo que yo nací con la fiesta, recuerdo mucho ver pasar los desfiles por la casa y luego siendo más grande ir a verlos más de cerca, y dejarme envolver por la magia'.
Esa misma intención de encontrar los colores y las formas de la fiesta en todo lugar hizo que en casa decidieran meterlo en una escuela de danza, un reto que sin duda se transformaría en oportunidad.
'Una de las cosas más difíciles fue encontrar una escuela que enseñara a personas como yo. En ese momento eso no existía en Barranquilla y al final terminó siendo un trabajo conjunto en el que juntos comenzamos a aprender, yo de ellos danza y ellos de mí lengua de señas'.
Memoria de Carnaval
Los primeros pasos que repitió Rafael hasta aprendercelos fueron los que vivían en su memoria visual, los cuales se enfrentaban al recordar los sonidos que había conocido antes de la pérdida de su audición.
Sencillamente el tiempo fue justificando todo, y aunque su experiencia lo llevó a recorrer todos los géneros de baile, él sentía que resonaba con uno en particular, el folclor, una expresión única que a través de sonidos es capaz de recoger costumbres, creencias y culturas.
'Yo hice del baile mi vida, dentro y fuera de la escuela era lo que respiraba, además siempre he sido muy inquieto entonces habían cosas que incluso las estudiaba en casa, me adelantaba, pero de verdad que mi parte favorita siempre fue el folclor'.
Este en particular posee en Rafael una visión muy holística, un recorrido de saberes que por medio de la danza se orienta a construir un mundo de posibilidades en el que las artes son prioridad.
'El folclor para mi ha sido un direccional en la vida, cada uno de los sonidos de este que vive en mi memoria, y otros tantos que he alcanzado a imaginar cómo suenan, me hacen soñar y vivir un Caribe amplio que se enaltece a través de sus costumbres'.
Porro, cumbia, bullerengue e incluso un poco de vallenato son de los favoritos de Fontalvo, pero sin duda, la armonía perfecta para él son el congo y el mapalé.
Con esta claridad pasó de ser estudiante a maestro, adquirió mucha habilidad en el baile, pero también en la pedagogía, como lo dice él mismo, nunca ha necesitado hablar para llegar a otros.
Asimismo, de los valores que destaca con gran aseveración es su disciplina, la cual no le llegó como don divino, ni mucho menos, sino que le ha tocado trabajarla en el tiempo y con la que ha conseguido los mejores resultados para sí mismo.
'Cuando se tiene alguna discapacidad la vida es mucho más dura, y quiero aclarar que no es victimización, pero a mí me ha tocado esforzarme más que a los demás, y eso me llena de orgullo, siempre he sentido que ha sido mi mayor virtud'.
De Barranquilla para el mundo
De los orgullos más grandes que narra este bailarín son dos, el primero de ellos ha sido la oportunidad de representar a Colombia y el Caribe en el mundo, pues a través de su arte se ha convertido en un embajador de cultura.
'Viajar es de las cosas que más amo hacer, conocer nuevos lugares, vivir experiencias, pero sobre todo el propósito de llevar la cultura del Carnaval al mundo, exaltando la tradición de sus sonidos y bailes'.
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Y es que Rafael se ha hecho experto en traspasar fronteras, ha estado en Madrid, España, donde tuvo participación con la Escuela Distrital de Artes, EDA, hasta la cosmopolita Santiago de Chile, en el que bailó con Melissa Cure, reina del Carnaval 2024, en la entrega de la bandera por los Panamericanos.
En este último viene su segundo gran orgullo, ser reconocido por la reina del Carnaval.
'En este medio no es tan fácil destacar porque hay muchísimo talento, pero para Lectura de Bando y Coronación, la reina pidió que yo la acompañara, y eso me llena de mucha satisfacción'.
El sentido de ser carnavalero
Por encima de todo Rafael se califica a él mismo como un incansable soñador, el cual ha conseguido todo gracias a su esfuerzo y dedicación, virtudes únicas que lo han hecho destacar.
'Mi sueño permanente ha sido el Carnaval, tanto así que ser sordo no me ha impedido vivir el Carnaval en su máxima expresión'.
Finalmente, Fontalvo se ve eternamente sirviendo al Carnaval como la fiesta de sus pasiones, y entregándose como siempre lo ha hecho, superando los límites.




















