¿Qué es lo que tiene el Carnaval de ‘Curramba’? se preguntaba el dominicano Cuco Valoy afirmando que 'pasa la reina de reinas, pasa la reina central, pasa la reina del barrio, pero el grito se oye igual'. Y sí, la fiesta se convierte en una sola para que todos los rincones puedan contemplar al unísono este evento magno.
En la fiesta caben todos y así lo entendieron en 1995 un grupo visionario de jóvenes que se tomó las calles del sur de Barranquilla para forjar una tradición única: el primer desfile del Carnaval del Suroccidente.
Desde hace 30 años, esta iniciativa, gestada con entusiasmo y determinación, no solo marcó el inicio de una festividad, sino también el nacimiento de un legado que perdura en el corazón de la ciudad.
El recorrido pudo gestarse gracias al grito de una comunidad sedienta de justicia. Y es que más de 15 mil personas se unieron en una protesta social clamando el acceso al agua potable y al alcantarillado.
Es así como el Carnaval del Suroccidente desplegó sus alas, pero sus raíces se hunden en la sed de una comunidad olvidada. Mientras otros sectores de la ciudad aplaudían la llegada de la celebración, en esta localidad latía un reclamo callado: la ausencia de agua potable.
Con tapas de olla como símbolos de protesta, calderos resonando como tambores de reclamo y latas tintineando como campanas de justicia, la comunidad del Suroccidente se levantó para exigir lo que les era esquivo.
Incluso hubo una antorcha simulando la Guacherna. Hoy, los sonidos de esos elementos metálicos se han convertido en tambores, flautas de millo y guacharacas que acompañan el danzar de miles de hacedores que anualmente se suman para adornar este recorrido.
El entusiasmo se apoderó de cada esquina mientras los vecinos se unían para dar vida a este proyecto ambicioso. Las calles polvorientas de la época fueron la mejor pista de baile de aquellos primeros participantes.
Aunque hoy la tierra haya desaparecido en barrios como La Manga, La Libertad, Carlos Meisel, San Felipe, El Valle, Bajo Valle, Buena Esperanza, El Bosque, La Sierra y El Carmen, la efervescencia por apreciar el desfile no ha cambiado.
Ejemplo de inclusión
Cada año, el director del Carnaval del Suroccidente, Francisco Llerena, se embarca en la tarea titánica de tejer una celebración más allá de la festividad, convirtiéndola en un ejemplo vivo de inclusión. Su empeño no solo se traduce en comparsas vistosas y eventos, sino en un compromiso profundo con la diversidad y la participación de toda la comunidad y así rememora esos inicios que hoy hacen posible el evento.
'Recuerdo que estuvo la reina del Carnaval que después se convirtió en monja: Edith Munárriz Steffens (1950). Ella también lideró ese momento. El director de cultura era un joven más de la comunidad. Nace como una protesta pacífica porque el suroccidente no tenía acceso al Carnaval de Barranquilla. Hoy somos un elemento identitario de la localidad y hacemos con mucho cariño una muestra cultural como aporte a esta gran fiesta'.
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Llerena, como un artista de la armonía social, ha logrado fusionar la rica tradición cultural con la urgente necesidad de justicia. Cada detalle refleja su compromiso con la inclusión, convirtiendo el Carnaval en un escenario donde todas las voces, colores y ritmos convergen en una celebración colectiva.
'Las cosas buenas merecen copiarse. Y no es que diga que los demás se han copiado, sino que hemos motivado a que también se replique esta muestra cultural en las diferentes localidades y ojalá se dé en todas las localidades. Es una manera de descentralizar el Carnaval'.
Desde que tomó las riendas en el 2016, era consciente de que la verdadera grandeza de un carnaval reside en la capacidad de unir a todos en la danza de la diversidad. 'Cada año asumo la responsabilidad entre los hombros de hacer una buena actividad y que la gente hable bien de ella'.
Instrumento de salvaguarda
Los artistas que dan vida a las comparsas hasta los voluntarios que garantizan el orden, todos participan activamente para preservar esta joya cultural.
Los habitantes del Suroccidente se convierten en guardianes apasionados de su fiesta, aportando no solo su creatividad, sino también su compromiso con la tradición.
El secretario de Cultura y Patrimonio de Barranquilla, Juan Carlos Ospino, resalta esta premisa expresando con orgullo haber sido gerente hace 19 años del Carnaval del Suroccidente.
'Lo digo con orgullo porque también desde el Colegio Mundo Bolivariano fuimos partícipes de esa gran convocatoria en búsqueda de respuesta de nuestros gobernantes por una mejor presencia de los servicios públicos en el Suroccidente, que nos sentíamos olvidados, apartados y que sentíamos que nadie miraba para allá', dijo a EL HERALDO.
Enfatiza que luego de la lucha de aquellos protestantes, hoy este Carnaval es una puesta en escena de colorido, belleza, folclor, arte y se proyecta como instrumento para la salvaguardia de las tradiciones locales.
'Me llena de felicidad y por supuesto, como secretario de Cultura, con mucha más razón, siento responsabilidad de que las cosas se hagan bien, de que la gente tenga de verdad acceso a los derechos culturales y que tengamos ya expectativas de recibir invitados de talla nacional e internacional, es también motivo de alegría, pero sobre todo que la gente se siga sintiendo en el alma y la piel que el Carnaval del Suroccidente es de ellos, que es patrimonio de la gente y que todos los días sus miembros se esfuerzan por hacer un mejor evento'.
Una apuesta de civismo
Con la defensa de la herencia africana, el orgullo innato de sus raíces y el baile como el mejor tesoro cultural, se fueron tejiendo los hilos de una danza con ardua potencia, de esas en las que las energías afloran por sí solas: Fuerza Negra, que lleva ocho años participando del desfile.
Bajo la batuta de Nair Núñez, el grupo neutraliza sus problemáticas sociales a través del baile. Su director vela por rescatar a niños y jóvenes para formarlos como agentes de cambio.
'Es bonito porque acá nos aplaude nuestra gente y todos los grupos deberíamos tener un sentido social'.
Desde el 2016, las Marimondas de La Chinita también han inundado de alegría el evento con su particular picardía. Hoy, su director Raúl Bravo festeja las tres décadas de este Carnaval.
'A nosotros nos abrió muchísimo las puertas, pues fue el primer Carnaval que nos recibió tantas solicitudes que metimos en otras organizaciones. Hoy estamos felices del lindo trabajo de todos'.
En definitiva, los niños son el futuro de la fiesta y la maestra Zulay Martínez contempla en sus manos el semillero de la Corporación Infantil de Tradición Popular Aires de Mi Tierra. Una comparsa que hace cinco años se vinculó al desfile con la ternura y espontaneidad única de los pequeños.
'Soy docente de Danza y siempre he trabajado desde la disciplina y esta inicia con la parte ética, que es el comportamiento. Lo básico de un grupo de danza es la disciplina, pero esta debe ir de la mano con los valores y en eso me enfoco a diario'.
Con el objetivo de alejar a la comunidad del barrio La Paz de la droga y del conflicto de pandillas, Yeifran Páez decidió crear la comparsa Magendekele que desfila hace seis años en este Carnaval.
'Nosotros brindamos ese paso para los jóvenes tengan algo que hacer y estén alejados de todo lo malo. El arte tiene esa capacidad de transformar vidas y eso hacemos cada año al prepararnos para participar en el Carnaval del Suroccidente'.




















