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Un mundo lleno de colores. Esa es la vida de María Rueda Romero, una barranquillera que ha hecho de la ilustración digital un arte. A sus 28 años, esta joven criada en uno de los sectores más populares de la ciudad, la carrera 8, ha logrado llevar su trabajo al mundo.

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La menor de cuatro hermanas, es la única con vocación artística en la familia. Lo suyo en el arte y la ilustración no fue cuestión de destino, ella, con sus acciones y pasión, hizo que las cosas pasaran.

Desde pequeña, cuando se sentaba en la tienda que administraban sus papás, Don Samuel y Doña Ángela, y veía los colores solo quería empuñarlos y pintar, aunque, claro, esos eran para venderlos por los que optaba, entre risas, por robarlos.

Luego, en el colegio, en el Virginia Rossi donde estudió toda su vida, siempre destacó por las artes, el baile, la música, aunque 'Mis papás no me apoyaban en nada de eso, de meterme en un curso de pintura o alguna cosa así, nada', comentó.

A pesar de todo, su meta era clara: el arte, en cualquier presentación.

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Torcer el destino

Muchas veces se dice que el destino está escrito y otras, hay que escribirlo. María, o ‘la Mona’ como le llaman de cariño, pertenece al segundo grupo. Ella se puso en el lugar que está. El objetivo de su papá era uno: que fuera arquitecta, pero ella tenía otros planes.

'Yo quería irme por el Diseño por tantas ramas que tiene. El último día, a pesar que mis papás ya habían pagado Arquitectura, convencí a mi hermana de cambiarme de carrera'.

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Así arrancó su historia. En esos vaivenes que tiene la vida, que va ubicando a las personas a su antojo, el barco de María encalló en el mundo del maquillaje, el de efectos especiales, seducida por grandes series como Game of Thrones.

'Me fui a España a hacer una especialización en Maquillaje para Efectos Especiales y mi intención era quedarme, incluso empecé a trabajar en varios proyectos'.

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Volver, siempre volver

Su estancia en Europa duró tres años. La vida le estaba preparando a María una de las batallas más duras. Su papá enfermó de cáncer y era imposible no volver, regresar a su lugar, aunque a nivel profesional 'no tenía nada'.

Allí, en medio de todo, sostenerse emocionalmente, hacerse notar laboralmente, las redes sociales fueron su salvavidas.

'Me empecé a mover por Instagram. Le hice una ilustración a Greeicy Rendón que había sacado una canción y dije 'si la ve chévere, sino no importa'.

La subí y me la compartió. Luego, tiré más alto, fui por J Balvin. Me compartió el post, me siguió, me dio las gracias, le pareció increíble. Así inició todo este ascenso que he tenido'.

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Junior y el Caribe

Aunque toda su familia sea santandereana, de pura cepa, María es 'barranquillerísima' y eso es algo que logra verse en todo su arte, en todo lo que hacen los elementos del Caribe, del Carnaval, del Junior están ahí, respaldando su amor por la ciudad, por el Macondo que la inspira.

Y ese amor por la ciudad la llevó a ser la mente detrás del diseño del bus del Junior.

'Empecé a ver los buses anteriores y vi que eran básicos'.

Su objetivo fue cumplido, le metió arte y ganó. Además, le permitió poder ser quien ilustrara las nuevas contrataciones del equipo. 'Cambiamos el paradigma de meterle arte, luego varios equipos apostaron por la ilustración, pero acá se hizo primero'.

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Netflix, la cúspide

Con una sonrisa entre nerviosa y orgullosa, María cuenta que en primera instancia pensó que se trataba de una broma pues ¿de tantas ilustraciones de La Casa de Papel, Netflix había elegido la suya? Para ella, eso era ficción, como la serie misma.

'A mí me envían un correo, me dicen: 'Hola, María, soy Sara de Netflix que estamos interesados en comprarte la ilustración. Siempre que digo el cuento, se me acelera el corazón porque yo pensé que era un fraude, que me iban a estafar, eso fue lo que yo dije'.

Sin embargo, el batido de emociones que supone recibir una oferta como esa, hacía que internamente ‘La mona’ pensara que algo de real podía haber.

Hizo todo el proceso, se inscribió en una plataforma de Netflix y la ficción se volvió realidad. El arte de una barranquillera llegó a España.

'Empezaron a mandarme fotos en Instagram de mis ilustraciones en todo España, en todas las paradas de buses. No solamente era una sola ciudad, era Madrid, Barcelona, Zaragoza, Vallecas. Fue una satisfacción y un orgullo tremendo', dijo.