Son pocas las personas que han tomado la valentía de armar su hogar en un par de maletas y adentrarse a una hazaña tan majestuosa como el planeta mismo.
Christian Zea nació en Cartagena, a sus cuatro años se fue a vivir a Sincelejo, y desde entonces creció viajando entre ambas ciudades, sin darse cuenta que aquellos viajes cortos, serían el principio de una larga travesía.
Desde los doce años, comenzó a acompañar a su padrastro dermatólogo a congresos médicos fuera del país. Esto le sirvió para ir perdiendo el miedo de viajar, abrirse a nuevas culturas a su edad e ir llenando su lista de los países visitados.
El inicio de la aventura
Al terminar sus estudios de bachiller, se radicó en Barranquilla para estudiar Negocios Internacionales en la Universidad del Norte.
Enamorado de su carrera e interesado por conocer nuevas culturas, con un buen nivel de inglés y un pequeño curso de alemán, en quinto semestre realizó su primer intercambio a Austria.
Luego de seis meses regresa a Barranquilla, continua con su pregrado y en octavo semestre realiza el segundo intercambio a Francia.
Mientras Christian estudiaba en sus intercambios, su espíritu viajero no le permitía perder cualquier oportunidad para conocer países vecinos. El morral, sus documentos y un boleto de tren eran suficientes para adentrarse a nuevos mundos marcados por su cultura.
En 2015 realiza un Máster en Economía, regresa al país, trabaja durante tres años, ahorra y continúa un capítulo más de su aventura, esta vez, inicia por Singapur.
Zea, de 32 años, se considera una persona muy abierta, le es fácil hacerse amigo del taxista, el empresario, el viajero, el local y un sinnúmero de personas que se va encontrando en sus expediciones.
'Viajar me ha permitido darme cuenta de la influencia que tiene la religión en las personas y como a partir de ellas viven y crean sus costumbres, los países musulmanes me asombraron en ese sentido, pero uno debe estar abierto a aprender y respetar las normas de cada lugar donde uno vaya', afirma el trotamundos.
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Un sueño cumplido
En su ruta por Asia no estaba planeado viajar al Monte Everest, sin embargo, era otro de sus sueños que desde joven se habría propuesto cumplir. Junto a viajeros desconocidos decidió realizar la ruta de veinte días hasta el campamento base.
'Lo más complicado fue la temperatura, no podíamos bañarnos, dormía en un cuarto con calefacción y estábamos a -7 grados. Las personas en el camino fueron muy amables y nos indicaban por donde seguir', expresa Zea.
La intuición del costeño, la guía precisa en su aplicación de mapas y unas cuantas indicaciones en el camino hicieron que llegara a su destino, en una altura de 5.200 metros y compartir con aquel sublime momento junto a aventureros de todo el mundo.
Ser colombiano en el mundo
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Christian ha vivido en carne propia el estigma que se ha creado en el mundo en torno al ‘colombiano’. Le ha tocado sortear penosas situaciones xenófobas.
'En un bus de Grecia a Albania, iba con mi padre, oficiales detuvieron el bus, pidieron los pasaportes de los cuarenta pasajeros, solo nos hicieron bajar a mi padre y a mí para revisarnos hasta los bolsillos y es obvio que era por la nacionalidad', sostiene.
Otra situación ocurrió cuando Zea cruzaba la frontera de Macedonia, en ese punto, oficiales locales lo interrogaron hasta llegar a preguntarle si hacia parte de la mafia colombiana.
'Hay mucha discriminación, me acostumbré a tener paciencia y siempre diré que los buenos somos más', dice.
María García, madre de Zea, expresa que 'desde muy pequeño fue un niño valiente y confrontador ante las injusticias. Él ha visto el mundo de una manera distinta, y ha inspirado a su familia a viajar.
Actualmente, Zea se encuentra realizando un segundo Máster en Turismo.
A sus 32 años, ha desarrollado muy bien la empatía, su lugar favorito es Venecia y la siguiente meta es subir el Monte Kilimanjaro, ubicado Tanzania, África.
Zea conoce aproximadamente 250 pueblos y ciudades alrededor del mundo, ha llenado tres pasaportes y en los próximos días viajará a México, convirtiéndose en su país No. 61.
En lo gastronómico cuenta que en Noruega comió hamburguesas de ballenas, en Camboya carne con hormigas rojas y que la más exótica por sus sabores y colores es la de India.




















