Antes de poner un pie en Aruba, sus visitantes comienzan a divisar desde el cielo toda la belleza de esta isla caribeña.
El turquesa del mar se convierte en una especie de imán que atrae a turistas que en su mayoría provienen de Estados Unidos, otra parte de Europa y Latinoamérica.
Ya en tierra, la amabilidad y calidez de su gente se convierte en otra de las bondades de la denominada 'isla feliz'.
Te reciben con una frase que se torna común al oído de los turistas: 'Aruba Bonbini' (Bienvenidos a Aruba).
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Los habitantes raizales hablan cuatro idiomas, por lo que hacen valer esa capacidad comunicativa para ser mucho más familiar con los de habla inglesa, hispana, holandesa y entre ellos hablan papiamento.
Este destino turístico en el que los ojos de los visitantes se van iluminando a medida que descubren cada rincón, ahora está a solo una hora de Barranquilla, debido a que la aerolínea Sarpa, el pasado 2 de enero relanzó la ruta Barranquilla-Aruba, que permite a los habitantes de la región Caribe colombiana estar más cerca de este paradisiaco lugar al viajar en aviones jet.
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Para explorar la isla, muchos prefieren ir a playas como Eagle Beach, en la que al pisar su resplandeciente arena blanca y observar el árbol de Fofoti (planta nacional perteneciente a la familia del mangle), muchos no quieren volver a irse de la que es considerada una de las mejores playas del mundo según el sitio web estadounidense TripAdvisor, especializado en contenido relacionado con viajes.
También se puede ir a bordo de un catamarán y practicar esnórquel en los arrecifes de Boca Catalina o Malmok Beach, donde se aprecian coloridos peces y tortugas marinas.
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Pero Aruba es más que mar, cuenta con lugares como el Museo y Fábrica del Aloe, un lugar construido desde 1890 en el que se cultiva la sábila.
'Aquí trabajan 150 personas, con el cristal de la sábila se fabrican bloqueadores solares, vitaminas, cremas hidratantes, gel para dolores musculares y nuestro producto estrella Alhydran, gel que disipa las quemaduras y que es vendido en más de 25 países. Tiene la concentración más alta de aloe', explicó a EL HERALDO Linda Nieves, guía del museo.
La sábila hace parte del escudo de Aruba, debido a la importancia en la economía.
En las afueras del Museo del Aloe cultivan en 1.6 hectáreas la planta, la cual demora nueve meses para crecer y tiene una vida de 25 años.
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Safari en Jeep para explorar su belleza
Para contemplar los tesoros naturales que tiene Aruba, es ideal realizar un recorrido en jeep 4X4 que permitirá conquistar el terreno al que los vehículos normales no pueden acceder sobre la costa norte y desértica.
Con la narración de un guía, se descubren enclaves locales como las Ruinas de Bushiribana o las formaciones de Rocas Ayo, que eran utilizadas como refugio de los indígenas ante los españoles.
John Marvin Kelly, que va vestido como un auténtico safari, hace 25 años labora como guía turístico.
Él explica que el Parque Nacional de Arikok ofrece una mirada distinta, alejada del mar y la playa.
'Aquí se muestra una isla volcánica, con grandes formaciones rocosas, con puentes naturales únicos y cactus que dan cuenta del clima seco que tenemos'.
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Johnny, como lo llaman de cariño, también contó que la pandemia los golpeó fuerte y que hubo cuatro meses en los que no llegó un solo turista y el Gobierno les subsidió el 60 % del salario, 'pero aquí en la isla feliz somos optimistas y por fortuna todo se ha reactivado, desde el 17 de febrero se eliminó el uso de la mascarilla y ahora está todo ‘dushi’, como decimos acá para referirnos a que algo está bueno'.
La magia del centro de Oranjestad
Si se quiere entrar en contacto con la historia que encierra la arquitectura arubana, entonces es ideal realizar un recorrido a pie por el centro de Oranjestad, su capital.
Se hacen paradas para visitar monumentos y museos, probar la cocina local, esencialmente el pastechi (una empanada rellena de queso o carnes).
Durante la visita por esa zona en la que la influencia de la arquitectura holandesa se palpa y los colores fuertes son protagonistas de las fachadas de edificios y residencias, también se observa el tren eléctrico que permite a los turistas hacer un recorrido más rápido.
También te topas con algunos de los ocho caballos de porcelana azul, un proyecto de arte público realizado por la artista local Osaira Muyale.
Todos rinden honor al pasado colonial de la isla. Aruba tuvo un importante papel en el comercio regional de caballos durante el dominio español y holandés.
Oranjestad fue conocida como Paardenbaai (Bahía de caballos).
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Milton Hazel, guía turístico de Aruba Walking Tours, detalla que en la isla 'conviven personas de 90 nacionalidades y se practican 40 religiones diferentes, lo que habla de la diversidad cultural que existe'.
También explica que en la arquitectura de la isla hay una mezcla 'entre la modernidad y el lujo de la zona hotelera, combinados con los rezagos de la colonización holandesa que elevó sus cimientos desde 1636'.
Visitar el Museo Nacional de Arqueología, cuya estructura fue construida en 1929, se convierte en una parada obligada.
Allí se observa una réplica de una antigua vivienda construida por los nativos, vasijas de barro, embarcaciones menores y algunas osamentas que le dan al lugar un toque místico.
En el centro también se encuentra la sede del Parlamento de Aruba e icónicos monumentos como el de la reina Wilhelmina (Guillermina de los Países Bajos).
'A ella la debes mirar de frente siempre, solo puedes darle la espalda cuando te hayas alejado dos metros, es la tradición', sostiene Hazel.
Otro plan cultural que muchos realizan es visitar San Nicolás, la segunda ciudad más grande de Aruba, ubicada en el sur.
Allí, 54 murales pintados por artistas de diferentes naciones engalanan el lugar y también 14 bancas con mosaico que reflejan lo mejor de la flora y fauna.
Sus encantos gastronómicos
La oferta gastronómica es variada, sin embargo planes como ir a comer pollo al curry en el restaurante Kamini’s Kitchen, ubicado en San Nicolás, o también degustar el Keshi Yena, plato insigne de Aruba (una gran bola de queso rellena de carnes servidas al vapor) son planes ineludibles.
Estos platos son acompañados con vinos, limonadas o con una cerveza de mango de la marca Balashi.
El restaurante Papiamento, que yace en el interior de una gran casona construida en 1886, también es otra parada recomendada.
Las mesas que bordean la piscina son ‘arropadas’ por frondosos árboles de caucho, lo que hace el ambiente mucho más fresco para disfrutar de la mejor comida de mar y de platos como el original puré de camote con canela.
Al final, con todas las delicias degustadas y las nuevas experiencias vividas, puedes despedirte diciendo ‘Danki’, lo que equivale a dar las gracias a todos por su atención y calidad humana.
