El Heraldo
Política

Las jugadas de Gaviria para reinar en elecciones

Analistas políticos creen que el visto bueno a candidatos que no militan en su partido, el Liberal, habla de la carrera ciegas por el poder que agobia a los partidos. Desde las toldas rojas defienden sus metas y filtros para las regionales de octubre.

Aunque en teoría debería, en la práctica ya en el país no causa extrañeza el dinamismo de la política y, por supuesto, de los partidos políticos. Eso es lo que opina la mayoría de analistas consultados por este diario sobre algunos avales que, aunque aún no han sido otorgados oficialmente, sí están siendo por lo menos evaluados por el Partido Liberal.

En concreto, hay un caso que ha llamado la atención de la opinión pública: se trata de Ángela Hernández, candidata a la Gobernación de Santander, quien ha tenido posturas antigais y en contra del proceso de paz. Dos asuntos, el de la diversidad y el de la salida negociada al conflicto, que han estado ondeándose con fuerza en las banderas de las toldas rojas desde hace lustros en el país.

Sin embargo, para politólogos consultados, la amplitud de partidos políticos desde la Constitución del 91 hace que la contienda electoral en Colombia sea, en realidad, una carrera de caballos con anteojeras donde la meta es el poder, sin mirar con quién, cueste lo que cueste y sin tener en cuenta, mucho menos, ideologías políticas.

Pues bien, esto pareciera retratarse con claridad asombrosa en el caso de Hernández: una líder política que ha estado en La U y el Centro Democrático, promotora de las marchas contra la ‘ideología de género’ –la diputada santandereana ‘trinó’ en 2018: “Como defensores de la familia es una alegría compartir con hombres que algún día tuvieron confundida su sexualidad; hoy gracias a Dios y su poder han podido recuperar su identidad. #DiosCambia”- y contra el proceso de La Habana.

Desde el liberalismo, que como filosofía política se supone promueve las libertades civiles y económicas y se opone al absolutismo, al conservadurismo y promulga el Estado de Derecho y la democracia, le dijeron a este diario que en el caso de Hernández “pidió el aval por sus orígenes liberales, perteneció al Partido, está en análisis”.

Para el analista político Germán Sahid, los liberales buscan gobernabilidad: “Tengo entendido que ella se ha caracterizado por las posturas inspiradas en las iglesias protestantes, bastante conservadora, pero al mismo tiempo en un sistema político de varios partidos es muy difícil que un candidato que gane tenga gobernabilidad si no tiene alianzas; no va a tener margen de maniobra para sus proyectos políticos”.

Entre tanto, Yan Basset, profesor de ciencias políticas, pone de presente que “de cierto modo el Partido Liberal tiene toda una tradición de tener en su seno a militantes de iglesias protestantes, porque en el marco del bipartidismo los cristianos se consideraban como más cercanos a los liberales que a los conservadores, que eran más de tradición católica. Entonces eso de por sí no es tan nuevo, lo que sí es más contestable son las posiciones políticas que ha tomado Hernández sobre temas de paz, pero esto creo yo que no tiene tanto que ver con problemas ideológicos sino simplemente con el hecho de que César Gaviria –director del partido– parece haber elegido desde las pasadas elecciones no intervenir demasiado en los asuntos del partido y dejar que las maquinarias regionales avalen a sus propios candidatos”.

¿Nueva disidencia liberal?

El caso Hernández hizo que a través de una carta a Gaviria los senadores Jaime Durán y Horacio José Serpa, así como el exgobernador santanderano Miguel Arenas, el exalcalde bumangués Carlos Ibáñez, el expresidente de la Cámara Norberto Morales y el exrepresentante Mario Suárez, advirtieran: “Manifestamos nuestra perplejidad por el anuncio de otorgarle el aval del Partido Liberal a la señora Ángela Hernández, quien profesa principios e ideas contrarias a los postulados del liberalismo, y quien se opuso de manera mendaz al proceso de paz (…). Sus expresiones rechazan el libre desarrollo de la personalidad”.

Así mismo, los nueve concejales liberales de Bucaramanga amenazaron al director de la colectividad con irse del partido por no avalar a su candidato, Fredy Anaya, sino a Claudia Lucero López, esposa del senador Miguel Ángel Pinto. De esta manera, los cabildantes pudiesen terminar en Colombia Renaciente, el partido precisamente del disidente liberal Juan Fernando Cristo.

De hecho, el exministro Cristo hizo parte el año pasado de la veintena de liberales que abandonaron la colectividad por las posturas de Gaviria frente al gobierno de Iván Duque y por el fracaso de Humberto de la Calle en las presidenciales –derrota que le imputaron al expresidente-. Se trató de políticos santistas del liberalismo que consideraban que el trapo rojo debía hacer oposición al duquismo y al uribismo.

Ahí también estuvieron los exministros Guillermo Rivera, Alejandro Gaviria, Yesid Reyes, el guajiro Amylkar Acosta y la barranquillera Cecilia López. También el exviceministro Luis Ernesto Gómez, el excongresista samario Joaquín José Vives y el abogado y columnista Ramiro Bejarano.

En todo caso, lo de las disidencias no es nuevo en la colectividad, pues en los 80 estuvo el Nuevo Liberalismo en torno a la figura de Luis Carlos Galán y más atrás, entre 1957 y 1963, el Movimiento Revolucionario Liberal, MRL, que se oponía al Frente Nacional, fue promovido por Alfonso López.

Y más recientemente, en el surgimiento de Cambio Radical, desde 1998 un grupo de exgalanistas se fueron del liberalismo, de la mano de Germán Vargas Lleras, para formar la colectividad rojiazul. Y en 2005, otro grupo de liberales que apoyaban al expresidente Álvaro Uribe, también dejaron las toldas para fundar el Partido de la U.

En el análisis de Basset, lo de las nuevas disidencias está relacionado con la falta de liderazgo de Gaviria en las huestes coloradas: “El problema es una falta de conducción del Partido Liberal que tiene que ver a mi juicio con que Gaviria esta últimamente bastante debilitado por las disidencias y las acusaciones de que el partido había estado metido en el escándalo de Odebrecht en el momento en que su hijo Simón estaba dirigiendo el partido. Entonces todo esto nos habla más de una falta de conducción y de un partido que deja a sus líderes regionales definir las candidaturas y los avales”.

La lucha por el poder

El politólogo Rubén Sánchez, quien de hecho militó en el Partido Liberal, cree que con la colectividad suceden tres asuntos: “Las ideologías políticas en Colombia ya están prácticamente desaparecidas, aquí lo que importa es cómo llegamos al poder. En este momento ningún partido político podría aspirar a ejercer un poder pleno sin alianzas, no importa con quién. Y a pesar de que Colombia es presidencialista y el poder está centralizado en Bogotá, el poder real está en las regiones, porque el presidente en el Congreso siempre encuentra límites en sus decisiones como lo vimos este año y eso implica hay que hacer alianzas regionales que permitan sacar adelante intereses propios de los líderes de las regiones”.

Para Sahid lo que viene pasando con el liberalismo “es un efecto que causó la Constitución del 91 y es que los partidos se caracterizan en Colombia por ser fábricas de avales y no por tener una concordancia ideológica. Antes de la Constitución solo eran dos partidos, eran estructuras ideológicas claras, luego con la multiplicidad de partidos estos tiene que pelear con muchos otros partidos por acceder a cargos de poder y esto hace que pierdan su base y que busquen es candidatos con mayor favorabilidad que les permitan entrar a la administración pública, a posiciones de poder e incidir en los presupuestos públicos a nivel nacional, local o departamental”.

En las consideraciones del analista político Miguel Silva Moyano, el lío de las toldas rojas se desprende de las pasadas presidenciales y la opción que tomó Gaviria por Duque: “En el partido hay una tensión que se viene manifestando desde las presidenciales, cuando Gaviria toma la decisión de apoyar a Duque y hay un sector considerable del partido que no está de acuerdo y eso se vio reflejado en la distribución de avales al Congreso, y obviamente lo estamos viendo en este momento. Lo que Gaviria se juega es a ganar mayor influencia en el territorio, a partir de estos apoyos, sacrificando tal vez coherencia ideológica”.

Cruzada liberal de octubre

Del partido le dijeron a este diario cuáles son las metas que se han propuesto para las elecciones regionales de octubre.

“Aumentaremos nuestra cifra de alcaldías. Actualmente tenemos 130 en todo el país y estamos trabajando de 7 de la mañana a 10 de la noche todos los días. Procuraremos aumentar las siete gobernaciones que actualmente tenemos. Hay 840 municipios con solicitud de aval para Alcaldía, calculamos que serán 700 los avalados al final, 340 avaladas más que hace cuatro años”, indica la colectividad.

Además, advierten del mecanismo para otorgar avales: “Para dar avales, el expresidente organizó una unidad de revisión de hojas de vida para revisar a cada uno de los candidatos. Consulta con los dirigentes de las regiones y manda a hacer sendas encuestas para analizar todas las opciones, también viaja a las ciudades a revisar detalles de esas hojas de vida. Los dirigentes liberales también tienen delegación de otorgar avales. Absolutamente todos tienen que ser autorizados por la ventanilla única de la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría”.

Ideología

En opinión de Sánchez, la ideología liberal y el Partido Liberal son dos temas aparte: “Desde hace años una cosa es la ideología liberal y otra cosa es el comportamiento de los liberales, que a veces están más a la derecha que la misma derecha.

En términos ideológicos me parece absolutamente contradictorio; pero en términos empíricos es una realidad que se ha venido dando en el país desde hace tiempo. Mire usted a Uribe: fue del Partido Liberal y mírelo ahora encabezando la derecha. Uno se puede horrorizar, pero no es nada novedoso”.

A su vez, Sahid pone de presente que hay errores de concepción en la colectividad: “Desde el 91 el partido se ha caracterizado por entender el liberalismo de una manera equivocada. Ellos consideran que ser liberal significa aceptar a todo el mundo; no es el liberalismo político, económico, en derechos humanos, por eso en el mismo partido podrían estar German Vargas Lleras y Piedad Córdoba, que son ideológicamente como el agua y el aceite”.

 

 

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