El Heraldo
Francisco de Roux, actual presidente de la Comisión de la Verdad, junto a Sandino y Biohó.
Política

La ley del Montes | ¿Traicionó Santos a Alfonso Cano?

Antiguos combatientes de las Farc señalan al expresidente de ordenar el asesinato del jefe máximo del desaparecido grupo guerrillero. ¿Qué hay detrás?

El pasado 4 de noviembre la senadora Victoria Sandino, del partido Comunes (antiguas Farc), envió una carta a la Comisión de la Verdad con un único propósito: que se sepa la verdad acerca de la muerte de Alfonso Cano, jefe de las desaparecidas Farc, muerto en 2011 en el Cauca por tropas de las Fuerzas Militares, en desarrollo de la llamada Operación Odiseo.

La hoy senadora del partido Comunes considera que todavía hay preguntas relacionadas con la muerte de Cano que deben ser resueltas por quienes tuvieron participación directa en los hechos, como es el caso del ex presidente Juan Manuel Santos. “Queremos saber ¿por qué Santos ordenó la muerte de Cano?”, se pregunta Sandino, al igual que otros ex combatientes de las Farc. Para Sandino, su entonces jefe fue muerto “fuera de combate”.

La carta de Sandino produjo, como era de esperarse, fuertes reclamos por parte de la inmensa mayoría de los colombianos, quienes consideran que los ex guerrilleros de las Farc en lugar de estar buscando responsables por la muerte de uno de sus líderes deberían rendir cuentas de su pasado criminal.

Pero lo cierto es que no es la primera vez que las Farc piden cuentas al Estado sobre la muerte de Alfonso Cano.

En julio de 2014, Rodrigo Londoño, Timochenko, publicó un mensaje desde “las montañas de Colombia”, en el que responsabilizaba al entonces presidente Juan Manuel Santos de haber violado tratados internacionales al “ordenar la muerte de Cano”.

“El presidente Juan Manuel Santos -escribió Timochenko- debe responder por la muerte del máximo jefe de las Farc, Alfonso Cano, quien debió ser capturado y entregado a los jueces para ser sometido a una causa penal con arreglo a la Ley”.

En esa oportunidad Timochenko expuso en su publicación las razones por cuales las Farc consideran que Santos en su calidad de jefe del Estado debe responder por la muerte de Cano. “El artículo 4 del protocolo II adicional a la Convención de Ginebra, obliga a quienes hayan dejado de participar en la hostilidad a tener derecho a que se respete su persona y a ser tratado con humanidad en toda circunstancia. Expresamente prohíbe ordenar que no haya supervivencia. ¿Acaso Alfonso Cano no lo era?”, se pregunta Timochenko en su escrito.

En su artículo Timochenko define a Santos como un “soberbio” y pide que para que no haya “impunidad con las víctimas”, el gobierno debe “aceptar y reparar ese crimen”, pues al momento de morir, Alfonso Cano se hallaba “solitario en medio de la manigua y en absoluto estado de indefensión”.

De manera que tanto Timochenko antes, como la senadora Sandino ahora, responsabilizan directamente a Santos de la muerte de Cano. “El presidente Santos, tras conocer la noticia -sostuvo Timochenko- no solo reconoció haber llorado de felicidad, sino que a medida que su soberbia fue creciendo se dedicó a publicar que la orden había sido emitida directamente por él, tras haber sido consultado al respecto”.

El otro ex jefe guerrillero que también señala a Santos de la muerte de Cano es Iván Márquez, quien cuando retomó las armas, declaró: “Ya en el 2011 un presidente de la República, ordenó con premeditación y alevosía, asesinar al comandante de las Farc, Alfonso Cano, con quien desde hacía meses adelantaba contactos exploratorios para abrir conversaciones de paz”.

Es decir, para Márquez, el entonces presidente Santos traicionó a Cano. “Esta traición -dice Márquez- ocurrió luego del bombardeo de la Fuerza Aérea, con el agravante de que el comandante insurgente se encontraba capturado y en total indefensión”.

Las tres versiones de los ex compañeros en armas de Alfonso Cano coinciden en señalar a Santos como responsable de la muerte del entonces jefe máximo de las Farc. Veamos, la versión del ex presidente:

“Fue una decisión que tomé con serenidad y tranquilidad de conciencia”: Juan M. Santos

En su libro “La batalla por la paz”, Juan Manuel Santos dedica un capítulo a la muerte de Alfonso Cano. “Una de las decisiones más difíciles, sino la que más, fue la que tuve que tomar cuando el ministro de Defensa y el alto mando militar me informaron que habían ubicado a Alfonso Cano y que todo estaba dispuesto para adelantar una operación en su contra. En cualquier otro momento no hubiera tenido la menor vacilación, pero entonces había algo que yo sabía y mis generales y el ministro no: con Cano estábamos avanzando, cautelosamente, en unas reuniones exploratorias para discutir la posibilidad de iniciar un proceso de paz. Ya llevábamos tres encuentros con sus delegados -uno en la zona fronteriza y dos en la isla de Orchila- en los que participaban también representantes de países garantes, y estábamos concluyendo la coordinación para que nuestros plenipotenciarios se encontraran en La Habana. En medio de estas circunstancias me dijeron que habían localizado a Cano -un objetivo que veníamos persiguiendo desde hace años- y fue ahí cuando tuve que tomar solo, absolutamente solo, la crucial decisión. Fue difícil. Era consiente de que podía poner en riesgo el camino avanzado hacia una negociación de paz, pero al final di el visto bueno para la ejecución de la Operación Odiseo, y lo hice con serenidad y tranquilidad de conciencia, basado en un análisis racional de costos y beneficios”.

“Fue una apuesta riesgosa, pero me salió del alma”: Juan M. Santos

En su libro, Santos expone otras razones mediante las cuales justifica la decisión de ordenar la operación militar contra Cano: “Finalmente, hubo otra razón que me ayudó a sustentar mi decisión. Tanto las Farc como el Gobierno sabíamos bien cuáles eran las reglas del juego. Estábamos avanzando en una exploración que podía llevar a una negociación, pero, mientras no se pactara un cese al fuego y de hostilidades, era claro que la guerra continuaba y que todos, absolutamente, todos -incluido yo mismo como Presidente, pues conocí de varios planes de la guerrilla para acabar con mi vida- éramos blancos. Esa es la dinámica de la guerra, y para salir de ella, precisamente para salir de ella, teníamos que sentarnos a conversar, fuera quien fuera el líder. Si las Farc realmente querían la paz, tendrían que continuar el proceso de aproximación en el que estábamos. Esa sería la máxima prueba de su voluntad. No niego que llegué a temer lo peor: que mandaran todo al diablo y se perdieran los esfuerzos hechos hasta ese momento. Fue una apuesta riesgosa como pocas, pero tal vez me salió del alma”.

La derrota de las Farc llegó por el aire

La Operación Odiseo, diseñada y ejecutada contra Alfonso Cano, el 4 de noviembre de 2011, fue legítima y tuvo como resultado la muerte de quien era en ese momento el número uno de las Farc. Al igual que sucedió contra El Mono Jojoy -muerto meses antes que Cano- tuvo como principal soporte la acción de fuego de la Fuerza Aérea. De hecho, Cano sobrevivió al bombardeo inicial y luego murió en su fuga al ser impactado por disparos de soldados del Ejército Nacional. El fortalecimiento de la Fuerza Aérea, tanto en equipos como en capacitación del personal humano, produjo el punto de quiebre en el conflicto armado del país. Los golpes más contundentes contra las Farc fueron propinados desde el aire. Ello incluye las muertes de Raúl Reyes en territorio ecuatoriano, Mono Jojoy, Martín Caballero en los Montes de María y Alfonso Cano en el Cauca. De manera que si bien es cierto que las Farc no fueron derrotadas militarmente, también lo es que dichos golpes las desmoralizaron y diezmaron su capacidad de combate, que es tanto como una derrota militar. Un ejército desmoralizado no combate. De manera que a La Habana llegó un Estado con unas Fuerzas Militares fortalecidas y un grupo guerrillero con muy poca capacidad de combate. No es cierto, entonces, que las Farc llegaron a La Habana con capacidad para poner condiciones.

¿Y la verdad de las Farc para cuándo?

En la carta a la Comisión de la Verdad tanto Victoria Sandino como Benkos Biohó, antiguos combatientes de las Farc y hoy senadores del partido Comunes, sostienen que en la muerte de Alfonso Cano se violó el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y por ello exigen que se conozca la verdad de lo sucedido. Llama mucho la atención -sin embargo- que antiguos guerrilleros de las Farc denuncien la violación del DIH, porque si alguien atentó de forma recurrente, cruel y sistemática contra el DIH fueron precisamente quienes hicieron parte de las Farc. El hoy senador Benkos Biohó -quien ahora ocupa la curul de Iván Márquez, luego de que el Consejo de Estado decretara su muerte política- es responsable de la masacre de Bojayá, Chocó, ocurrida en Mayo de 2002, donde murieron decenas de personas, quienes buscaron refugio en la iglesia del pueblo. Un “cilindro bomba” lanzado por las Farc acabó con sus vidas. Por ese hecho, Biohó fue condenado a 36 años de cárcel. De manera que si de lo que se trata es de conocer la verdad de los crímenes cometidos durante el conflicto armado, tanto por el Estado, como por quienes lo combatían, lo primero que tienen que hacer los ex guerrilleros de las Farc es contar la verdad de los crímenes que ellos cometieron, que tienen que ver con todo tipo de vejámenes contra las mujeres, así como secuestro y reclutamiento de menores. No puede haber verdad a medias. Pero pretender que se sepa la verdad de quienes los enfrentaban, sin que ellos cuenten la verdad de sus actos de terror no es más que cinismo y desvergüenza. Punto.

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