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Después de dos años y seis días de angustia y silencio, la familia del colombo-israelí Elkana Bohbot finalmente se reencontró. El hombre, quien estuvo en poder del grupo islamista Hamás, fue liberado este lunes 13 de octubre y trasladado a un hospital en Tel Aviv, donde recibe atención médica junto con otros rehenes.

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Su esposa, la colombiana Rebeca González, compartió con el periodista Néstor Morales en ‘Mañanas Blu’, de Blu Radio, los detalles íntimos y conmovedores de ese esperado reencuentro, así como el complejo camino de recuperación que ahora emprenden.

“El momento en el que abracé a mi esposo fue por el que esperé dos años y seis días. Fue maravilloso. Estoy completamente feliz, pero también preparada, porque me estoy encontrando con una nueva persona”, expresó González con la voz entrecortada.

Bohbot, quien obtuvo la nacionalidad colombiana durante su cautiverio gracias a gestiones del presidente Gustavo Petro, se convirtió en un símbolo del vínculo humanitario entre Colombia e Israel, en medio de uno de los conflictos más violentos del siglo XXI. Su liberación se produjo durante una tregua temporal entre Israel y Hamás, tras intensas negociaciones.

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Según González, su esposo permanece bajo observación médica constante, tanto por lesiones físicas como por las secuelas psicológicas que dejó su paso por las celdas de Gaza.

“Mi esposo viene con muchas heridas emocionales. Le quitaron la libertad de decidir, incluso de escoger su ropa o sus zapatos. Estuvo descalzo durante dos años. Ahora cada cosa le resulta nueva, como ponerse unos zapatos o abrir un yogur”, manifestó.

Durante su cautiverio, Bohbot perdió al menos 16 kilos, y hoy pesa solo 53. Los médicos en Tel Aviv adelantan estudios para valorar los daños causados por la desnutrición y el prolongado encierro.

“Llegó pesando 53 kilos. No es un peso normal para su altura y edad”, añadió González.

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Pero más allá de lo físico, la dimensión emocional de este reencuentro marca el verdadero reto para la familia.

A lo único que le tengo miedo es a que mi esposo no vuelva a ser la persona de la que me enamoré. Él cambió, y yo también cambié. Me estoy encontrando con otro ser humano”, confesó.

Durante el secuestro, Rebeca también tuvo que sostener el hogar y explicarle a su hijo pequeño, que hoy tiene cinco años, por qué su padre no estaba en casa. El momento del reencuentro entre padre e hijo fue, según ella, profundamente emotivo.

“Corrió a verlo como si su papá solo se hubiera ido una semana. Lo reconoció enseguida. Fue un momento de mucha emoción”. Rebeca reconoce que el niño, al igual que su esposo, necesita apoyo emocional.

Con serenidad, Rebeca asegura que se preparó durante estos años, tanto física como emocionalmente, para este momento. Recibió acompañamiento psicológico y asegura que ahora su familia inicia “un nuevo comienzo”.

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“Yo me preparé estos dos años para esto, física y emocionalmente. Recibí apoyo psicológico porque sabía que este día iba a llegar, y debía estar lista para acompañarlo. Es un nuevo comienzo para los tres”, comentó.

Bohbot, según su esposa, fue testigo de los conflicto entre Israel y Palestina. Fue secuestrado durante los ataques del 7 de octubre y llevado a Gaza, donde fue testigo de la violencia en ambos frentes.

“Mi esposo viene adolorido por lo que hizo la guerra, por lo que pasó en Gaza y por lo que vivió Israel. Vio el horror de la humanidad. Vio niños palestinos golpeándolo. Vio el odio y la venganza. Y se pregunta cómo es posible que la humanidad no haya aprendido a convivir consigo misma”.

Rebeca también destacó el rol del presidente Gustavo Petro en el proceso de nacionalización de Elkana, así como el apoyo de muchos colombianos en el exterior.

“El presidente Petro fue quien le otorgó la nacionalidad colombiana. Y aunque mi esposo viene desilusionado del gobierno israelí, sabe que en Colombia hay gente que lo apoyó. Quiere venir, tener una casa allá, empezar de nuevo”, expresó.

Hoy, la familia Bohbot-González inicia un proceso de reconstrucción marcado por la esperanza, el amor y la resiliencia. Un camino hacia la sanación después de vivir en carne propia los estragos de la guerra y el cautiverio.

“Vamos a sanar su alma poco a poco, con mucha paciencia”, expresó Rebeca.“Elkana sobrevivió a lo peor del ser humano. Ahora debemos aprender juntos a volver a vivir”, concluyó.