Todo un revuelo causó en diferentes esferas la alerta temprana de la Fiscalía General de la Nación que se filtró hace unos días y que dio cuenta de la posible conformación de un frente urbano de las disidencias de las Farc en la capital del Atlántico, que tendría por nombre ‘Martín Caballero’, el alias del otrora jefe guerrillero que sembró el terror por años en los Montes de María y el resto del Caribe cuando comandaba el poderoso Frente 37 de las Farc.
Su estatus era miembro del Estado Mayor Central y uno de los cabecillas más importantes de esa organización, quien por más de una década aterrorizó a la Costa Atlántica.
El siniestro personaje, cuyo nombre de pila fue Gustavo Rueda Díaz, murió en un enfrentamiento con las fuerzas militares en octubre de 2007, en el municipio de El Carmen de Bolívar. Pero antes de eso, alias Martín Caballero logró poner en jaque la seguridad de muchos territorios con violentos atentados terroristas, los cuales hoy se recuerdan solo con la condición de que no vuelvan a repetirse.
El burro-bomba de Chalán
EL HERALDO registró que el 12 de marzo de 1996, las viejas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, introdujeron un elemento a la demencial guerra declarada al Estado y utilizando un burro bomba volaron las instalaciones del puesto de Policía en Chalán, Sucre, una población cercana a Sincelejo donde dieron muerte a 11 policías.
Ese día, los guerrilleros cargaron el animal con 70 kilos de dinamita, lo echaron a andar y cuando este pasaba por la estación hicieron explotar la carga a control remoto. Tal hecho se constituía como la primera vez que en la historia violenta del país y, tal vez del mundo, que un animal era empleado en un atentado terrorista.
Las autoridades confirmaron que en el ataque participaron los Frentes 35, 36 y 37 de la Farc, y que en la acción también utilizaron cohetes, morteros, bombas incendiarias y armas largas.
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Tras la explosión y una vez vieron a los policías atrapados por las estructuras venidas al suelo procedieron a dispararles a quemarropa y rociar sobre sus cuerpos gasolina para prenderles fuego.
Se conoció que cuatro agentes fueron ajusticiados. Trascendió que un total de siete policías murieron en el primer ataque y cuatro fueron capturados vivos, siendo acribillados posteriormente.
Algunos fueron quemados después de muertos. Los que no murieron inicialmente por la explosión se habían salvado porque estaban en ese momento en la parte posterior del comando, conforme a lo que se investigó de manera inicial.
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El puesto de policía lo conformaban 15 agentes y un comandante, pero a la hora de la toma cinco uniformados estaban de franquicia.
En octubre de 2023, la Sección de Apelación de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, calificó como perfidia el ataque cometido frente a la estación policial.
El delito de perfidia es una infracción al derecho internacional humanitario y es calificado como un crimen de guerra en el cual se utiliza el engaño para obtener una ventaja sobre un enemigo en el marco de la guerra o de un conflicto armado.
Según la Sección de Apelación, la perfidia en este caso se constituyó por la planeación del engaño para la utilización de un menor de edad integrante de las Farc-EP y de un animal reconocido en el pueblo para transportar los explosivos sin despertar sospechas entre los integrantes de la Policía.
El año anterior, la JEP reiteró que este ataque incluyó no solo la detonación a control remoto de los explosivos, sino también una posterior confrontación armada. Inicialmente, murieron siete uniformados y posteriormente cuatro integrantes de la Policía indefensos, que habían huido hacia el cementerio, fueron ejecutados por los guerrilleros. Los policías se habían rendido después de que se les acabó la munición. Además, los cuerpos de dos uniformados fueron incinerados en la estación de policía.

Burro-bomba en Barranquilla
A las espaldas del entonces candidato presidencial Álvaro Uribe Vélez se escuchó la fuerte detonación de un ‘burro-bomba’ que tenía como principal objetivo acabar con la vida del futuro mandatario. La onda explosiva de aquel 3 de noviembre del año 2001, lamentablemente, terminó alcanzando a tres personas que se desplazaban en un vehículo de servicio público, cuyas labores estaban bastante alejadas del mundo político.
El reconocido humorista Moisés Imitola, ni en la peor de sus pesadillas, pensó que sería blanco de una esquirla de vidrios que lo hirieron de gravedad cuando transcurridas las 4:00 de la tarde se desplazaba junto con su esposa Rocío Yi, a la altura de la avenida Circunvalar con Cordialidad. El conductor de dicho taxi fue la otra víctima que necesitó la intervención de galenos de turno tras la fuerte y repentina explosión.
Sus palabras de “recibimos algo que no era para nosotros”, mientras era atendido en la Clínica San Ignacio, describieron a la perfección lo que acababa de pasar. Mientras el objetivo principal de los grupos al margen de la ley llegaba ileso al municipio de Galapa, tres personas inocentes terminaron pagando las consecuencias de las diferencias ideológicas.
Una cantidad de hombres fueron desplegados por la capital del Atlántico para “garantizar la posterior seguridad de los ciudadanos y encontrar a los responsables del hecho”. No obstante, la Policía y el disuelto Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, no lograron poner tras las rejas a los artífices materiales del atentado.

Cilindro-bomba en Barranquilla
Cuatro muertos y más de 20 heridos dejó la explosión de un artefacto activado a control remoto frente al puente del caño de la carrera 46 con calle 30. El entonces candidato a la presidencia de la República Álvaro Uribe Vélez venía de recorrer el Puerto de Barranquilla y el canal de acceso. Se dirigía en una Toyota blindada hacia el Hotel El Prado, cuando estalló la carga explosiva, al parecer, oculta en un cilindro.
Ese episodio ocurrió el domingo 14 de abril de 2002 y, según el registro de EL HERALDO, sucedió hacia las 3:10 de la tarde, justo en el paso de la caravana que transportaba al candidato.
El vehículo que movilizaba al candidato disidente liberal y al entonces senador Dieb Maloof, así como la camioneta Ford Explorer blindada que transportaba los escoltas, fueron alcanzados por la onda explosiva segundos después de pasar por la cabecera del puente donde fue colocada la carga.
El blindaje de los vehículos evitó que sus ocupantes resultaran heridos cuando Uribe y sus acompañantes regresaban al norte de Barranquilla después de sostener una reunión con empresarios del puerto de Barranquilla. Después de la detonación el campero que transportaba a Uribe se detuvo debido al aturdimiento del conductor y, según el propio candidato, este logró colocarse a salvo en la carrera 45 con calle 42.
Desafortunadamente, las víctimas fueron pasajeros de un bus de servicio público que pasaba justamente por el punto en que la carga explosiva fue detonada.
En 2021, el Consejo de Estado condenó a la Nación a reparar con $977 millones a la familia de Donaldo Pisciotti Duarte, víctima mortal del atentado.
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Pisciotti era conductor de un bus de servicio público que estaba en el lugar de los hechos cuando se dio el ataque.
La sentencia se produjo luego de que el 12 de abril del 2012 el Tribunal Administrativo del Atlántico hubiera negado las pretensiones de la demanda interpuesta por las víctimas.

El calambuco-bomba
En la mañana de aquel 28 de octubre de 2002 hubo un corto silencio antes del bullicio que trajo el terror generado por un nuevo atentado terrorista en Barranquilla. El lugar de los hechos para esta ocasión fue una concurrida sede de la Asociación de Ganaderos de la Costa Norte de Colombia, Asoganorte, ubicada en la carrera 36 con calle 53, inmediaciones del barrio Lucero, frente a la cooperativa Ciledco.
Las autoridades policiales de la época habían centrado su atención en cinco papas explosivas detonadas en la Universidad del Atlántico y una falsa alarma de emergencia en la biblioteca departamental. El escenario perfecto para dar un golpe sobre la mesa con un calambuco para transportar leche cargado con 40 kilos de explosivos tipo R-1 nadie lo sospechó nunca.
Daños materiales sin medida tanto en las instalaciones de Asoganorte como de Ciledco, nueve carros incinerados y 30 personas heridas, tres de ellas de gravedad, fue el impacto de la onda explosiva que también afecto a por lo menos 20 edificaciones a la redonda.
El testimonio de un mecánico que trabajaba en un taller aledaño fue clave para que la Policía lograra determinar que fueron tres personas movilizadas en una camioneta las que dejaron el artefacto a las afueras del lugar. Fue un ataque premeditado por las Farc, por Martín Caballero.






















